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miércoles, 27 de agosto de 2014
Nápoles
domingo, 10 de agosto de 2014
Sputnik
Como no me gusta estar más del tiempo imprescindible en la habitación con la visión de la maleta y el mobiliario de los hoteles impersonales, me he visto lanzado a pasear por las calles de Volgogrado, tomando como referencia para el regreso una famosa M.
Por mucho que las grandes compañías tengan una gran presencia, aún les queda mucho recorrido, aunque si te fijas un poco, me podría comer el mismo bocadillo en todas las grandes ciudades del mundo, pero sería una inadecuada elección.
El calor y la humedad durante el paseo me han hecho ir siguiendo las fuentes y las sombras, hasta que me han llevado sin saberlo a un planetario o museo de las estrellas. Me he asomado por la puerta y me he visto enfrente de una taquilla.
Una vez pasado al recibidor principal, estaba todo con puertas cerradas, y no había mucho que ver. Me seguía una señora diciéndome que no, pero ya me había cobrado la entrada- nada económica para lo que es Rusia, pero…Tras mandarme al jardín, que no había nada que llamara mi atención, he vuelto a la sala y he conseguido entender que las visitas son en grupos… y que grupos! Todos unidos, sin separarnos.
Si dicen círculo, aunque no entiendas hay que hacer un círculo para ver lo que te explica y no se te ocurra moverte, porque te dice algo y todos te miran.
Ha sido una lección de orgullo, mucha bandera en la luna. El triunfo sobre los “amercianis” en lo referente a la carrera espacial, lo he entendido al ver las burlas que me hacían los niños. Por cierto el Sputnik que lanzaron en 1957 por la Unión Soviética, es enano, del tamaño de una pelota de baloncesto.
No me han dejado salir en la proyección de las estrellas. Habrán sufrido mis ronquidos los que me rodeaban, porque se me ha pasado demasiado rápido la hora...
Por el valle de Baztan
Lo hemos conseguido. Por lo que puedo decir con “orgullo y satisfacción” que no se ha perdido la tradición.
Desde la venta de Izpegi tras esperar el cese de los truenos, -que hicieron desistir a la más sensata de la expedición-, subimos por la loma de la izquierda, siguiendo las marcas rojas y blancas al cresterío, donde están las cimas de Kuarteleko Kaskoa, Larremear y Tutturru, …pero como no tienen buzón, nos sabemos a ciencia cierta hasta donde llegamos.
A la bajada, unas cañas y compra de navajas. Impresionante la amabilidad de la ventera, que contrasta con la hostilidad que reflejan los vestigios de bunquers de hormigón, nidos de ametralladoras y demás ruinas militares… Asusta pensar en lo que se ha debido de vivir, en estas zonas de paso fronterizo, en la época de la guerra.
Ya que el objetivo principal estaba cumplido nos dedicamos a conocer la zona.
Castillo de Amaiur
Un majísimo arqueólogo de Aranzadi- siento no recordar su nombre- que estaba en las excavaciones, nos contó como la leyenda se había convertido en historia al descubrirse las ruinas.
Con gran entusiasmo, relataba como la creencia popular trasmitía la historia de un pequeño castillo que sirvió para que el último foco de resistencia navarro, contra la corona de castilla resistiera unas semanas, a la espera de refuerzos, que nunca llegaron. Tras años de excavaciones y con su inigualable entusiasmo, nos guiaba entre los cimientos de las torres del ya desaparecido castillo.
Después de la clase de historia …a por los famosos talos que hacen en el molino rehabilitado a la entrada de Amaiur, con la panceta y el queso fundido. Una delicia acompañada de sidra.
Cueva de Zugarramurdi
Demasiado acondicionadas, con accesos, escaleras y vallas ..., le han quitado un poco del encanto que tenía en mi recuerdo. Aunque el espíritu se ha trasmitido: unas sabias aldeanas que fueron quemadas en la hoguera por unos poderosos y por el miedo de los que no hicieron nada para evitarlo.