La visita anual por Cantabria, comienza con disculpas. Parece que repetiremos localidades...No siempre se puede innovar, sin hacer muchos kilómetros, pero cuando llego a Liérganes, ni me acuerdo de haber estado. Ni de sus calles, ni del molino ni de tan siquiera de la leyenda del hombre pez.
¡Las tetas de Liérganes!- Risitas entre amigos de toda la vida. Aún no hemos madurado.
Me lo compraría todo, para ir probando. Maldita báscula. Al final me decido por las finas galletas de nata y mantequilla, los sobados y la quesada. En último momento, cedo a la mirada de mi hijo y nos llevamos también media docena de rosquillas de yema (unos hojaldres muy dulces y totalmente adictivos).
Se cerró el ultramarinos el mismo año que nací yo y abrieron el restaurante 25 años después, manteniendo el mismo mobiliario y su esencia. Lo que más me gustó es que comimos atravesando la barra, en la trastienda, donde aún se pueden ver los cajones de las antiguas ferreterías. Muy agradable. Las cocochas de merluza y las mollejas quitan el sentido. Muy buena elección.
Escribir es una buena táctica para recordar.