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lunes, 22 de abril de 2024

Mexicali

 De regreso a Mexicali. Muy a gusto con el clima, en la capital de la Baja California. Entre Mexico y California, por eso el nombre.


Buen tiempo, mucho trabajo y algún que otro lío. Pero mucho más tranquilo que en otras ocasiones, o es qué nos vamos acostumbrando. Alguna que otra sirena y luces nocturnas, pero no va con nosotros. 

El subidón de adrenalina esta vez, comienza en el regreso.



Interminable. No se puede decir que la atención de la aerolínea nacional, esté a la cabeza de las compañías que normalmente usamos.

 Correr por el aeropuerto de Benito Juárez, a pesar de la altura- a más de 2000 metros – fue insuficiente, no consigo tiempo de récord. Me cierran la puerta del avión, literalmente en las narices.  Pierdo el enlace y con ello el partido en San Mamés.

Como me dicen, tras el enfado, viajamos con un solo objetivo: volver con las evidencias suficientes de lo bien que estamos en casa.

 

Odisea para conseguir viaje de regreso vía Monterrey. En el aeropuerto cambio de terminal, sufrir el caos de tráfico de esta mole de ciudad y unas horas de “descanso” en el ruidoso Camino Real. 



Aunque no hay mal que por bien no venga, la recomendación gastronómica es gracias a perder la conexión, en el restaurante “Cualli”. Para empezar unas tostadas de atún con aguacate, salsa mexicana, jugo de limón y cremoso de habanero. Impresionante. Seguido de un delicioso molcajete mar y tierra “platillo tradicional mexicano que combina lo mejor de ambos mundos”.

Según indica la carta, 360 gramos de proteína.

Yo creo que alguno más. Una bomba para la cena:  cecina de Yecapixtla, arrachera, camarones, pescado, chistorra y pechuga de pollo marinada. Te lo sirven en el mortero hecho de piedra volcánica, que mantiene mucho el calor.


Madre mía. ¡Que riqueza gastronómica tiene este gran país!

sábado, 13 de abril de 2024

Canadá Eclipsado. Aúpa Athletic

Todos hacen una doble comprobación. En este viaje parece que es lo habitual. A la hora del embarque, en las cuatro ocasiones han mirado la fecha del documento. No ha pasado ni un mes desde que me lo saqué. Comentarios dispares, pero lo que está claro que mi bigote no deja indiferente. La persona del pasaporte no se parece al doble del torpe e incompetente inspector Clouseau que se topan delante.

 


No debería estar en Canadá, a miles de kilómetros de casa. Momentos históricos.

-        -   Eclipse solar total, el primero que se ve en Canadá desde 1979.

-         -  El Athletic eclipsa todas las noticias de mi mundo, celebración copera desde 1984.

 

Como al inspector, esperemos que todo se resuelva con éxito, aunque sea por casualidad. Después del triunfo, en casa se está sacando la innombrable. La gabarra por el Abra y yo en Fort Mc Murray, donde tampoco consigo ver el fenómeno astrológico. Estoy demasiado hacia arriba en el polo. Solo es un eclipse parcial.

 


Un sindiós y me toca también el dia del Poutine. No tenia ni idea de la existencia de este plato nacional canadiense. Unas patatas con queso fresco, una especie de cuajada.

Aunque la recomendación, sin duda es la bebida, el famoso Caesar… A base de vodka, clamato , tabasco y salsa inglesa. Con el borde del vaso con su sal de apio, la rodaja de lima y el tallo del apio. Una delicia el del Earls (9802 morrison street), también estaba buena las 9 onzas del “Canadian Prime Sirloin”, pero  los honores “al Cesar lo que es del Cesar”.




miércoles, 3 de abril de 2024

Riga - contrastes en la joya del báltico.

 ¡Menos mal que habéis venido , y así poder conocer Riga! - se despide entre risas, el mayor de la saga.

Es lo que tiene ser un estudiante de Erasmus. No hay tiempo para todo y hay que fijar los objetivos entre tantos planes .¡Divina juventud! ¡Cómo pasa el tiempo!

Un gran viaje. Otra capital europea y muchos buenos momentos para la mochila de la familia.

Lo que más me llama la atención es el contraste entre las distintas zonas de la capital de Letonia.

La zona rica plagada de coches de lujo - ruidosos - entre los bonitos edificios modernistas “Art Nouveau “, las afueras con sus barrios tranquilos y como no podía ser de otra manera, las estaciones con el barrio degradado, inhumano y feo, donde florecen los borrachos meados , en cada esquina.

Hay bastante contraste también entre la zona medieval, las casitas con bares que recuerda a Alemania , las construcciones del periodo soviético y la preciosa y moderna biblioteca que se engrandece por dentro .



 Muy agradable ir visitando el casco antiguo , los mercados, ( el más bonito es el de Āgenskalns), las iglesias (no perderse la catedral con su claustro y el órgano antes de que se caiga) , los palacios (el castillo de Riga con la bandera baja porque no está el presidente) y las casas antiguas (la de los tres hermanos) .

 Aunque lo que más nos gusta es la fiesta popular del Domingo de Pascua en el Museo Etnográfico al aire libre.


En este día, se convierte en un gran mercado de artesanos, campas con columpios grandes y muy grandes, bailes folclóricos y canciones. Somos los únicos guiris participantes en esta fiesta, que me recuerda a nuestro Santo Tomás.

 Buenas y antiguas tradiciones de Pascua en la naturaleza marca el momento en que la luz supera la oscuridad.

 


Según dicen balancearse en los columpios gigantes es levantarse hacia el Sol, es un acto simbólico que se supone que estimula las fuerzas del renacimiento y la fertilidad. Una acción que armoniza el mundo, que implica tanto un movimiento ascendente como un descenso elegante.


 

En cuanto a la recomendación gastronómica, no ha sido fácil ponerse de acuerdo pero nos quedamos con el restaurante georgiano, Alaverdi . No hay que perderse el Ajapsandali ni las Jachapuri Alaverdi. Comimos para la familia , cinco entrantes y dos platos, no sobrando nada . Un acierto. Local elegante, buen género y muy bien atendidos. Lo único malo que la cocina cierra a las 21:30.

 

Un lujo de viaje en familia.

 

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