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sábado, 29 de diciembre de 2018

Madrid a lo grande

 Escapada por la mastodóntica capital del Reino. Cada vez más grande. Crece y crece Madrid.
Locura de Gran Vía. Ni anchandando las aceras. Hordas de compradores por la céntrica calle.

Bocata de calamares, gorro, romano...Lo mejor, ir cumpliendo poco a poco la lista de deseos y si conlleva un respiro, mejor que mejor. Un acierto tomarse un refrigerio en la azotea del restaurante "Nice to meet you", en la Planta 14 del hotel de Gran Via 80, con una terraza de casi 360 grados. Ya solamente por la desconexión que despiertan las vistas, merece la pena. Trato muy agradable.


Visita a la chata, recordando otros tiempos con tabernas castizas y con personalidad. El mejor bar de la Cava Baja. Muy buena la tostada con el nombre del local, bajo la atenta mirada de la cabeza del Torrevientos, que según nos contaron, lo toreó Pepe Dominguin.

También me gustó el "Picnic Bar", en la calle Minas 1, de poteo por la calle del Pez. Entrañable la parte de abajo. Pero de bromas o no, no se alcanzó el consenso. Igual estábamos muy positivos y un punto de razón no le faltaba. Tendremos que trabajar más esa zona. Buenas sensaciones.







Foto de nube ¿Qué veis?





sábado, 15 de diciembre de 2018

Irrintzi Bereber



Desde mi experiencia, los vuelos internos son siempre una incógnita y en África, un quebradero de cabeza. Nunca sabes lo que te puedes esperar, por lo que siempre intento que sean de día, para tener tiempo suficiente para poder reorganizar el viaje sobre la marcha. Manías mías, pero estaremos de acuerdo que no es lo mismo quedarte tirado aquí, que en Frankfurt.
No siempre se puede cuadrar, para compaginar ocio y trabajo, así que está vez tengo programado el vuelo a las nueve de la noche.

Después de un largo día de viaje, llego satisfecho en mi último destino, en mitad del desierto del Sahara. Son las once y cuarto de la noche -solo un cuarto de hora de retraso- pero lo que no sabía que aún me quedaba un largo recorrido hasta alcanzar la cama.
Parece que en mi mismo avión hay gente importante.
Recibimiento a lo grande.  Aglomeración a la salida. Mujeres bereberes con gritos estridentes y largos, hasta quedar sin aliento.


 Me recuerdan a los irrintzis.




¿Los habremos exportado a esta zona del mundo o los pastores vascos se lo copiaron a ellas?
Los trámites con los extranjeros que necesitamos escolta, se retrasan y se retrasan… llegamos a las mil y mañana, madrugar para ir al campamento.
Control de Accesos:  Lo mejor del sol, la sombra.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Barcelona



A pesar de ser el Puente de La Inmaculada, y para otros el puente de la constitución, no se respira tensión. En la calle, se respira menos -mucha menos- política de lo esperado y se ven muchos más turistas, que tampoco se han dado por enterados del boicot y de la tensión en esta parte del mundo.

Parece que nadie madruga, ni la república.

- ¡Aita, mira! Hay más banderas del Athletic que del Barça en los balcones de Barcelona. - Me comenta Jontxu orgulloso de ver sus colores e intentando hacerme ver el lado positivo del madrugón dominical, para encontrar un recuerdo para Amama por las calles desiertas de Barcelona.

La visita a la Sagrada Familia, bien merece rascarse el bolsillo, además gracias a los buenos consejos dados desde Bilbao, no sufrimos las colas.
Curiosa desde el exterior, pero impresionante el interior, con el baile de luces conseguido con las vidrieras. Más claras por la parte superior para que entre el chorro de luz.

Seguro que me equivoco, pero esta iglesia no parece un sitio de culto y sí más un lugar para recrearse con la arquitectura.
En cuanto a los tópicos típicos, nosotros nos aferramos al cava. En cada comida un descubrimiento y un éxito. Muy buena elección en cada carta de vinos. Seguimos siendo cavistas convencidos.


