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viernes, 16 de abril de 2021

Bakú connection

Como no podía ser de otra manera - y más en estos tiempos de pandemía, en los que otra vez Bilbao está confinado perimetralmente - he llegado (al igual que lo hizo Stalin, Nobel y hasta el mismísimo James Bond) a esta maravillosa ciudad por motivos laborales, aunque el viaje ha sido una experiencia culinaria. 



Sorprendente mezcla: 
 Meter en la batidora los recuerdos de anteriores viajes por Europa, Oriente y la Unión Soviética y el resultado es la capital de Azerbaiyán. 




La metrópoli más limpia que he visto nunca. 
Grandes avenidas, edificios modernos junto a los de la época, carreras caóticas de coches salvados por las bocinas al límite del contacto y cámaras por todas partes. 
Se respira un lujo forzado por parte de sus dirigentes, ya que no se siente en sus habitantes. Es difícil describirlo. Los edificios modernos se integran con los antiguos de la época soviética, pero no casan con las gorras de plato de alguno de los uniformados, ni con las amables personas con ropa gris y caras marcadas por las condiciones climáticas. 

Se nota que en Bakú todos tienen instrucciones de facilitar la vida a los extranjeros.
Ciudad muy tranquila, fácil y para moverse lo mejor en los taxis -muy baratos- que se manejan con la aplicación “bolt” del teléfono.
Flames Tower - visibles de todas partes


En cuanto a la recomendación gastronómica, difícil, muy difícil. He ido con un experto en leerse las interminables cartas de los restaurantes. Ni un fallo y siempre bien maridado, catando los diferentes estilos, lo que me ha llevado a pasar más de una noche dando vueltas, porque aunque me lo proponía, no podía dejar comida en el plato. 

 Como hay que elegir, he dudado en recomendar el esturión a la plancha, pero al final me quedo con quzu qolu ləvəngisi, una pierna de cordero rellena de una masa de pimiento, cebolla, ajo, nueces y ciruelas del Restaurante Sahil (Seaside Boulevard, 34) junto al mar Caspio. Es un restaurante de los que el camarero te dobla y pone la servilleta encima de las piernas. Hay que avisar con antelación, para que te lo preparen, pero es un lujo. Me transportaba a los grandes banquetes de la época romana. 


 Espero que no sea un espejismo y sí una pequeña vuelta a la antigua normalidad.