Este sábado, con la excusa del partidazo entre el hemisferio norte contra
el hemisferio sur, escapada otoñal a la capital de Irlanda. Dublín en estado
puro: Pubs y Rugby.
Se han cumplido las expectativas: comer, beber y poco que ver. Con el buen
tiempo que hemos tenido, invita a pasear. Las distancias son cortas. No es
ciudad de mercados bonitos – se puede prescindir de la visita al Temple Market
y el Designer Mart at Cow’s Lane- y aunque hay que ver las catedrales, no son
espectaculares. Así que se puede decir que nos hemos centrado en los bares y en
el rugby, que para eso íbamos.
La recomendación del bar no es fácil, pero por votación popular es el M. J. O’Neill (en la
esquina de Trinity College y Grafton Street). Desde fuera parece un pub normal,
pero dentro es un lugar interminable, con distintas zonas, - de subida y de
bajada- múltiples barras, y mesas para estar en cuadrilla o en plan parejas y
bastantes taburetes para tomarte tu pinta viendo el rugby o escuchando al
grupo que toque. Sirven comidas a un
precio razonable - “self service”. Los sándwiches -eliges los ingredientes
sobre la marcha- también son una buena opción.
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Merchants Arch- Escalera interior que conduce a los inmaculados aseos |
Moverte por los bares, es una prueba de orientación en sí mismo, aumentando el nivel de dificultad a medida que consumes las Guinness. Los pubs, al igual que nuestro hotel, están diseñados como una prueba de escape. Te da la sensación que no encontrarás el camino de vuelta, parar llegar a cualquier parte.
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The Brazen Head Menu 1199 - El Pub más antiguo |
Una ciudad cara, llena de personas amables y con ganas de entablar conversación.
Hasta la policía intentaba ayudar al Francés del grupo, para facilitar el acceso
al Aviva Stadium.
Escuchando el campo rugir, te das cuenta lo importante que es este deporte
para esta gente. Sin jugarse nada, parece una batalla campal. Moles a toda
velocidad, luchando como gladiadores, animados por sus aficiones.
Después de ochenta y tantos minutos, con tensión hasta la última pérdida de
balón y unas cuantas pintas, a cualquiera le vuelve a entrar el hambre, aunque
parezca increíble.
La marea irlandesa llena todo a su paso. Cuando todo parecía
perdido, otra vez la suerte de nuestro lado, una milagrosa cancelación de
último momento nos permite seguir con una cena relajada – acorde a nuestra edad
según la amable camarera- en el Hugo´s . El venado
con salsa boloñesa y chocolate, espero que tardé en huir, de mi fugaz memoria.
Ganar, empatar o perder,... (Creo que yo era el único que estaba con los
negros). Pase lo que pase, fines de semana como este, hacen que merezca la pena
venir hasta Dublín en buena compañía.
En el aeropuerto, con la pena de no haber podido ver a los de Nueva
Zelanda, intentando cuadrar agendas para organizar otra escapada, aunque sea
para verles en Roma, aun nos quedaba otra sorpresa.
La jefa de la expedición, reconoce a los jugadores en el control de
seguridad ¿o es al revés? Si Barret, Savea o el mismísimo Kieran Read –el capitán-
les hace ilusión sacarse una foto con la hooligan del Getxo, ¿Por qué vamos a
quitarles la ilusión?
Desoyendo las instrucciones de los vigilantes- la suerte estaba con
nosotros ya que también eran amables- , aunque estaba claramente prohibido, nos
vamos con el mejor souvenir: fotos en el área de “security” para el recuerdo.
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Beauden Barret - Mejor jugador 2016 &2017 |
Esta vez sí que eran los de Rugby. Cuerpos inmensos y algún que otro punto
de sutura por la cara. Con caras amables posan tranquilamente con todo el que
se lo pide. Parece que no sean las mismas “super estrellas” que ayer estaban
haciendo la “Haka”. No es normal, verles hacer cola en las tiendas de comida
del aeropuerto, como los simples mortales, intentando ingerir comida, entre
foto y foto, como si ayer no hubieran competido.
Después de la primera derrota en campo Irlandés de la historia, un gran
ejemplo de deportividad.
Algún día espero entender las reglas.