Un clásico del verano, las carreras de obstáculos
por los aeropuertos. Esta vez por culpa de
los retrasos de la infalible Lufthansa. Esquivando "turistas perdidos" haciendo de sus incontroladas maletas auténticas barricadas en mitad de los pasillos.
Hasta las grandes compañías cometen errores, que
me obligan a esforzarme al máximo, para no verme varado en tierra de nadie. Para el que esté familiarizado con el aeropuerto, sabe que es un auténtico record
tardar 10´ entre la apertura de puertas y estar dentro de la siguiente conexión
en Múnich, (cambio de terminal con trenecito y control de pasaportes
incluido).
Como existan radares en los pasillos…me llegará la multa a casa, por
exceso de velocidad.
En Abu Dabi, me esperaban todos los trámites
burocráticos para conseguir entrar en las zonas restringidas donde trabajan los
del Oil & Gas, así que tengo que pasar unos días antes en la ciudad antes
de poder entrar de lleno en las arenas del desierto.
Las pruebas médicas cada vez son más exigentes y
extrañas. Ya no se limitan a comprobar que no tenemos todo tipo de enfermedades
venéreas, sino que además nos hacen correr en una cinta, para ver si nos
infartamos. Me tendrían que medir a pleno esfuerzo, como en los aeropuertos.
Los paseos al atardecer,
sin rumbo fijo por las calles semi-vacías por el calor, son una bonita y
sudorosa experiencia, aunque se repite cada noche el mismo final: llegar empapado al hotel y
teniendo que hacer un cambio completo de ropa.
Como visita especial, muy interesante el monumento
conmemorativo al padre fundador del país.
Visualmente es un espectáculo ver que las estrellas colgantes del pórtico,
forman una constelación que es la esfinge del Jeque, Sheikh Zayed bin Sultan Al
Nahyan.
Cuando ya estaba todo emocionado por lo
visto accidentalmente como parte de uno de mis aleatorios paseos, entré en el edificio de las
exposiciones y una amable guía se acercó por si estaba interesado en una visita
guiada.
Una gozada, escucharle y entender lo que representa el memorial. El trabajo
de años de preparación que hay detrás, lo que me hace apreciarlo mucho más y sobre todo el trabajo del
arquitecto en su conjunto.
· La relación
entre el desierto y la vida del Sultan. Los canales de irrigación tradicionales
“aflaj”, los arboles importantes y sus utilidades. Las dunas, la importancia de la mujer, la familia, el
firmamento.
· La forma de
construirlo desde lo que llama los “sólidos platónicos” que son cinco poliedros
que representan los cinco elementos de la naturaleza. Es dificilísimo que utilizando
solo cinco tipos de piezas de distintos tamaños, colgados de más de mil cables
de unos 30 metros de largo, consigan crear el retrato flotando del sultán en
3D.
Pero a medida pasaban los minutos, la
visita nocturna se le hacía más cuesta arriba a la pobre chica. No sabía que yo
estaba entrenado. Una humedad del 59% y 38ºC. Yo a lo mío, traguito de agua, y
toallita de buen algodón del hotel, que empapa bien, para que el sudor no me
impida ver. Un profesional.
Ella ya no sabía qué hacer con el “chador”. Se quitaba y ponía el pañuelo cada cinco minutos para poder ventilarse y retirarse el
sudor que le chorreaba por la frente. Al final, a pesar de que andaba yo
bastante interesado en las explicaciones, dejé de hacerle preguntas. Casi se me deshidrata la pobre.
Cuando me ofreció la visita guiada, no
creo que se imaginase que fuera aceptarla gustoso y que aguantase todo el
recorrido. Hace falta estar muy "interesado" para estar casi una hora expuesto a
estas condiciones climáticas. Un golpe de suerte para uno y casi un golpe de
calor para la guía. Muy profesional y
gratis.
NOTA- Estoy de celebración escribiendo estas lineas desde el aeropuerto. He acortado el viaje, y adelantado el vuelo de regreso a casa. Mañana es la fiesta del sacrificio, la que en Argelia llamaban Eid El Kebir. Una pena perderme la experiencia del "Eid al-Adha" en Abu Dabi, pero hay que continuar con el veraneo.