               


En cuanto al dinero, curiosidades como las estocadas a los pobres turistas cobrando más de 3€ por un tinto y lo raro que se me hace que a la hora de pedir una cerveza, me digan cuánto quiero pagar por ella, si 2€, 3€ o 4€, en lugar de la típica cantinela: rubia, tostada o artesanal. 

Paseos obligados por las saturadas Ramblas, el puerto Olímpico y por la minúscula plaza de San Jaume, donde han colocado el curioso Belen, simbolizando la Navidad de hoy en día. No hay ni María inmaculada, ni José, ni el niño Jesús. Solo sillas vacías alrededor de una gran mesa.

De lo poco que he podido conocer, me decanto por El Barrio de Gracia. Más bohemios y menos turistas. Aunque eso no es mucho decir.

En cuanto a la recomendación gastronómica, no hay duda en la familia: la pariila del Sifo c/ Espalter 4 , Raval.
Muy buen trato y la "arañita" de ternera a la brasa, difícil de superar. Sin olvidar las curiosas y sabrosas pizzas argentinas, que serían seguro una delicia para las hinchadas del boca y del river.







 

sábado, 24 de noviembre de 2018

Al Mawlid al- Nabawi, en Argelia

Fuegos artificiales iluminando la ciudad. 
Problemas para conciliar el sueño. Con lo que aquí se madruga, es doblemente una faena. Según el calendario oficial, es día no laborable, pero por una vez, parece que no están todos de acuerdo con celebrarlo y a mí - como era de esperar- me toca trabajar.
 

Para los estrictos, solo hay que celebrar las dos grandes festividades del Islam:   Eid al Fitr – la del sacrificio y Eid El Kebir- la del fin del ayuno en Ramadán. Conmemorar el nacimiento del profeta Mahoma, no es más que intentar imitar a los cristianos, que recordamos el nacimiento de Jesús.

Yo, como bien sabéis, soy de los que opinan que hay que celebrarlo todo. Además no tengo ningún reparo en participar de las fiestas - si me invitan- vengan de donde vengan.  

Para los que sí creen que hay motivo, tampoco se ponen de acuerdo en la fecha, siendo distinta dependiendo del país y cual sea la rama predominante ( Sunitas vs Chiitas).

Lo que está claro, es que en Argelia se celebra.

Según entiendo, aunque no esté escrito en ningún libro del Islam, llevan casi diez siglos celebrándolo y hoy, tampoco hay quien duerma.
Comencé a escribir estas líneas el lunes en la  noche de Argel y hoy jueves, en el campamento, continuamos con la fiesta. 

Luna llena en el desierto del Sahara.




lunes, 19 de noviembre de 2018

Dublín en estado puro: Pubs y Rugby.


Este sábado, con la excusa del partidazo entre el hemisferio norte contra el hemisferio sur, escapada otoñal a la capital de Irlanda. Dublín en estado puro: Pubs y Rugby.

Se han cumplido las expectativas: comer, beber y poco que ver. Con el buen tiempo que hemos tenido, invita a pasear. Las distancias son cortas. No es ciudad de mercados bonitos – se puede prescindir de la visita al Temple Market y el Designer Mart at Cow’s Lane- y aunque hay que ver las catedrales, no son espectaculares. Así que se puede decir que nos hemos centrado en los bares y en el rugby, que para eso íbamos.

La recomendación del bar no es fácil, pero por votación popular es el  M. J. O’Neill (en la esquina de Trinity College y Grafton Street). Desde fuera parece un pub normal, pero dentro es un lugar interminable, con distintas zonas, - de subida y de bajada- múltiples barras, y mesas para estar en cuadrilla o en plan parejas y bastantes taburetes para tomarte tu pinta viendo el rugby o escuchando al grupo que toque.  Sirven comidas a un precio razonable - “self service”. Los sándwiches -eliges los ingredientes sobre la marcha- también son una buena opción.


Merchants Arch- Escalera interior que conduce a los inmaculados aseos

Moverte por los bares, es una prueba de orientación en sí mismo, aumentando el nivel de dificultad a medida que consumes las Guinness. Los pubs, al igual que nuestro hotel, están diseñados como una prueba de escape. Te da la sensación que no encontrarás el camino de vuelta, parar llegar a cualquier parte.
The Brazen Head Menu 1199 - El Pub más antiguo



Una ciudad cara, llena de personas amables y con ganas de entablar conversación. Hasta la policía intentaba ayudar al Francés del grupo, para facilitar el acceso al Aviva Stadium.
Escuchando el campo rugir, te das cuenta lo importante que es este deporte para esta gente. Sin jugarse nada, parece una batalla campal. Moles a toda velocidad, luchando como gladiadores, animados por sus aficiones.

