Vuelta a África.
Tassili Airlines
es el mejor túnel del tiempo. Desde el aeropuerto de Houari Boumediene me
traslada a la mitad de la nada. Un
paraje desolador, donde si quieres descubres la alegría por las aceras.
No dejo
de encontrar en cada sitio motivos por los que quedarme un momento aguantando
la respiración. Curiosamente, pensándolo ahora en mi habitación, me sentía mejor
allí que en medio de las “comodidades y lujos” del campamento.
Aquí rápido te
adaptas a levantarte antes de que amanezca, esperando que el día que está por
llegar sea mejor que el anterior. Mucha oscuridad, salvo la claridad de la luna
entre unas pocas nubes. Mucho contrario de mí mismo continente.
Un buen resumen: una semana a la contra. Ya
sé que en estos sitios hay que procurar hablar poco y escuchar con atención pero
hay veces que no se puede.
Opinando distinto, viendo lo que otros no
ven y disfrutando de lo que otros ni si quiera lograran imaginarse nunca,
porque tienen la cabeza apuntando a sus tobillos, es muy difícil mantener la
boca cerrada.
Casi siempre hablar, es dar armas al
contrario. Solo me falta cruzarme con un vegano y decirle que lo que está
comiendo es cuscús con cordero. Mucho cordero. Seguro que también me lo niega o
por lo menos lo discute con alguna teoría irracional. Mientras come, su teléfono le tapa el plato.
Bueno, me he pasado con el ejemplo. ¿Será que estoy añorando la comida del
viernes? No falla, todos los viernes ponen cuscús y lo bordan.
Los que asumen restricciones alimentarias
como una opción personal y estilo de vida, nunca se equivocan en este aspecto,
a no ser que no estén muy convencidos. Y de ese tipo de personas, las que
picotean de lo animal en el buffet, antes de llevar el plato a la mesa,
haberlas, las hay, que yo las he visto, escondiendo lo prohibido.
El cambio de
tiempo, desde mi anterior visita, nada inusual para esta época del año en mitad
del desierto, ha traído de vuelta a las pesadas moscas. Las hay a cientos.
Foto de nube, ¿Qué
veis?