Bueno, mucho más joven, pero el mismo recuerdo de los revolcones provocados por las olas. No sabiendo por dónde está el aire y cuando por fin consigues sacar la cabeza, te vuelve a pillar la siguiente. Terminas sin ver un carajo, con el sabor a mar en la garganta y el traje de baño en los tobillos.
Un cartel anunciador de las "no fiestas" que lo dice todo. Fiestas rotas por el dichoso virus. Por lo demás parece que en este
lado de la muga el bicho está más cansado porque hay muchas menos restricciones
a las libertades o es lo que parece a simple vista.
La recomendación gastronómica es en
El asador (19, rue vielle boucheries, place Montaut 64100 Bayonne), un
cochinillo -carré de cochon de lait grillé- para perder el sentido y además
dentro del plato del día. A primera vista, hay que invertirle más tiempo a
callejear entre las murallas que te llevan a la catedral gótica, los mercados y
rías. Volveremos sin duda
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