Después de ochenta y tantos minutos, con tensión hasta la última pérdida de balón y unas cuantas pintas, a cualquiera le vuelve a entrar el hambre, aunque parezca increíble. 
La marea irlandesa llena todo a su paso. Cuando todo parecía perdido, otra vez la suerte de nuestro lado, una milagrosa cancelación de último momento nos permite seguir con una cena relajada – acorde a nuestra edad según la amable camarera- en el Hugo´s . El venado con salsa boloñesa y chocolate, espero que tardé en huir, de mi fugaz memoria.


Ganar, empatar o perder,... (Creo que yo era el único que estaba con los negros). Pase lo que pase, fines de semana como este, hacen que merezca la pena venir hasta Dublín en buena compañía.
En el aeropuerto, con la pena de no haber podido ver a los de Nueva Zelanda, intentando cuadrar agendas para organizar otra escapada, aunque sea para verles en Roma, aun nos quedaba otra sorpresa.
La jefa de la expedición, reconoce a los jugadores en el control de seguridad ¿o es al revés? Si Barret, Savea o el mismísimo Kieran Read –el capitán- les hace ilusión sacarse una foto con la hooligan del Getxo, ¿Por qué vamos a quitarles la ilusión?
Desoyendo las instrucciones de los vigilantes- la suerte estaba con nosotros ya que también eran amables- , aunque estaba claramente prohibido, nos vamos con el mejor souvenir: fotos en el área de “security” para el recuerdo.
Beauden Barret - Mejor jugador 2016 &2017

Esta vez sí que eran los de Rugby. Cuerpos inmensos y algún que otro punto de sutura por la cara. Con caras amables posan tranquilamente con todo el que se lo pide. Parece que no sean las mismas “super estrellas” que ayer estaban haciendo la “Haka”. No es normal, verles hacer cola en las tiendas de comida del aeropuerto, como los simples mortales, intentando ingerir comida, entre foto y foto, como si ayer no hubieran competido.
Después de la primera derrota en campo Irlandés de la historia, un gran ejemplo de deportividad.
Algún día espero entender las reglas.


martes, 13 de noviembre de 2018

Abu Dabi- historias de ascensores

Siempre un corto, pero incomodo viaje.
Desde pequeños nos han enseñado las normas básicas de convivencia en los ascensores, ya sea en los de casa, donde las reglas eran claras: esperar al vecino que le has visto sacando las llaves del portal, aguantar la puerta, saludar y nunca dar la espalda, con una sonrisa; como en los grandes edificios, donde la norma era ponerse de frente a la puerta, a la mayor distancia posible y sin mantener contacto visual (mirando al número de planta, al suelo o incluso al móvil) para respetar el espacio de cada uno.

A pesar de ello, las situaciones incomodas en esta máquina infernal, se repiten en más de una ocasión. Está vez me encontraba en la zona noble de un hotelazo en Abu Dhabi, esperando al ascensor para bajar a desayunar. Muchos pisos. En frente, mirando a la botonera, un guiri con pintas y yo. La típica situación incómoda de ascensor entre desconocidos. Cruce de miradas. Al final, parece que no hay más remedio que entablar una conversación. Como el chico andaba totalmente equipado con todo el “merchandaising” del equipo de Nueva Zelanda, con su hoja de helecho por todas partes, pues me lanzo al vacío. A lo loco. Muchos pisos para hablar sobre mi gran experiencia de rugby, demasiados. Termino contándole que tenía billetes para Dublín para ver a su equipo, los famosos “All Blacks”, pero que al final mi hermana no había sacado entradas porque eran muy caras. Usaríamos el dinero para el tercer tiempo y bla, bla, bla. Realmente no era muy hablador, dijo algo de la visera, pero no tenía mucho sentido para mí, pero sonreía educadamente.
Al llegar a destino, había unos quince con la misma equipación y por el revuelo parecían famosos, pero cuerpos morroscos de rugb, no tenían. Desayunando, me percato que era la selección de críquet de Nueva Zelanda, que son los “black caps”, aunque se parecen, no son los “all black”.
 Me parece que no le hizo mucha gracia la confusión. El críquet es un deporte mayoritario, por la fuerza que tiene la población de la india en este lado del mundo y para mi, otro gran desconocido.

