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martes, 28 de noviembre de 2017

Entrada a buen puerto: Distrito Cultural de Abu Dhabi


Mientras se acerca el momento de la salida, el tiempo ha mejorado. Desde la cubierta del barco, viendo posiblemente la isla por última vez, soy consciente de lo que mi cerebro me está haciendo. Me entra morriña al cerrar una etapa, cuando durante tantos días, no se me había pasado por la imaginación. Esto es lo que sucede cuando no tienes con quien hablar, rodeado de trabajadores sonrientes que regresan a casa con sus maletas, sacos, las bolsas de la mantas SSQ (Super Soft Quality) y los de menos nivel, con sus bidones reciclados de material de construcción de 28 litros con todas sus pertenencias dentro. Una buena mezcla de personas, ropas y valijas.

Realmente no sé cómo se cuenta el tamaño de las olas, porque no se ven. Si es por el vaivén del barco o por el mareo de los pasajeros. O igual no son olas. Dentro no puedo estar, se mueve demasiado y fuera el agua pulverizada te anima a meterte dentro. No le cojo el ritmo. Los labios me saben a sal. El compás nunca ha sido lo mío. Concentrado en el horizonte, como vigía buscando alguna novedad. Me falta mi hermano, más rioja y más comida. Eso sí que era una buena tripulación. Al final casi cinco horas en tensión. El viaje mejor soportado de lo esperado, sea todo por volver a casa

Ser recibido en la bocana del puerto de Zayed por 9 cazas del ejército de UAE sobre tu cabeza en la proa del mercante, impone y no sabes lo que se te pasa por la imaginación cuando los ves acercarse. Es una maravilla ver las acrobacias que pueden hacer, aunque no sepamos distinguir si son los aviones americanos (F16) o -la opción más aceptada por el resto del entendido pasaje-, los aviones de fabricación francesa (noseque 2000). Esperemos que les salga bien la demostración en el 46th National Day Celebrates, porque a mí me parece que vuelan muy juntos y demasiado rápido.

Junto al puerto, están creando el Distrito Cultural de Abu Dhabi, en la Isla de Saadiyat, donde aprovecho a realizar la visita al museo del Louvre. Los franceses se saben vender muy bien y han creado un museo espectacular para el país, poniendo otra vez la cultura francesa en la cima de este mundo moderno.
Tienes obras impresionantes de todas las culturas y de todos los tiempos. Un solo cuadro de los que están aquí expuestos (Manet, Van Gogh, Rodin, Picaso…), generaría colas en cualquier población europea y aquí se disfruta sin ningún tipo de aglomeración. Por cierto el “Family Tree” de Zhang Huan, se merece el espacio que ocupa, aunque la obra que más me llama  es el ”Young Emir Studying 1878”, que me recuerda a casa,

 Si te fijas el plano que te dan, se parece al de una ciudad, rodeada por el mar. Las salas son acogedoras, todas distintas unas iluminadas, otras en penumbra, otras oscuras. Cambios serenos entra los doce periodos, de lo que va la exposición. Desde el inicio del hombre hasta lo más reciente. Me llama la atención, aunque se entiende el brete en el que pondrían los dueños del museo a los encargados del préstamo de las obras, lo púdica de la elección, con muchas hojas de parra y telas en las parte nobles.
Pero en el momento de terminar y pasar el cartel de EXIT, el vigilante de la puerta se ríe cuando se me escapa un expresivo ¡Guala!
¡The best for the end! - Parece que tiene la frase preparada. No soy el único que se sorprende y aún está animado, solo lleva dos semanas desde la inauguración del museo (Como el metro de Bilbao el 11 del 11)
 

La luz atravesando, la inmensa cúpula de casi doscientos metros de diámetro, que cubre todo el museo, es un espectáculo. Son miles de estrellas formando el enrejado de la cúpula. Como aquí en teoría no llueve casi nunca.  No me imaginaba que el cascaron de tortuga que parece desde fuera, tuviera esa capacidad de asombrarme. Por el momento no hay mucha publicidad, yo casi me lo pierdo, menos mal que un amigo de Bilbao de toda la vida, me aviso de la inauguración que sino ni me entero.

 
Como anécdota, La entrada es una postal y pone que pases por la boutique del museo, para poner un sello y que inspires a otros compartiendo la belleza… La chica, toma la entrada, mira en el ordenador, se encoge de hombros y me dice que ellas no venden sellos.

No tenía cámara, por lo que he pedido a tres que me saquen foto: a un americano a un francés y a una china. Si alguno cumple y me la envía ya es otra cosa….Por ahora las fotos de la red.
 


        Sébastien Bon photographe et meilleure personne.         Merci beaucoup, pour le souvenir merveilleu

jueves, 16 de noviembre de 2017

Rialto no se toca


Sin ningún plan establecido, más que aprovechar cada momento, cada calle, plaza o canal que merezca recorrerse. Mucho por ver y recordar en Venecia, pero al intentar plasmarlo en estas notas, se eclipsa ante las risas contagiosas.




