Otra vez tarde. Está vez el motivo del retraso es originado en el Aeropuerto Internacional de Madrid Barajas
Adolfo Suárez. Problemas mecánicos en el avión que nos lleva a Argelia, (Aeropuerto
Internacional Touat-Cheikh Sidi Mohamed Belkebir).
Una vez en tierra, nosotros larga espera, ya que hay un control concienzudo de acceso.
Incomodos, en una corta fila pero son más de cinco minutos por persona. ¡Paciencia
piojos que la noche es larga!
Pero los problemas con inmigración, son en la puerta de alado. Un compañero
no lo dejan salir del país porque tiene más días de estancia que lo permitido
por su visado.
Seguro que es lógico, pero yo no entiendo muy bien. En lugar de agilizar
su salida, le hacen quedarse más. A él – su falta de previsión- le origina
perderse una boda en América y a nosotros un par de horas de más en el
aeropuerto, sin dejarnos salir al exterior por temas de seguridad.
Durante la espera, lucha fratricida
con las moscas del aeropuerto, el fuerte olor del compañero de alado, no sé si
será la causa. No hay más sitio. ¿Por eso está libre? Para más inri, la pesadez
del libro que me estoy leyendo y el sueño que traigo acumulado.
Al final un poco de emoción. Al aterrizar un avión de Oran, comienzan a oírse
a los músicos ensayar. Adiós a los controles. Nos dejan salir y entrar.
Todo un espectáculo. La realidad del matrimonio, música, fiesta, alegría.
Es un salto al vacío. Una apuesta, sin ver nada. Para algunas más que para
otros. Menos mal que un familiar hace de lazarillo. Hay que arriesgar ¿pero tanto?
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