Translate

viernes, 11 de septiembre de 2020

Asturias, mi primer salmon

 Unos días de reencuentro con Asturias. Hacía mucho tiempo, décadas, pero las mismas sensaciones. Bonitos recuerdos que se amplían después de este viaje familiar. Dan ganas de quedarse más tiempo, pero no siempre se puede hacer lo que se quiere, pero casi.

 


Un paseo desde Cangas de Onís- antigua capital del reino de Asturias- hasta la estación de Caño, con premio: ver los salmones en el Sella. Será difícil que se nos olvide el primer salto que vimos:

El regreso de los salmones a desovar en el río que les vio nacer – nostálgicos empedernidos- a través de las pozas fabricadas para salvar la presa de la central hidráulica. La lucha titánica contra corriente,  agotados, incapaces de alimentarse ya que su metabolismo se ha adaptado a la dieta marina, por lo que si no llegan las riadas que les arrastren al mar, será su final. Solo falta la música de fondo del Hombre y la tierra, y la voz en off, de Feliz Rodríguez de la Fuente.

 

En la bajada del Sella en canoa,  también tuvimos la suerte de cruzarnos con algún salmón y con muchos besugos. Demasiados. Aunque esté masificado –según dicen no había gente- sigue mereciendo la pena.



Un descenso más fácil que la bajada del Dordoña, donde duplicamos el tiempo del recorrido, o  es qué ya somos unos expertos navegantes, ¿quién lo sabe?… Cuatro horas tranquilas, con paradas, bocatas y algún valiente que osa compartir baño, en las gélidas aguas de los duros salmones.

Realmente no hace falta mucho esfuerzo, sobre todo si vas en la parte de atrás de la canoa y es tu pareja la que rema.

 


Los lagos. No hemos nacido para sufrir por esas carreteras estrechas con tanto tráfico. Sin dudarlo, hay que subir en autobús. Mejor pagar que madrugar.

Arriba, el recorrido circular merece la pena, perderse un poco y subir a la Porra de Enol y contemplar la niebla. Te sientes pequeño ante lo bonito del paisaje, se ve todo. Grandes recuerdos de las sensaciones de cuando hacíamos monte.

 


En cuanto a la recomendación gastronómica fácil, Restaurante El campanu , junto al puente romano. El nombre, como no podía ser de otra forma, hace referencia al primer salmón que se pesca cada temporada en los ríos asturianos, porque las iglesias repicaban las campanas para dar la noticia. Se come muy bien.

El pulpo a la brasa y las zamburiñas espectaculares, buen trato y además disfrutando de ver a los hijos escanciando los culines de sidra como auténticos profesionales.

Aunque en este restaurante no probamos, porque ya habíamos caído en el error antes, lo que tengo que decir, aunque igual molesta a alguien es que a mi lo de los cachopos, me parece un timo para turistas, un San Jacobo que ocupa todo el plato y caro, pero para gustos los colores.

Unos días por Asturias, te alegran la vida y te hacen olvidar los problemas del día a día y hasta los de la pandemia. Hemos disfrutado de lo lindo y en buena compañía.

Aita – ¿nosotros somos gorditas?- Hay que volver para terminar las lecciones de billar en Llanes. Sin malos humos.