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lunes, 23 de enero de 2023

Días de niebla

Siempre sorprenden los contrastes noche y día, pero en los climas desérticos, más. Otra vez en la península arábiga en invierno.

Días de niebla y no sólo mañaneras. Más de una duda, pero hay que seguir para adelante.


 


Cuando ha habido precipitaciones, como esta semana, las semillas que se conservan latentes en este árido paraje, comienzan a brotar. Cada día que pasa, lo que parecía un pequeño cambio de tono, se va convirtiendo en verde, y ahora casi - exagerando solo un poco- tenemos una pradera. Parece imposible.

 La magia de la vida.

 

En un momento, innumerables hierbas dan vida y color al desierto. La niebla de la mañana las continúa regando. En un par de semanas más, si continúa este tiempo con calorcito al medio día, será como el año pasado, una marea de diminutas flores amarillas. Otra gama de tonos. 


Aunque como siempre, todo depende de hacia donde mires, ¿Por qué en una zona sí germinan y en otra no? ¿Semillas juguetonas o la mano del hombre? 

La mayor parte cumpliendo el patrón marrón. Así que mejor estar alegre y ver el lado positivo.

 


En el campamento, han cambiado de cocinero y se nota. Me quedo sin recomendación gastronómica.

Curioso ver organizar al “joven de ratatouille” la cocina. Desgarbado, y con algo de chepa por la altura, sin hablar ni una palabra de inglés, rodeado de su ejército hindú.

Los idiomas están sobrevalorados. Hay muchas formas de comunicación y Jose tiene un máster en gestos, miradas, movimientos de las manos y brazos, risas y sonidos guturales. 



sábado, 14 de enero de 2023

Pattaya - una de verdades

A un par de horas en coche de Bangkok, primer contacto con Tailandia, y para decir la primera verdad, espero que no sea el último. Me ha tocado conocer, la ciudad con la fama de ser el centro del turismo sexual de Tailandia. Tiene que existir mucho más bonitas. Una mezcla de Benidorm, repleto de centros de masajes y prostíbulos. 

No sé cómo serán las barras de los garitos del “walking Street” pero, desde fuera y a la hora que la recorro, verdaderamente, no es comparable a andar por el barrio rojo de Amsterdam. En Europa es mucho más explícito.

Aunque lo que más me llama la atención, con respecto a mis múltiples viajes y que no me he llegado a acostumbrar es el de los Kathoey. Según me cuentan, lo integrados que están en la vida normal de la ciudad, se debe a que la religión budista siempre ha sido mucho mas relajado con estos temas y los ha tolerado.

Realmente, el que te esté atendiendo una mujer de bandera, en una tienda y que al comenzar a hablar contigo, no se corresponda la voz con el cuerpo, me descolocaba un poco. De verdad, que la primera vez, pensaba que me estaba hablando el dueño en lugar de la tendera. Aunque también, estoy seguro, que ellas lo hacían a propósito, para ver la cara de tonto que se me quedaba. El famoso tercer sexo o las ladyboys.  



Semana agotadora. Demasiados talleres que visitar. Mucho trabajo y poco tiempo, para el cambio de hora. El clima muy húmedo y caluroso no ayuda. Asi que agotado, durmiendo poco y mal, y eso que dicen que es una buena época para venir. Aunque como siempre, consigo unas horas para el disfrute.

La visita al Santuario de la Verdad, muy curioso. Un moderno templo, de hace menos de cincuenta años, que aún se continúa construyendo, siguiendo las técnicas antiguas de los carpinteros, aunque no creo que sea verdad todo lo que pone en el panfleto. Es una gozada ver la facilidad con la que tallan las piezas de madera. En principio el guía te enseña algo sobre las siete verdades de la vida, que deben estar talladas por el templo, pero no hay quien entienda nada y el calor es sofocante, pero merece la pena.



En cuanto a la comida,  lo tengo claro: Pad thai (tallarines salteados) y Tom yum (sopas picantes), pero donde más he disfrutado ha sido comiendo en los pueblos cercanos a los talleres de las obras y en los “food court”, unos patios con mesas en el centro, rodeados de puestos de comida, donde eliges lo que quieres. 


Mucho mejor que en hoteles y restaurantes para los turistas, pero como siempre, no todos tienen los estomagos a prueba de bacterias. Otra verdad como un templo.