Cultura, comida y sobre todo, la gente mucho más amable de lo que yo me esperaba. Me he quedado con ganas de regresar, pero a otro ritmo, vamos, de vacaciones, sin trabajar. La estancia en Plock ha sido bastante intensa, durmiendo poco y mal. No ha sido una de las mejores elecciones de hotel, pero en fin.
En
la plaza del ayuntamiento, una triste melodía lo invade todo. Un solo de
trompeta, que no consigo saber de dónde viene. Me cuesta, pero al final,
levantando la vista, viene de la torre del ayuntamiento.
Medio
día. Función completa. Del reloj salen 2 muñecos- Vladislao y Boleslao - que
reinaron de 1079 a 1138. Años en los que
Plock, fue la capital de Polonia. Yo ya me esperaba la imagen de Juan Pablo II,
porque como las empanadillas, está hasta en la sopa. Sus sarcófagos - que
parece que se van a caer- están en la Catedral de la Virgen de Mazovia, que
está pegada al castillo que domina, desde la colonia, el muelle sobre el
Vístula.
Casas con colores tranquilos, la gente de cháchara, aprovechando que aún no llueve. En el numero cinco de la calle Grodzka - la más antigua de la ciudad - nos comimos un pato asado con manzanas y remolacha frita, que creo que es el más jugoso que me he comido nunca.
De
regreso a la capital para tomar el avión, unas horas de turismo.
Palacio de la Cultura y la Ciencia |
A la mañana, en los subterráneos, mujeres vendiendo ropa al “menudeo”. Saliendo de los carros de la compra o en percha en las manos, tres camisas un jersey o una colección de bragas tremendas. Otra realidad. La crisis parece que está apretando y la subida de los precios, se nota en las corregidas cartas de los restaurantes.
Venía
con la idea de un país reconstruido a lo soviet y para nada. Las tristes
imágenes que se ven en distintas zonas de la ciudad no dejan lugar a duda, de
lo que debió ser el gueto con su muro y la destrucción total al terminar la
guerra, pero el bueno de Jan Zachwatowicz -el arquitecto que reconstruye
Varsovia- basándose en fotos y cuadros
antiguos, hizo un trabajo espectacular. Da gusto pasear tranquilamente por las
calles empedradas del centro de la moderna ciudad antigua.
En la plaza Rynek Starego Miasta, siguiendo las acertadas indicaciones de Josemi , en el Bazyliszek disfrutó de una costilla con miel y nueces que son dignas de probar. Un espectáculo. Cuidado los precios no van acorde al tamaño de las raciones, dejandome en varias ocasiones mal, por no poder terminar lo que he pedido...
Para consuelo de unos y desgracia de otros, son siempre muy grandes.