Se ha cumplido la leyenda de la Fontana de Trevi. Antes
de que pase el año, hemos vuelto a sobrevivir a un régimen intensivo de
cultura, comida y paseos.
En la ciudad
eterna, por mucho que vengamos, ya sea en pareja, en familia o en cuadrilla,
siempre hay algo que descubrir, logrando esquivar las manadas de turistas, en
las zonas monumentales.
La belleza
o la sorpresa, continúa estando a la vuelta de cada esquina, esperándonos con
los brazos abiertos hasta el mismísimo gran Baco.
Tengo que reconocer que incumpliendo mis promesas, hago cola - por cierto
algo nada italiano- para ver por el ojo de una cerradura. Un espía o mejor
dicho, un cotilla. Pero
hay que decir, que poco se ve del palacio de los Caballeros de Malta...
Durante
este viaje, nos llama la atención sobre todo el Mercado de Trajano y sus vistas.
Muy recomendable y con muy poca gente. La perfección y organización de este inmenso
centro comercial, es impresionante para la época, con sus tiendas con una disposición
que curiosamente recuerda a los actuales.
Si es que está casi todo inventado.
En cuanto a las ánforas romanas, al verlas de tan cerca - alguno casi
palparlas- nos damos cuenta del diseño tan inestable que tienen.
¿Por
qué no tienen la base plana? Con lo listos que eran... y lo bien que copiaban, tenía
que tener una buena explicación.
Parece
ser, que todo es debido al transporte marítimo. La forma cónica les daba
resistencia, a un material muy asequible, y facilidad de almacenaje, con lo que
solucionaban el problema del oleaje, en las bodegas de los barcos.
En cuanto a los mercados de hoy en día,
Además
de la visita obligada a Campo di Fiori,
para reponer las despensas de especias con el gran Mauro, regresamos al Triunfale, junto al Vaticano, donde
cambian la materia prima (tapones de plástico, aceite usado, latas...) de los
Romanos por dinero. "Non sono rifiuti" . Creando empleo y devolviendo
dinero. Digno de exportación este sistema.
Sin olvidarme del mejor rincón: Vini Sfusi. Me encanta está bodeguilla con sus tinas de acero inoxidable, donde se rellenan las garrafas a precios irrisorios por el atento Manuele, al fondo del mercado.
Recomendación gastronómica:
Aunque La "Cacio e pepe" (Tonnarelli con
queso y pimienta) es la elección de los auténticos romanos – y por lo
tanto de la organizadora gastronómica - , yo me quedo con la explosión de sabor
de la tripa a la romana en el moderno restaurante Virginiae. Comida tradicional en la Vía di Parione 41, a un paso de
la Piazza Navona.
Muy bien atendidos por Silvano. Alguno terminó cantando y
otras bailando, ante los ojos atónitos de los cocineros que no daban
crédito.
De potes:
No encontramos algo "Similáre" al Bar San Calisto, donde hacen diferencia entre los No habituales,
por lo que primero se paga y luego se pide. Integrarnos en el ambiente
fue fácil ya que los precios son de locura. Cerveza Peroni de 66 c.c. a 2,5
€. El local con solera, está en la piazza del mismo nombre en el
Trastevere.
Sí es que esta ciudad lo tiene todo!!! Solo hay
que saber buscar o dejarte llevar, si estás en buenas manos. Hasta hemos conseguido, la indulgencia plenaria cotidiana, despues de todos los excesos.
.
No olvidar el Ristorante Piperno con Le palle di nonno fritte
ResponderEliminarNi las especiales:
ResponderEliminaraniMelle di agnello con carciofi (specialiTà) laMb sweeTbreads wiTh arTichokes - ris d’agneau avec arTichauTs
Que buena escapada invernal!
ResponderEliminarAunque pocos negronis