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miércoles, 21 de marzo de 2018

Argelia - Recibimiento Aeropuerto


 
Otra vez tarde. Está vez el motivo del retraso es originado en el  Aeropuerto Internacional de Madrid Barajas Adolfo Suárez. Problemas mecánicos en el avión que nos lleva a Argelia, (Aeropuerto Internacional Touat-Cheikh Sidi Mohamed Belkebir).


 

Una vez en tierra, nosotros larga espera,  ya que hay un control concienzudo de acceso. Incomodos, en una corta fila pero son más de cinco minutos por persona. ¡Paciencia piojos que la noche es larga!

Pero los problemas con inmigración, son en la puerta de alado. Un compañero no lo dejan salir del país porque tiene más días de estancia que lo permitido por su visado.

Seguro que es lógico, pero yo no entiendo muy bien. En lugar de agilizar su salida, le hacen quedarse más. A él – su falta de previsión- le origina perderse una boda en América y a nosotros un par de horas de más en el aeropuerto, sin dejarnos salir al exterior por temas de seguridad.

 

Durante la espera,  lucha fratricida con las moscas del aeropuerto, el fuerte olor del compañero de alado, no sé si será la causa. No hay más sitio. ¿Por eso está libre? Para más inri,   la pesadez del libro que me estoy leyendo y el sueño que traigo acumulado.

Al final un poco de emoción. Al aterrizar un avión de Oran, comienzan a oírse a los músicos ensayar. Adiós a los controles. Nos dejan salir y entrar.

 

 

Todo un espectáculo. La realidad del matrimonio, música, fiesta, alegría. Es un salto al vacío. Una apuesta, sin ver nada. Para algunas más que para otros. Menos mal que un familiar hace de lazarillo.  Hay que arriesgar ¿pero tanto?

martes, 13 de marzo de 2018

Relaciones en el mercado Romano , reciclarse a buenos precios.



Se ha cumplido la leyenda de la Fontana de Trevi. Antes de que pase el año, hemos vuelto a sobrevivir a un régimen intensivo de cultura, comida y paseos.
En la ciudad eterna, por mucho que vengamos, ya sea en pareja, en familia o en cuadrilla, siempre hay algo que descubrir, logrando esquivar las manadas de turistas, en las zonas monumentales. 

La belleza o la sorpresa, continúa estando a la vuelta de cada esquina, esperándonos con los brazos abiertos hasta el mismísimo gran Baco.



Tengo que reconocer que incumpliendo mis promesas, hago cola - por cierto algo nada italiano- para ver por el ojo de una cerradura. Un espía o mejor dicho, un cotilla. Pero hay que decir, que poco se ve del palacio de los Caballeros de Malta...
Un jardín, un camino protegido por cipreses y al fondo, bien encuadrada la cúpula de la Basílica de San Pedro. El Vaticano.

Durante este viaje, nos llama la atención sobre todo el Mercado de Trajano y sus vistas. Muy recomendable y con muy poca gente.  La perfección y organización de este inmenso centro comercial, es impresionante para la época, con sus tiendas con una disposición que curiosamente  recuerda a los actuales. Si es que está casi todo inventado.




En cuanto a las ánforas romanas, al verlas de tan cerca - alguno casi palparlas- nos damos cuenta del diseño tan inestable que tienen.
¿Por qué no tienen la base plana? Con lo listos que eran... y lo bien que copiaban, tenía que tener una buena explicación.
Parece ser, que todo es debido al transporte marítimo. La forma cónica les daba resistencia, a un material muy asequible, y facilidad de almacenaje, con lo que solucionaban el problema del oleaje, en las bodegas de los barcos.



En cuanto a los mercados de hoy en día, 
Además de la visita obligada a Campo di Fiori, para reponer las despensas de especias con el gran Mauro, regresamos al Triunfale, junto al Vaticano, donde cambian la materia prima (tapones de plástico, aceite usado, latas...) de los Romanos por dinero. "Non sono rifiuti" . Creando empleo y devolviendo dinero.  Digno de exportación este sistema.
Así sí que se potencia el concepto de reciclaje.

Sin olvidarme del mejor rincón: Vini Sfusi.   Me encanta está bodeguilla con sus tinas de acero inoxidable, donde se rellenan las garrafas a precios irrisorios por el atento Manuele, al fondo del mercado.



Aprovechando el lugar, no nos saltamos el amaiketako, buen queso pecorino, sabrosa cata de porchettas y con el mejor pan elaborado con la receta de otros tiempos. 