Pero como todo, el tener un pie en cada sitio del mundo, tiene su lado bueno. Es una gozada, cuando se acuerdan de uno, y te envían “un momento” cotidiano o cuando estás agotado y suena la campanita del teléfono siendo un mensaje sin que sea una respuesta a uno previo mío. Pero hay otros que te gustaría que la tecnología avance un poco más y que la realidad de compartir “video llamadas” sea algo tan arcaico como un telegrama. Algún día, llegará la tele transportación, primero virtual y luego ya veremos. Estoy seguro, llegará. Con la cantidad de gente que estamos lejos de nuestros seres queridos y lo que estaríamos dispuestos a dar por estar junto a vosotros, en locotidiano, cuando estas acatarrada para darte ánimos o cuando estáis todos juntos, alrededor de la mesa de la cocina disfrutando de la cena o al recibir las fotos del cumpleaños del hermano a seis mil kilómetros de distancia. Estoy seguro que hay mercado para este invento.
Por ahora me conformo con el ritual de contar los días que faltan para vernos, y las trampas que nos hacemos. Con ganas de saborear los reencuentros, esperando el abrazo de segundos en la puerta de casa como inicio de la bienvenida y el preámbulo de la rápida despedida. Es lo que tenemos los que no sabemos deshacer del todo la maleta y tener un pie en cada mundo.

Recomendación gastronómica – Mutton paya, manitas de cordero. Una delicia. No ha perdido la buena mano, el cocinero del campamento. Un lujo

viernes, 19 de octubre de 2018

A la contra. Otoño en Argelia


Vuelta a África.
Tassili Airlines es el mejor túnel del tiempo. Desde el aeropuerto de Houari Boumediene me traslada a la mitad de la nada.  Un paraje desolador, donde si quieres descubres la alegría por las aceras. 

No dejo de encontrar en cada sitio motivos por los que quedarme un momento aguantando la respiración. Curiosamente, pensándolo ahora en mi habitación, me sentía mejor allí que en medio de las “comodidades y lujos” del campamento.
Aquí rápido te adaptas a levantarte antes de que amanezca, esperando que el día que está por llegar sea mejor que el anterior. Mucha oscuridad, salvo la claridad de la luna entre unas pocas nubes. Mucho contrario de mí mismo continente.
Un buen resumen: una semana a la contra. Ya sé que en estos sitios hay que procurar hablar poco y escuchar con atención pero hay veces que no se puede.
Opinando distinto, viendo lo que otros no ven y disfrutando de lo que otros ni si quiera lograran imaginarse nunca, porque tienen la cabeza apuntando a sus tobillos, es muy difícil mantener la boca cerrada.
Casi siempre hablar, es dar armas al contrario. Solo me falta cruzarme con un vegano y decirle que lo que está comiendo es cuscús con cordero. Mucho cordero. Seguro que también me lo niega o por lo menos lo discute con alguna teoría irracional.  Mientras come, su teléfono le tapa el plato. Bueno, me he pasado con el ejemplo. ¿Será que estoy añorando la comida del viernes? No falla, todos los viernes ponen cuscús y lo bordan.
Los que asumen restricciones alimentarias como una opción personal y estilo de vida, nunca se equivocan en este aspecto, a no ser que no estén muy convencidos. Y de ese tipo de personas, las que picotean de lo animal en el buffet, antes de llevar el plato a la mesa, haberlas, las hay, que yo las he visto, escondiendo lo prohibido.
     

El cambio de tiempo, desde mi anterior visita, nada inusual para esta época del año en mitad del desierto, ha traído de vuelta a las pesadas moscas. Las hay a cientos.

Foto de nube, ¿Qué veis?



martes, 25 de septiembre de 2018

Santiago de Compostela


Viaje al Oeste.

