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lunes, 5 de marzo de 2018

Una de cal y otra de arenas // Como se templa a un Bilbaíno


Del calor al frío y del frío al calor. Con estos procesos térmicos dicen que el hierro se endurece...

Del desierto de Argelia, a la plaza elíptica y antes de que me de cuenta, ya estoy rumbo al calorcito de Kuwait. Uno del centro de Bilbao o se templa como el acero o lo que es más normal, termina resfriándose. 


En el aeropuerto, al ir al embarque, un grupo de amamas rumbo a Alemania, amateurs en lo de volar pero licenciadas en colas, me dejan las cosas claras, pensando que me colaba.

—¡Eh, a la cola! —Grita una, con los brazos en jarras, mientras paso por alado suyo.

—Menudo espabilado. ¡Si es que ...Hay gente con mucha cara! —Responde otra desde más atrás, haciéndose notar, enérgica.

Yo como si no fuera conmigo, sigo mi camino y me planto en el mostrador. Tengo ganas de sentarme pronto y descansar.  Las seis de la mañana, no son horas para comenzar a dar explicaciones. Así que pongo sonrisa tres cuartos y como si no entendiera y no fuera conmigo. Error por mi parte

—Señorita, ¡haga algo, que el guiri se nos cuela! - Reclama la que parece mayor de todas y más dispuesta a darme un soplamocos.


Apunto de girarme para templar gaitas, me doy cuenta de mi inferioridad. Me veo superado por brazos que salen de todas partes, con las tarjetas de embarque enristre.

—¡A mí no se me cuela el lelo este, después de media hora de cola!- Reclama otra, abalanzándose hacia la entrada.


Noto la presión y como no puede ser de otra manera, me apartan y cedo ante la voz de la experiencia, antes de que me pasen por encima. 

En ese momento, la azafata alarga la mano, escogiendo mi documento de embarque. Con un seco "Por favor Señoras, dejen pasar a los embarques prioritarios" y con un " Perdone Señor" acompañado de un movimiento de brazo autorizándome el acceso a la aeronave, zanja el asunto, ante la indignación de alguna. Como os imagináis no me quedo, a ver el desenlace. 


Franckurt nos recibe con menos ocho grados y yo con mi chaqueta de entretiempo. Una diferencia de treinta y tantos grados con respecto a mí llegada a destino y eso que es noche cerrada en Kuwait. 

 Hacía mucho, pero que mucho tiempo que no me tocaba estar en un resort, con lujo asiático. Y como dice la que sabe: Una de cal y otras de arena.

Disfrutando de amaneceres desde mi habitación, relajante paseos al atardecer por kilómetros de playas solitarias, pero sin duda me quedo con el primer baño de la temporada. Agua fresca y vigorizante en el norte del Golfo Pérsico.

Una estancia de lujo, aunque como siempre falla la compañía.


Por cierto, a pesar de los aparatos, no me pude resistir al shawarma que prepararon en el HILTON, esa es mi recomendación gastronómica. Me teletransporto a las montañas de Turtum - hace más de cinco años ya - comiendo esos deliciosos Cag Kebap.  Un lujo.




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