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domingo, 25 de junio de 2017

Eid Al Fitr en Argelia



En estas remotas tierras, la luna creciente es la que manda. El satélite se ve, por lo que en consecuencia la fiesta debe celebrarse para todos los musulmanes.



A las seis de la mañana, se han juntado todos para realizar los rezos. Se escuchaba más que nunca –desde los distintos campamentos- a todos los devotos al coro: ¡Alla hu akbar!. Impresionar, lo que se dice impresionar, impresiona. En mitad de este desierto, con la luz del amanecer de telón de fondo, escuchar esos canticos es una experiencia sobrecogedora. Te quedas con la sensación de que a nosotros los cristianos, hoy en día, nos falta algo.



Egoístamente, un poco de pena ya me da, al terminarse los treinta días de ayuno del Ramadán, significa el adiós a esos deliciosos dulces que he estado saboreando todas las noches.



Desde el punto de vista gastronómico, que siempre nos afecta, este primer día del noveno mes el (Shawwal) del calendario musulmán, comienza con un desayuno muy especial y no hay que olvidar que ya empieza la cuenta atrás, para los setenta días de la fiesta del sacrificio y el famoso borrego. 



Más de uno se ha levantado con algún problemilla estomacal.





Con las altas temperaturas, superando los 50ºC a la sombra, yo sigo jugándomela, aunque por el momento he descartado los huevos del menú. Confió en que el Dukoral me siga protegiendo de las diarreas del viajero, pero no hace milagros.

 
 







 
 

lunes, 19 de junio de 2017

Biarritz, la tradición del lujo surfero


 

 

El viaje ha sido como en los 80, ventanillas bajadas y la radio a tope. Otra vez de camino hacia Francia, se nos estropea el aire acondicionado del coche. Estamos recocidos, el viento es lo único que refresca este bochorno.

Los viajes a Francia son una gran parte de mi niñez. Momentos de compras: grandes vicios, pequeñas fortunas gastadas en pitufos y en alguna que otro crep de chocolate. Mi subconsciente me traslada a las meriendas en casa saboreando los Pépitos de chocolate negro (con acento en la é) y el queso fresco liquido azucarado de litro.

 
En Biarritz en la escena cotidiana se palpa el lujo, mezclado con la despreocupación del veraneante surfero. Desde el puerto viejo hasta la antigua residencia palaciega de la emperatriz, todo queda bien en este ya no tan pequeño pueblo, formado por una amalgama de casas de veraneo de personas adineradas.
En el “Port des Pêcheurs”, no queda ni un bote de pesca y sus casas han sido reconvertidas en restaurantes, pero te haces una idea de lo que debió ser esta bonita zona.Me encanta el mar. Te puedes perder con solo mirar la línea del horizonte, hasta que sientes cómo te mira a ti.

En cuanto a la recomendación gastronómica, la verdad es que disfruté muchísimo de los Cervelle meunière de veau ou beignets del Les Colonnes Restaurant Biarritz (4 Avenue Edouard VII). Unos sesos de ternera, sin trocear. Sí, soy un sibarita. Aunque está vez, el servicio bastante flojo para los precios en fin de semana. La camarera masticando groseramente un chicle, se quedaba mirándonos como preguntándose: << ¿Estos tíos no se van a decidir nunca o qué?>>


Mis hijos con toda su sabiduría, no se lanzaron a hablar en francés así que terminamos tirando de mi inventiva. Como le hacíamos tantas preguntas sobre el contenido de la carta, peor nos contestaba…Al final, menos mal, se decidió por traernos el menú en castellano.

Como imagen, de la escapada, me quedo con el abrazo rápido de complicidad que se dan al despedirse los hermanos al recoger la pequeña maleta del coche y la mirada atrás. Parece que no estamos haciendo tan mal las cosas. 
 
 

 

lunes, 12 de junio de 2017

Abu Dhabi y el proceso de levantar el vuelo


 

 


 

¿Se puede saber qué haces aquí? - Me gritan por la espalda un compañero sorprendido.

 

¡Viendo la vida pasar!- Contesto tras devolverme a la cruda realidad, escapándome de mi lento mundo interior. ¿Es qué no pueden entender, que prefiera estar solo, soportando las altas temperaturas, con el viento en la cara, que sufriendo las inclemencias de la cabina, acompañado por unas docenas de obreros sudorosos y poco aseados?

 

Estoy volando Jack, ¡Estoy volando!- Me contesta, con una sonrisa.

Le debo mirar con cara de pocos amigos, por lo que me explica la escena de la película del Titanic y las risas que estarán haciendo los obreros -congelados con el aire acondicionado dentro del barco- mientras nos ven a los dos en la proa, con el viento en la cara.

Algún día tendré que esforzarme por ver esa película, aunque no creo que sea de las elegidas para ver en casa.

 

Con lo de volar, parece que ni a propósito. A pesar de lo que se puede prever, por ser una zona petrolífera, lo que tenemos por delante es un verdadero documental de National Geographic.


 
 
 

 
 
La cantidad de animales que se cruzan en cada travesía, hace que merezca la pena.
Hay unos “peces aguja” de casi un metro – parecen un tubo gris, de cuerpo largo y casi cilíndrico - que en lugar de alejarse, se nos cruzan. Pasan a una velocidad del demonio, por delante del barco y salen lanzados del agua moviendo rápidamente la cola, a un metro de altura. Cuando están próximos golpean con la cola en la superficie y salen lanzados de nuevo, sin tener que sumergirse en el agua. Como si alguien estuviera jugando con ellos, como cuando se lanzan piedras planas al agua para hacerlas rebotar para hacer ranas. El día que la mar está calmada van dejando las mismas hondas escapándose a unas distancias de mas de cien metros.  Viéndolos no puedes dejar de sonreírte.
Alguna “tortuga gigante”, con problemas a la hora de sumergirse, sorprendidas por nuestra presencia, intentando por todos los medios hundir el trasero, pero le vuelve a salir a flote. A lo lejos se ve el ataque voraz de algunos delfines, -según unos-, o tiburones, -según otros-, dándose algún atracón, montando auténticos torbellinos que se ven a la legua.  Por cierto, ya he aprendido de mi último viaje y ahora no se me olvidan las gafas. Son como una prolongación de mis ojos.
Aunque el Golfo Pérsico, sea un plato comparado con el Cantábrico, el entrenamiento está siendo intenso con tanto viaje de isla a isla. Yo creo que ya estoy preparado. Espero que este verano “alguien”, se atreva y me lleve a la pesca del bonito del norte. Y si no entra, pues merluza, pero hay que comenzar a levantar el vuelo..
Seguimos de Ramadán y como el año pasado, me toca en un país tolerante. Esperemos que siga así, y no se complique el tema, porque cada vez está más caliente.