Sin planes fijos, como buenos turistas, a ver que nos depara la suerte.
Muchas experiencias que se van acumulando. Aunque no suficientes. Siempre hay hueco en la maleta y ganas para la siguiente. En cada viaje hay algo que me deja sin palabras y que me hace pensar. Cada viaje, algo me cambia. Y esta vez - después de insistir- me han dado calabazas.


La alegría en Santiago es una realidad. Parece que la amabilidad, se la inculcan desde pequeños y que saben cuál es una de sus fuentes de ingresos.

La única "pseudo tensión" – y eso que estábamos avisados desde casa- cuando casi nos pasamos por alto, el abrazar al apóstol, al subir al camarín donde está la estatua de Santiago:

¡Cómo se nota que no sois peregrinos! - Escucho una voz a mi espalda.

Seguramente, su mala cara era porque nos habia escuchado nuestras dudas, unos minutos antes - como vulgares herejes- sobre que el Santo fuese encontrado ocho siglos después de ser enterrado.  
La verdad es que yo estaba más atento a disfrutar de la vista de pájaro de la nave central de la basílica, que a lo que había que estar en ese momento. Menos mal que estamos a tiempo y rectificamos. Murmurándole al oído los deseos, .... para que este año el Athletic gane la copa.

 


En frente de las largas colas por abrazar al Santo, dando la espalda a la Catedral, está el Monasterio Benedictino de San Martín Pinario. Sin acumulaciones, sin ruido, sin gente. Lo único que da un poco de repelús es el hábito de los monjes, que parece sacado de una película de miedo.

El mercado de Abastos con muchos puestos, pero los que más me gustan son los más informales , los que están por fuera de los edificios principales. Asombra ver las risas de las mujeres, mientras cargan los canastos en la cabeza. 

En cuanto a la recomendación gastronómica:
Un lujo -no tener que fingir que no tienen las gafas de cerca- que te elija Martín los platos en Casa Marcelo (Rúa das Hortas, 1), no hay que perderse el Tiradito de lubina (Te Amarillo de limón para algunos) y el Steak Tartar. Una gozada de cena, en uno de los mejores restaurantes que he comido este 2018.




miércoles, 19 de septiembre de 2018

Lecciones de Religión


Una gran suerte. Por segunda vez vuelvo a hacer funciones de guía turístico por Kuwait City. Creo que puedo llegar a ser bueno en este trabajo. Es importante tener siempre un plan B.

Visita a las Torres de Kuwait. El mínimo paseo del coche a la base de los depósitos de agua, nos recuerda dónde estamos y en que época. El sol de justicia nos hace tomar una decisión acertada y dejamos las visitas a la intemperie para el ocaso.


Regreso al mercado más emblemático de la ciudad, por lo menos para el que escribe estas líneas. El zoco de Mubarakiya, disfrutando de los productos para locales. Merece la pena ver la vida y su ritmo anti estrés.

Después de leer los problemas que están teniendo los vendedores de dátiles en el periódico nacional, me decido a entablar conversación sobre el producto y terminamos comprando los mejores, recién llegados de Saudí Arabia.



Al llegar a la Gran Mezquita, con la lección bien aprendida - forro de abrigo para el aire acondicionado- tenemos una bonita experiencia cultural o por lo menos curiosa.
Estamos de suerte, nos dice el guía, están en plenos exámenes religiosos: Ver a los niños en las pruebas que evalúan la forma de recitar y la buena memoria de los alumnos para recordar los versículos coranicos.
Los resultados, pues lo esperado. Algunos chavales contentos, corriendo como lo que son, unos niños, con padres orgullosos y otros en cambio, cabizbajos. No sé si por su propia desilusión o por lo que les espera en casa, por no haber superado la prueba. 
Ya habrá otra oportunidad para conseguir el ansiado premio. No veo yo, hoy en día, a las catequistas de la parroquia ,en plan jurado valorando la buena memoria y la buena voz al recitar el catecismo, entregando diplomas y dinero. Pero igual es una forma de motivar a las nuevas generaciones, treinta euros y un certificado de buena cultura cristiana.






