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viernes, 16 de agosto de 2013

De Dubai a Abu Dhabi


Aterrizar en Dubái cuando me dirigía a Abu Dhabi es una sorpresa, pero no la única. Pasar por la dolorosa experiencia de sacarme sangre era la 2ª. Con el permiso de negocios han ampliado los requisitos, y también se requiere pasar un reconocimiento médico.
Con cuatro de horas de "descanso" en el hotel, me llevan a la “medical appointment”. Las preguntas del médico, se centraron en las coincidencias entre mi apellido, mi ciudad de nacimiento y mi equipo de futbol. Lo peor fue la larga cola para la extracción de sangre. Muchos indios y yo. Muy juntitos, demasiado juntitos, diría yo. Un olor que lo impregna todo. Seran las especias.
Un mal rato que como de costumbre, terminó con las piernas en alto y regresando a la vida. Tras pasar el mareo, otra fila sudorosa para la radiografía de torax. Espero haber salido, igual de sano que como entre. Confiemos en las vacunas.

 Me ha tocado campamento, en mitad de la nada- puro desierto. Necesario la autosugestión. Animo!- No hace calor. En peores hemos estado.

Mirando la previsión del día para ver cual sería la mínima (38-39º C). El sábado, daba tormenta, y pensé que se habían “columpiado” los del tiempo, pero que va… -Cómo pueden acertar tu localización y la hora del cataclismo, no lo se, pero aciertan las dichosas maquinitas-. Después de comer, el calor era insoportable, como el resto de días, pero había algo raro. El cielo estaba extraño –lo tengo claro como si volviera a suceder de nuevo ante mí- aunque no sepa como describirlo. Dunas, sol, luz, negro y tensión. Unas grandes gotas empapan la camiseta. La típica tormenta de verano… pero en lugar de amainar, se animaba. Soplaba el viento como a cañonazos. No he visto nada semejante, ni que se le parezca. Mucha arena. Mucho agua. Las señales de tráfico salían arrancadas. Cuando vuelvo a salir, tenía los cabellos erizados y no por el viento. Impresiona.