Un lujo al alcance de muchos, pero solo para unos elegidos,  guiados por unos grandes organizadores turísticos. Gran pareja, siempre atentos y como no podria ser de otra manera, con el mapa "presto".


Recomendación gastronómica:
Aunque La "Cacio e pepe" (Tonnarelli con queso y pimienta) es la elección de los auténticos romanos – y por lo tanto de la organizadora gastronómica - , yo me quedo con la explosión de sabor de la tripa a la romana en el moderno restaurante Virginiae. Comida tradicional en la Vía di Parione 41, a un paso de la Piazza Navona.
Muy bien atendidos por Silvano. Alguno terminó cantando y otras bailando, ante los ojos atónitos de los cocineros que no daban crédito. 


De potes:


No encontramos algo "Similáre" al Bar San Calisto, donde hacen diferencia entre los No habituales, por lo que primero se paga y luego se pide.  Integrarnos en el ambiente fue fácil ya que los precios son de locura. Cerveza Peroni de 66 c.c. a 2,5 €. El local con solera, está en la piazza del mismo nombre en el Trastevere. 




Sí es que esta ciudad lo tiene todo!!! Solo hay que saber buscar o dejarte llevar, si estás en buenas manos. Hasta hemos conseguido, la indulgencia plenaria cotidiana, despues de todos los excesos.

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lunes, 5 de marzo de 2018

Una de cal y otra de arenas // Como se templa a un Bilbaíno


Del calor al frío y del frío al calor. Con estos procesos térmicos dicen que el hierro se endurece...

Del desierto de Argelia, a la plaza elíptica y antes de que me de cuenta, ya estoy rumbo al calorcito de Kuwait. Uno del centro de Bilbao o se templa como el acero o lo que es más normal, termina resfriándose. 


En el aeropuerto, al ir al embarque, un grupo de amamas rumbo a Alemania, amateurs en lo de volar pero licenciadas en colas, me dejan las cosas claras, pensando que me colaba.

—¡Eh, a la cola! —Grita una, con los brazos en jarras, mientras paso por alado suyo.

—Menudo espabilado. ¡Si es que ...Hay gente con mucha cara! —Responde otra desde más atrás, haciéndose notar, enérgica.

Yo como si no fuera conmigo, sigo mi camino y me planto en el mostrador. Tengo ganas de sentarme pronto y descansar.  Las seis de la mañana, no son horas para comenzar a dar explicaciones. Así que pongo sonrisa tres cuartos y como si no entendiera y no fuera conmigo. Error por mi parte

—Señorita, ¡haga algo, que el guiri se nos cuela! - Reclama la que parece mayor de todas y más dispuesta a darme un soplamocos.


Apunto de girarme para templar gaitas, me doy cuenta de mi inferioridad. Me veo superado por brazos que salen de todas partes, con las tarjetas de embarque enristre.

—¡A mí no se me cuela el lelo este, después de media hora de cola!- Reclama otra, abalanzándose hacia la entrada.


Noto la presión y como no puede ser de otra manera, me apartan y cedo ante la voz de la experiencia, antes de que me pasen por encima. 

En ese momento, la azafata alarga la mano, escogiendo mi documento de embarque. Con un seco "Por favor Señoras, dejen pasar a los embarques prioritarios" y con un " Perdone Señor" acompañado de un movimiento de brazo autorizándome el acceso a la aeronave, zanja el asunto, ante la indignación de alguna. Como os imagináis no me quedo, a ver el desenlace. 


Franckurt nos recibe con menos ocho grados y yo con mi chaqueta de entretiempo. Una diferencia de treinta y tantos grados con respecto a mí llegada a destino y eso que es noche cerrada en Kuwait. 

 Hacía mucho, pero que mucho tiempo que no me tocaba estar en un resort, con lujo asiático. Y como dice la que sabe: Una de cal y otras de arena.

Disfrutando de amaneceres desde mi habitación, relajante paseos al atardecer por kilómetros de playas solitarias, pero sin duda me quedo con el primer baño de la temporada. Agua fresca y vigorizante en el norte del Golfo Pérsico.

Una estancia de lujo, aunque como siempre falla la compañía.


Por cierto, a pesar de los aparatos, no me pude resistir al shawarma que prepararon en el HILTON, esa es mi recomendación gastronómica. Me teletransporto a las montañas de Turtum - hace más de cinco años ya - comiendo esos deliciosos Cag Kebap.  Un lujo.