Disfrutando de las calles de Santiago
Yo pisaré las calles nuevamente, de lo que fue Santiago…
Todos advirtiéndonos de los peligros, pero escribo estas líneas con
ganas de volver. Disfrutando, como no podría ser de otro modo, de visita por
este mundo, a pesar de los miedos a lo distinto. Parece que la zona turística,
con la oscuridad es mucho más peligrosa de lo que esperaba.
¿Dónde quedó aquel Santiago alegre, orgulloso y
cosmopolita de hace diez años? Nada más llegar, a media noche, rápidamente nos
damos cuenta de que nos hemos equivocado de barrio.
Hoy el centro, es otra cosa. Indigentes
durmiendo por todas las calles, tiendas de campaña y chamizos en cada esquina, paredes
que hablan repletas de mensajes y borrones mal escritos, basura y grandes
barrotes para proteger los comercios, portales y hoteles. Salir a pasear a
primera hora y ver el amanecer de toda esta nueva masa social, mal lavándose en
las fuentes, como si estuviera en medio del monte, siendo el centro turístico
de la capital, es el reflejo de que la situación no es sostenible. Con el
tiempo, algo tendrá que cambiar.
Intentamos visita “turística” antes de tomar el
avión de regreso, aprovechando al máximo el tiempo disponible, con muy buenas recomendaciones . A medida que pasan las horas, y van abriéndose los
comercios, la ciudad retoma un ritmo más normal.
Palacio de la moneda. Aunque no nos dejan
visitarlo por dentro, muy curioso, ver el cambio de guardia que se hace cada
dos días. El escuadrón de los carabineros montados y los mandos femeninos de
gala. ¿O serán carabineras? Lo que más
me llama la atención es la música, con el orfeón nacional, tocando al ritmo de
sones nada marciales, que más te anima a bailar con la pareja que a defender la
seguridad de la sede del poder ejecutivo. Por cierto, se respira a “comunidad”
por toda la ciudad, sobre todo por el Barrio de Lastarria y Barrio Italia,
donde ahí sí que pintamos poco, como pulpos en un garaje, alucinando con el
chocolate mágico, componente principal de la repostería callejera chilena. Aunque
otra vez, pasamos desapercibidos. Al ir en pareja, hasta nos piden salir en el
video que están haciendo en el centro de Gabriela Mistral, famosa por ganar el
nobel de literatura, pero parece que también por ser de la “comunidad”.
Caminata. Bonito el paseo al mirador del Cerro
de Huelen o de Santa Lucia. Media hora por este bonito parque urbano, te hace
ver lo que debió ser el centro de Santiago en plenitud. Tenía el recuerdo de
ver los rascacielos con la cordillera nevada de Los Andes al fondo, pero no
tenemos suerte, la contaminación es importante. Nos quedamos con la neblina y ver
que nos somos los únicos, ya que también se nota la desilusión de los santiaguinos,
mientras se hacen fotos desde el mirador.
La visita al mercado central, un imprescindible.
El mejor pescado de Chile a nuestra disposición, en puestos en el que los pescateros
te cantan, nunca mejor dicho, los productos del día, en un edificio de más de
ciento cincuenta años. Un espectáculo y sin cruzarnos con turistas. Parece que
somos los únicos. Aprovechamos para deleitarnos con un congrio exquisito, “Donde
Augusto”. El restaurante más famoso, pero no el más barato. El señor desde la
revuelta ya no está, pero el servicio - y la comida- es muy bueno.
En cuanto a la recomendación gastronómica, sin
ninguna duda: Infiltrados steakbar, (avenida Vitacura 5708) que tiene la opción
de “fogón libre”, puedes comer de todos los cortes por un precio muy bueno. Una
gozada de brasas.