Translate

martes, 25 de septiembre de 2018

Santiago de Compostela


Viaje al Oeste.

Sin planes fijos, como buenos turistas, a ver que nos depara la suerte.
Muchas experiencias que se van acumulando. Aunque no suficientes. Siempre hay hueco en la maleta y ganas para la siguiente. En cada viaje hay algo que me deja sin palabras y que me hace pensar. Cada viaje, algo me cambia. Y esta vez - después de insistir- me han dado calabazas.


La alegría en Santiago es una realidad. Parece que la amabilidad, se la inculcan desde pequeños y que saben cuál es una de sus fuentes de ingresos.

La única "pseudo tensión" – y eso que estábamos avisados desde casa- cuando casi nos pasamos por alto, el abrazar al apóstol, al subir al camarín donde está la estatua de Santiago:

¡Cómo se nota que no sois peregrinos! - Escucho una voz a mi espalda.

Seguramente, su mala cara era porque nos habia escuchado nuestras dudas, unos minutos antes - como vulgares herejes- sobre que el Santo fuese encontrado ocho siglos después de ser enterrado.  
La verdad es que yo estaba más atento a disfrutar de la vista de pájaro de la nave central de la basílica, que a lo que había que estar en ese momento. Menos mal que estamos a tiempo y rectificamos. Murmurándole al oído los deseos, .... para que este año el Athletic gane la copa.

 


En frente de las largas colas por abrazar al Santo, dando la espalda a la Catedral, está el Monasterio Benedictino de San Martín Pinario. Sin acumulaciones, sin ruido, sin gente. Lo único que da un poco de repelús es el hábito de los monjes, que parece sacado de una película de miedo.

El mercado de Abastos con muchos puestos, pero los que más me gustan son los más informales , los que están por fuera de los edificios principales. Asombra ver las risas de las mujeres, mientras cargan los canastos en la cabeza. 

En cuanto a la recomendación gastronómica:
Un lujo -no tener que fingir que no tienen las gafas de cerca- que te elija Martín los platos en Casa Marcelo (Rúa das Hortas, 1), no hay que perderse el Tiradito de lubina (Te Amarillo de limón para algunos) y el Steak Tartar. Una gozada de cena, en uno de los mejores restaurantes que he comido este 2018.




miércoles, 19 de septiembre de 2018

Lecciones de Religión


Una gran suerte. Por segunda vez vuelvo a hacer funciones de guía turístico por Kuwait City. Creo que puedo llegar a ser bueno en este trabajo. Es importante tener siempre un plan B.

Visita a las Torres de Kuwait. El mínimo paseo del coche a la base de los depósitos de agua, nos recuerda dónde estamos y en que época. El sol de justicia nos hace tomar una decisión acertada y dejamos las visitas a la intemperie para el ocaso.


Regreso al mercado más emblemático de la ciudad, por lo menos para el que escribe estas líneas. El zoco de Mubarakiya, disfrutando de los productos para locales. Merece la pena ver la vida y su ritmo anti estrés.

Después de leer los problemas que están teniendo los vendedores de dátiles en el periódico nacional, me decido a entablar conversación sobre el producto y terminamos comprando los mejores, recién llegados de Saudí Arabia.



Al llegar a la Gran Mezquita, con la lección bien aprendida - forro de abrigo para el aire acondicionado- tenemos una bonita experiencia cultural o por lo menos curiosa.
Estamos de suerte, nos dice el guía, están en plenos exámenes religiosos: Ver a los niños en las pruebas que evalúan la forma de recitar y la buena memoria de los alumnos para recordar los versículos coranicos.
Los resultados, pues lo esperado. Algunos chavales contentos, corriendo como lo que son, unos niños, con padres orgullosos y otros en cambio, cabizbajos. No sé si por su propia desilusión o por lo que les espera en casa, por no haber superado la prueba. 
Ya habrá otra oportunidad para conseguir el ansiado premio. No veo yo, hoy en día, a las catequistas de la parroquia ,en plan jurado valorando la buena memoria y la buena voz al recitar el catecismo, entregando diplomas y dinero. Pero igual es una forma de motivar a las nuevas generaciones, treinta euros y un certificado de buena cultura cristiana.