Por cierto, cuando intento abrir uno de los múltiples Coránes repartidos por la mezquita, para ver el tamaño de los versículos, casi se le escapa un ahullido al guía. Se le cambla cara. Rápidamente me da todo tipo de explicaciones peregrinas.  Hasta que me dice que hay muchos profes mirando a los tres guiris y que le voy a meter en un lío si hago algo indebido y que además ni me he lavado las manos. Se relaja cuando no insisto. 

Visita al Sheikh Jabber Al Ahmad Cultural Center, para disfrutar de la puesta de sol y del espectáculo con la fuente. Esta vez además de movimientos de chorlitos ondulantes, luces y música, le han añadido a la coreografía el fuego. Todo un espectáculo.



domingo, 16 de septiembre de 2018

Awal Muharram


 

¡Feliz año nuevo! 


¿En qué año estamos? 


 ¡Todo es un cuento! Me río yo, de la película de Regreso al Futuro. En Kuwait el 11 de septiembre amanecemos con cambios.  Esta pregunta no era tan fácil como parecía.


Nos tendrían que enseñar más en el colegio, sobre lo relativo que es el tiempo y lo importante que es el punto de partida. Como todo en esta vida.



Así es. Tengo la suerte de disfrutar en tan solo nueve meses, de mi tercer inicio de año. Punto importante: Esta vez, sin resaca.

Después de comenzar el 2018 en casa (partiendo del nacimiento de Jesús), celebrar el inicio de 2968 con los bereberes (con el año del nombramiento del Faraón), ahora me he encontrado en 1439 con el Awal Mubarram, primer día del calendario del mundo musulmán que conmemora la huida de Mahoma de la Meca.  Menos mal que en los países musulmanes, conviven alegremente el calendario gregoriano y el musulmán. Pero aún me queda mucho recorrido espacio tiempo.  Tengo ganas de ir a Israel al 5778 o regresar a la impresionante China 4718, y tantos otros destinos con distinto año.

 


Por cierto, aquí sí que me atrevo a seguir la tradición de darse un baño el primer día del año en la playa. Darse un chapuzón en el Golfo Pérsico, con los más de treinta grados, no es ningún reto. Y darme la gran panzada, eso es aún más fácil. 

sábado, 1 de septiembre de 2018

Kuwait, una de museos



El mundial de fútbol de 1982.
Muchos Kuwaitís tienen muy buen recuerdo y suele salir a menudo, como tema de conversación. Yo siempre me he imaginado que el que les tocará jugar en Bilbao (Kuwait 0- Inglaterra 1) quieran o no, les marcó. No es para menos visitar El Centro del Mundo. Y para mí fue la primera vez que oí hablar de este país (que ni sabia que existía) y de los temibles hooligans (menos aún), pero al final se han hecho familiares.

Bueno, bromas a parte. Lo que es cierto es, que nadie duda de que fue importante para los kuwaitíes. 
Fue la primera vez que se clasificaron y creo que también la primera vez que durante un partido, un presidente (Un Jeque – hermano del Emir) se atreve a bajar al campo y consigue que el árbitro anule un gol que les habían metido los franceses. ¿Los inicios del VAR o la seguridad del dinero?



 
Pero lo que nunca me podía llegar a imaginar -y lo que ha motivado está entrada- , es que dentro del Museo Nacional de Kuwait (National Museum Kuwait) esté expuesto un llavero conmemorativo.

Ha sido una gran sorpresa encontrarmelo dentro de una sus vitrinas. Solo falta el naranjito. Yo creo que si alguien encuentra uno, seguro que lo aceptan como donación particular.





miércoles, 29 de agosto de 2018

Kuwait, amanece que no es poco.


Llegué el sábado. Ya han pasado cuatro días. Estamos a miércoles y aún no he conseguido el pase de acceso. ¡Cómo pasa el tiempo! Son cosas que no se entienden.
La razón que me dan es que tras la fiesta del Sacrificio -Eid El Keibir- parece que hay bastantes funcionarios que siguen de vacaciones, por lo que los trámites van más lentos.  Así que me toca resignarme y sacrificarme en un Hotel de lujo, junto al mar, con impresionantes cocineros y algo más.

Bonitos atardeceres y amaneceres de escándalo.
 
