Tras declinar la invitación lo más sutilmente posible, me vi envuelto otra vez en un acto social de la compañía, para la entrega de unos presentes a la comunidad cercana, por el día de la madre.
El tono y el comienzo del discurso, haciendo referencia a las cobardes fuerzas realistas españolas, que masacraron a cientos de mujeres en la colina de San Sebastián al intentar defender la ciudad de Cochabamba en 1812, me hicieron buscar en mi memoria, que se mezclaba con los recuerdos actuales, la sensación de encontrarme en el lugar equivocado en un momento inoportuno. Pero está vez no fue ocasionado por mi despiste, como en el aeropuerto de Jeddah, cuando me monte en el autobús asignado para las mujeres, sino más bien, por la insistencia de algún mal intencionado que quería pasarse un buen rato a costa mía.
Yo, sentado en el lugar de honor, en la mesa presidencial con todo el colegio formado delante mio y rodeado de 120 madres, sentadas a ambos flancos y detrás de mi posición. Viendo el cariz que tomaba el mitin nacionalista, preferí poner mi mirada solemne y vista al frente, no sea que algún movimiento extraño por mi parte, diera pie a malos entendidos.
Cuando pensaba que ya habíamos terminado, escucho por boca del organizador mi nombre y nacionalidad por los altavoces, cediéndome la palabra por si tenía algo que comentar.
Aquello era ya demasiado.
Pero cómo carajo pueden saberlo- pensé ingenuo de mí.
En un primer momento valoré declinar la oportunidad de expresarme, pero vi la cara del resto de personas sentadas en la cabecera. No dejaba lugar a dudas. El señor tenso, tendiéndome el micro con la mano extendida. No debía de dejar de agradecer tal honor.
Hable lo más despacio y tranquilo posible, sobre la importancia de mi madre en mi vida. Con toda la cautela del mundo, intente hacerme con las miradas de las mujeres más cercanas, hasta ver sus gestos de aprobación en sus caras, con lo cual terminó mi improvisado discurso, dando paso a las actuaciones de cada curso de alumnos con canciones, teatros, bailes tradicionales, poesías,… terminando el acto con la entrega de presentes.
La recomendación culinaria del día- Sábalo a la parrilla. Para ser un pescado de río, es bastante agradable de sabor y de textura. Mucho cuidado con sus abundantes espinas,así que es imprescindible el pan cerca en caso de emergencia.
No es comparable al que me comí en el restaurante de la Señora Esmerita junto al rió Picomayo, pero no deje que se enfriara.
