Más de 300 km sin nada más que arena, antiguos campamentos abandonados, alguna infraestructura de gas a un lado y la red eléctrica al otro. Ya es mala suerte, millones de años de evolución para poder llegar a sobrevivir en el desierto de Arabia y por sorpresa, que se termine tu existencia, golpeado por un vehículo. En el arcén, un pequeño zorro con sus grandes orejas blancas agonizando, tras lo que me imagino un atropello. Intento comentarlo, pero el otro pasajero duerme, es lo que tendría que estar haciendo yo, pero voy repasando, todo lo que tengo pendiente. El conductor levanta los hombros, no creo que me entienda.
Alkhobar Water Tower |
Un
par de semanas agotadoras. Muchos kilómetros,
demasiados. Lista de objetivos que cumplir, para poco tiempo. El sol castigando,
y la humedad, es la puntilla. Esta última semana, de camino al trabajo, veía ilusionado,
cada madrugada, los carteles anunciando la posibilidad de hacer un poco de turismo
y al final los astros han cuadrado. La gente se va a Bahréin. Yo, no me veo con
ganas de esperar tres horas para pasar la dichosa frontera.
Ultima
tarde, bien aprovechada y sin ninguna aglomeración.
Primera
parada “Mangrove eco park”, una zona protegida con manglares. Muy bien
preparada, a pesar del clima que no acompaña.
Se
han marcado como objetivo plantar 10.000 millones de plantas en la costa de
Arabia. Mucho me parece, pero si se lo proponen lo lograran. La verdad es, que es una gozada ver este oasis
de vida, repleto de peces, crustáceos y aves.
El
acceso no es fácil El chofer, no la tenía nada consigo, parece que entras a una
zona controlada o de oficinas de Aramco. Después de muchos años en la zona,
parece que soy el primero que le pide ir al museo.
El efecto de los más de 350 km de tubería de acero
inoxidable en la fachada logra un efecto futurista y el interior no se queda a
la zaga. Salas imponentes -la arquitectura es espectacular - el museo (pasado y
futuro) muy bien organizado, aunque si me tengo que quedar con una zona, me
quedo con la biblioteca, un espacio de otra época.
Aunque disfruté como un niño pequeño, sorprendiéndome
con todo, no me dejaron entrar en el museo infantil. Menos mal que para
expresarme con los pinceles, no limitaron la edad. Intentaré volver con más
calma, para volver a ilusionarme.
El efecto de los más de 350 km de tubería de acero
inoxidable en la fachada logra un efecto futurista y el interior no se queda a
la zaga. Salas imponentes -la arquitectura es espectacular - el museo (pasado y
futuro) muy bien organizado, aunque si me tengo que quedar con una zona, me
quedo con la biblioteca, un espacio de otra época.
Aunque disfruté como un niño pequeño, sorprendiéndome
con todo, no me dejaron entrar en el museo infantil. Menos mal que para
expresarme con los pinceles, no limitaron la edad. Intentaré volver con más
calma, para volver a ilusionarme.
¡Qué edificio tan bonito! Es algo que hay que
ver y sentir. Difícil de explicar, pero emociona.