Durante el día, los 48 grados y la insoportable humedad, te invitan a trabajar desde la habitación.  El contraste térmico al salir al exterior, hace que se empañen las gafas, la pantalla del teléfono,…


A la tarde, no hay quien ande. Si es que hasta las palmeras del paseo, con la condensación, parece que lloran. Solo, cuando el sol decae, me dedico a dar sudorosos paseos, para estirar las piernas y no apoltronarme. Mucha agua para reponer los líquidos que empapan mi ropa. No hay un centímetro seco. 

No soy el único que sale. 
Se puede ver a los niños correteando, mientras son perseguidos por las cuidadoras, por la playa. Está vez parecen de la India. Tienen que desfogarse.
Los adolescentes que se ven jugando al voleibol, tienen claras sus diferencias en los atuendo. Ellos en traje de baño y ellas no. En el agua, es curioso verlas agarrándose fuerte, para no caerse de los “ski-bus” – una especie de banana boat pero más sofisticado- , a toda velocidad propulsadas por las lanchas rápidas.


Pero sin duda, el mejor momento del día, es el amanecer. Encontrarte a las cinco de la mañana, en la playa desierta, con ese espectáculo de luz y sonido, es un relax. Escuchando el movimiento del mar, se pasa el tiempo que da miedo. Las olas te calientan los pies, superan los treinta grados. Es decir,  las mismas sensaciones que en nuestro querido Cantábrico. Solo falta la buena compañía.



Esperaremos a mañana disfrutando de las ricas viandas.

































Ski-bus, 



Mantenimiento en una de las playas 


sábado, 25 de agosto de 2018

Fuegos de artificio


Ruidos de cohetes. 
Bonito colofón, trás casi dos semanas disfrutando de paseos, aperitivos y baños en familia en Castro Urdiales. Muchas risas y algún que otro traspié, dejando tocado el trapecio. Si es que en casa, siempre fuimos gente de circo. 



Como recomendación gastronómica, el Meson Chimbo en Samano. Aunque sea pleno agosto, no se puede dejar escapar el cocido montañés ni la tarta de queso templada. Yo me decanto por las carnes pero la mayoría opta por un pescado de primera. Una celebración con corbata, que me costará olvidar fácilmente. 

Las fiestas. Pues vamos cambiando, poco a poco.  Vamos ocupando nuevos roles.
!Cómo y cuanto crecen! 
Ahora les toca comenzar a remar, poco a poco, ellos solos.


Como el Emperador Constantino: Si no puedes vencerlos, únete a ellos. 
Madrugón para tomar el avión y retomar el trabajo. Intentando dormir. Imposible. Mejor disfrutar de mi final de fiestas, -primeras para algunos-, viendo los fuegos artificiales desde la cama en buena compañía.





jueves, 9 de agosto de 2018

Aguantando la ola, con calma


 
¡Ahí va la hostia!, Patxi . El Athletic otra vez campeón. Por lo menos está vez, habéis dejado que el árbitro termine el partido. – Me dicen con sorna durante la cena.
Pero, ¡Cuanta mala leche!
Empiezo la semana aguantando el cachondeo del triunfo en la "Euskal Herria Txapela" y continúo con la escapada del portero, dejando la cartera llena en casa. Según algunos, para comprar más boinas y para otros, más tuerce botas.


!A cuantos hay que abrir los ojos aún! 
En verano, además de novelas policiacas, habría que recomendarles que lean las memorias de nuestro glorioso equipo. Por oscura que sea la noche, siempre amanece. Estos seguro, que ni leen. 
No entro al trapo, que hay mucho contrario. Me limito a no decirles nada y decirlo todo, con un simple movimiento de cejas.

Mientras aquí el termómetro parece que nos ha dado una tregua en mitad del desierto, en la península la misma sensación térmica es una alarmante ola de calor que abre todos los telediarios. Me imagino que será a lo que estés preparado. Aquí la gente está aclimatada y soportan los 50ºC, así que cuando solo tienes 42, refresca. Será como las olas de Biarriz y las de Castro Urdiales. Todo son olas y depende a lo que te acostumbren.







Foto de nube, ¿Qué veis?




 A mí me llegan mensajes codificados del cielo:
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Hay que descansar y recargar las pilas como el conejito de Duracell