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viernes, 27 de mayo de 2022

Oman, vientos del oeste

 


Los pelícanos blancos se aprovechan de la situación. Con paciencia se ven saltar del agua bancos de peces.  Playas poco pobladas y con mucha vida. Donde termina el desierto comienza la playa, hay que fijarse bien en el cambio de color, un poco más blanco la arena marina. Poco contraste, demasiado poco para mi gusto después de ver las alfombras verdes de Azkorri. Según dicen -aunque parezca un lejano futuro - el próximo Dubái. Cadáveres resecos nos recuerdan el ciclo de la vida.



Ruido y más ruido. No hay quien duerma con estos aires. Los que azotan la ventana en primera línea de playa y el de dentro de la habitación.  Sin duda, un día no muy lejano, nos usaran para algún estudio científico. Está claro que todos estos cambios de horario, temperatura, humedad, presión atmosférica y los vuelos nocturnos de largo recorrido nos están afectando irreversiblemente, porque no puede que nuestros achaques sean solamente atribuibles a que los años vayan sumándose inexorablemente al DNI.

Temporada de viento, arena y altas temperaturas. Una mezcla que no se la deseo a nadie. Es como intentar concentrarte dentro de una secadora. Pensándolo bien, es lo que realmente haría falta cuando llegas empapado después de


los paseos por obra. Comprendo porque algún tipo de vientos, fueron considerados atenuantes en los casos de asesinatos.

De visita por la vida, Duqm ciudad sin … por ahora parece que carece de casi todo y por no tener, ni se ven ni niños. Solo trabajadores y algún árbol bien protegido. Nos quedamos sin recomendación gastronómica.

Lo mejor la caza del fósil. Sorpresas te da la vida.


lunes, 9 de mayo de 2022

Checan- en el antiguo Perú

Comienzo este viaje sabiendo un poco mejor que es lo que es importante, con el corazón un poco más encogido. Sensaciones contrapuestas, intentar explicarlo sencillamente, no es tan fácil. 

En pleno corazón de Barranco, no dudo en aprovechar la oportunidad que me brinda el Puente de los Suspiros y lo atravieso aguantando la respiración, ya que según cuentan, se cumplirá el deseo que pida. 


        ¡Compañero! Casi no llegas al final del viaje- . Le digo mientras se intenta recuperar, robando bocanadas al aire de Lima, junto a La Ermita de adobe.

Que viva el checan (amor en lengua muchik) y que espere tranquila la serpiente con su amiga, la araña, en el subsuelo. Como todos tenemos que ir, que nos reserven un buen sitio, pero que no tengan prisa, que aún nos queda mucha alegría que repartir y deseos por cumplir.

 

Aquí en Lima, se nota más actividad. Es el fin de semana del “día de la madre”.

De camino a la preciosa casona virreinal del Museo Larco, el taxista no puede contener la emoción y nos cuenta, en media hora, su vida. ¿Por qué a nosotros? El destino se ríe de nosotros. Cansados y escuchando tragedias. El parecido con el padre, que les abandono, le marco su infancia. Su madre lo aborrecía y se centraba en los cinco hermanos mayores. Nunca se sintió querido. Hasta la ingrata vendió sus tierras, para no tenerlo cerca. Nosotros, en el asiento de atrás, no sabemos dónde meternos. Continua de desdicha en desdicha. Y nosotros sin escapatoria. Afectado nos comparte que hoy, tras cincuenta años, su madre le había dado el primer beso que recuerda. En un momento, todo le había cambiado, estaba como en trance. 

Dando gracias por salir del taxi, bajamos acompañados de una retahíla de consejos no pedidos.

 ¡que vidas!

 

Bueno, al grano.

El museo merece la pena -aunque no esté en un buen barrio- tanto por su jardín, como por el contenido. Fácil de ver y de comprender, retazos de la impresionante historia del antiguo Perú. Lo importante era la agricultura y la fertilidad, bien mezclado con la muerte. Aunque a alguno lo que más le impresiono fue el bar, con la mayor variedad de piscos del Perú.

 


En la capital gastronómica del mundo, vale la pena pasear y disfrutar de los detalles. Me encantan los bares con solera, sin dudarlo: Una cerveza helada en El Cordano, en el centro.

Poder disfrutar de experiencias del pasado. El rey de la comunicación de la noche: Amado. ¡menudo repertorio! Me rio yo, del Spotify premium. Alegrándonos con su guitarra. No duda en recordarme entre canción y canción que él, en ese momento es parte de mi vida.

 


 En cuanto a la recomendación gastronómica, el Restaurante Panchita (Calle 2 de mayo 298, Miraflores), aunque fui buscando roedores, -el super cuy crocante se había acabado- terminé cenando sangrecita acompañada de yuca y una panceta crocante, que más bien era un cochinillo asado que quitaba el sentido.