Por cierto, cuando intento abrir uno de los múltiples Coránes repartidos por la mezquita, para ver el tamaño de los versículos, casi se le escapa un ahullido al guía. Se le cambla cara. Rápidamente me da todo tipo de explicaciones peregrinas.  Hasta que me dice que hay muchos profes mirando a los tres guiris y que le voy a meter en un lío si hago algo indebido y que además ni me he lavado las manos. Se relaja cuando no insisto. 

Visita al Sheikh Jabber Al Ahmad Cultural Center, para disfrutar de la puesta de sol y del espectáculo con la fuente. Esta vez además de movimientos de chorlitos ondulantes, luces y música, le han añadido a la coreografía el fuego. Todo un espectáculo.



domingo, 16 de septiembre de 2018

Awal Muharram


 

¡Feliz año nuevo! 


¿En qué año estamos? 


 ¡Todo es un cuento! Me río yo, de la película de Regreso al Futuro. En Kuwait el 11 de septiembre amanecemos con cambios.  Esta pregunta no era tan fácil como parecía.


Nos tendrían que enseñar más en el colegio, sobre lo relativo que es el tiempo y lo importante que es el punto de partida. Como todo en esta vida.



Así es. Tengo la suerte de disfrutar en tan solo nueve meses, de mi tercer inicio de año. Punto importante: Esta vez, sin resaca.

Después de comenzar el 2018 en casa (partiendo del nacimiento de Jesús), celebrar el inicio de 2968 con los bereberes (con el año del nombramiento del Faraón), ahora me he encontrado en 1439 con el Awal Mubarram, primer día del calendario del mundo musulmán que conmemora la huida de Mahoma de la Meca.  Menos mal que en los países musulmanes, conviven alegremente el calendario gregoriano y el musulmán. Pero aún me queda mucho recorrido espacio tiempo.  Tengo ganas de ir a Israel al 5778 o regresar a la impresionante China 4718, y tantos otros destinos con distinto año.

 


Por cierto, aquí sí que me atrevo a seguir la tradición de darse un baño el primer día del año en la playa. Darse un chapuzón en el Golfo Pérsico, con los más de treinta grados, no es ningún reto. Y darme la gran panzada, eso es aún más fácil. 

sábado, 1 de septiembre de 2018

Kuwait, una de museos



El mundial de fútbol de 1982.
Muchos Kuwaitís tienen muy buen recuerdo y suele salir a menudo, como tema de conversación. Yo siempre me he imaginado que el que les tocará jugar en Bilbao (Kuwait 0- Inglaterra 1) quieran o no, les marcó. No es para menos visitar El Centro del Mundo. Y para mí fue la primera vez que oí hablar de este país (que ni sabia que existía) y de los temibles hooligans (menos aún), pero al final se han hecho familiares.

Bueno, bromas a parte. Lo que es cierto es, que nadie duda de que fue importante para los kuwaitíes. 
Fue la primera vez que se clasificaron y creo que también la primera vez que durante un partido, un presidente (Un Jeque – hermano del Emir) se atreve a bajar al campo y consigue que el árbitro anule un gol que les habían metido los franceses. ¿Los inicios del VAR o la seguridad del dinero?



 
Pero lo que nunca me podía llegar a imaginar -y lo que ha motivado está entrada- , es que dentro del Museo Nacional de Kuwait (National Museum Kuwait) esté expuesto un llavero conmemorativo.

Ha sido una gran sorpresa encontrarmelo dentro de una sus vitrinas. Solo falta el naranjito. Yo creo que si alguien encuentra uno, seguro que lo aceptan como donación particular.