El lunes, las lluvias y fuertes vientos hacen de las suyas. Buscamos refugio, por los callejones estrechos, donde hay que ir atentos, esquivando algún que otro desperfecto. Dominando a los paraguas. Sobrecogedoras las botas para el “acqua alta”. Polainas con suela de goma que ridiculizan a los turistas. La inversión de 9€ que me salva de un constipado. Ande yo caliente, y ríase la gente.
 

 
 
Yo me quedo con la pequeña Iglesia de San Salvatore.  La oscuridad del lugar y el sacristán retirando las velas antes de que se consuman, contrastan con la magia al introducir la moneda de euro, alegrando al vigilante e iluminando las pinturas de Tizanio, aunque yo me quedo con el colorido y alegría de Giovanni Bellini, en el cuadro de la Comida en Casa de Emaús.


En las guías turísticas además del spritz (una opción recurrente con precios dispares, dependiendo de la zona, pero una misma receta: Hielo, rodaja de naranja, 3 partes de prosecco, 2 partes de Aperol y 1 parte de soda) que nos ilumina el espíritu entre los callejones, tendrían que recomendar ir con un frontal por Venecia ya que muchas veces no es suficiente. En esta época del año, anochece muy pronto y la iluminación brilla por su ausencia, aunque no nos impide -en plena noche- disfrutar de las pasarelas de moda. Alegría desbordada y algo más.  Esperemos que no esté recogido en ninguna cámara de seguridad.  


 


La recomendación gastronómica es difícil. Hemos comido bien en todos los lugares elegidos pero extrañamente ninguno me ha complacido al 100%, por eso me quedo con los aperitivos y los chichetis previos. Marca la diferencia el pincho de pulpo de Al Timón (Fondamenta deglo Ormesini 2754) regado con un vino roso de garrafa, en las cómodas mesas del interior.




Nos despedimos de la ciudad con aire fresco y buen tiempo en el mercado del pescado de Rialto, una gozada. Esperemos que las distintas normativas no hagan desaparecer este mercado y sigan permitiendo disfrutar de estas tradiciones.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Retrasos hacia Abu Dhabi


Estaba pensando en las cosas que me sacan de quicio: ultimamente son las prisas y en todo lo que hacemos por culpa de los retrasos.
 
No me acostumbro a llegar corriendo, pero peor  llevo el estar con el alma en vilo, elucubrando planes alternativos por llegar a perder un enlace de avión y liando a todo el mundo.
 
 Y en los últimos tres viajes, pleno. Esperemos que cambie la racha.


Esta vez ha sido la famosa niebla londinense lo que originó tremendos retrasos en el enlace de Madrid. Menos mal que voy conociendo poco a poco los privilegios de viajero frecuente y ganando inmunidad antes las protestas airadas contra mi persona, al creer que me cuelo por mi cara bonita.
Pero bueno, al final conseguí el objetivo, de entrar en el vuelo.  No sé lo que les debieron decir a las azafatas, pero fue un gran ejercicio de contención el tener que rechazar en innumerables ocasiones el champagne incluido en el billete de bussines, decantándome por el agua mineral. Al final todo bien y llegué a dormir a mi destino.

Tras el paso por el hotel, vuelta al desierto. Un gran ambiente en Abu Dhabi. Durante un rato disfruto del silencio. Algo así puede pasar en este asombroso lugar. La gran luna iluminando el campamento cinco estrellas donde estoy alojado, las sombras de los camellos y los platos de lujo que prepara el cocinero italiano, marcan la diferencia.
 

Llevo una temporada de maleta caliente, nada más llegar de un viaje de trabajo lo enlazo, con uno de placer. Menos mal que tengo ayuda para colocar todo en la que comienza a ser mi baqueteada maleta.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Madrid de Genova a Ponzano


Un día de trabajo en Madrid. Me da tiempo para absorber otras realidades, otros ritmos, aunque me parece difícil que me acostumbre a ellos.

 

“Hacer” tiempo es fácil. No hay quien calcule lo que puedes tardar en Madrid, pero siempre hay algo que te distrae.
 
Tomarte otro buen café con un espectacular sándwich de pollo al curry del restaurante Rodilla o quedarte calculando el colorido que dan las banderas rojigualda que salpica casi cada edificio del centro o ver en acción a los periodistas que pasan de 0 a 100 en un segundo.  De estar apoltronados, a que de repente se ganan el puesto al sprint, para dar una noticia en la calle Genova, al reconocer al político desde la lejanía.

Aunque lo mejor de todo: el reencuentro, recorriendo los bares de la Calle Ponzano, con una mujer casada y descubriendo El Primer Beso de Valdemonjas. ¡Que peligro! Como entra de fácil este Ribera.

Bonita experiencia en La Sala de Despiece . “El tapeo” es un espectáculo, con mucho soplete. Aunque yo me imaginaba más cuchillo.
Lo que más nos gustó:  la Trufa Azteka: una carne de vaca adobada, con chiplote – a la que tuve la suerte de salvarle del cilantro en el último momento- que se coloca encima de unas finas capas de nopales (la chumbera) al tequila.
 



Solo lo recomiendo para dos que les guste la barra de un bar, con mucho servicio y al que no le importe el roce. Parece una delegación de naciones unidas, el local es muy pequeño y estás atento a todas las conversaciones.