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jueves, 26 de octubre de 2023

Al Zubara

 

Buscando que se puede ver por la zona, consigo que antes de volver a Doha, nos desviemos para ampliar un poco nuestra cultura turística: Una ciudad digerida por el desierto, es ahora el mayor patrimonio arqueológico de Qatar y está a solo media hora de la obra.

Cuando pido referencias no parece que sea uno de los destinos preferidos. Es lo que tiene estar centrado en el trabajo, que cuando paras, solo te apetece dejarte llevar y descansar, pero ante la pereza, diligencia y porque no, un poco de insistencia.

 


Al principio un poco de desilusión, porque no encontramos como acceder y parece que no hay mucho que ver. No siempre se acierta- pienso para mí, que después del desvió y lo cansados que estamos no parece que haya sido una muy buena idea,   pero al ir a preguntar al fuerte que domina el área, nuestra suerte cambia.

Se está organizando la visita en un minibús para un pequeño grupo, -además gratis-. en el que va una arqueóloga holandesa. Por cierto, una decepción, no llevan ni látigo, ni sombrero de ala ancha. Me imagino que, si el guía la hubiese detectado antes, nos hubiera contado la mitad de berzas.

Están destapando, muy poco a poco, lo que se supone fue la espléndida y muchas veces asaltada metrópoli del golfo:  Al Zubara. El negocio de las perlas consiguió que, tras cada asalto y cada incendio, volviera a renacer. Fue conquistada por kuwaitís, saudís, bahreiní, otomanos…y por supuesto los ingleses. Hoy en día quedan vestigios de kilómetros de murallas y fortificaciones que no sirvieron de mucho.

Un trabajo titánico por la gran superficie y los pocos meses hábiles de trabajo, reconstruyendo, y volviendo a levantar lo que se les cae entre temporada y temporada arqueológica, el desierto no perdona.


Lo que más me llama la atención, es que una ciudad de más de diez mil personas, con palacios, grandes casas de mercaderes, mezquitas, fábrica de vidrio y las “madbassa”, unas prensas para obtener la esencia de los dátiles, se abasteciera con solo un pozo a 2 kilómetros de distancia, pero lo que primaba era el mar. Muestra de ello, el zoco, el centro neurálgico está pegado a la playa. Por los restos que han encontrado, dan una idea del alcance cosmopolita de la ciudad, porque han encontrado hasta cerámicas europeas, chinas y japonesas. Lo que significa que llegaban los mejores productos que en la época se podían conseguir, todo lo que el resto del mundo podía ofrecer, a cambio de las exquisitas perlas.

Lo que la hizo crecer, fue lo que la elimino del mapa. Al aparecer las perlas artificiales en el mercado, dejó de ser rentable y fue poco a poco olvidada, hasta su desaparición.  Algún día, pasará lo mismo con nuestras plantas industriales.

 


Como no podía ser de otra forma, recomendación gastronómica: A pesar del lujo, me quedo con uno de poco glamour: ABO SHARIHA, elegido sin dudarlo por las iniciales.  Buenísimo , un escándalo, el "falafel sándwiches" con hummus, por solo 5 QR  en medio del moderno y turístico Souq Waquif.

 

domingo, 8 de octubre de 2023

Chile- un pasado con memoria


Chile me recibe con un sol veraniego y un clima invernal, y no solo me refiero a las condiciones climáticas. Demasiado seguido este viaje. No me he recuperado bien desde Polonia.


Pues sí, una dura semana, que pone a prueba muchas cosas. Tensiones, discusiones repetidas a lo largo de los años. Hay que creérselo, porque si no, no aguantas, y ahora viene el reto de los próximos recortes. Difícil, hay que organizarse.

Siempre hay que ver el lado positivo. Siempre hay algo, aunque sea la grata sensación de la vuelta. Cuando veo a compañeros con pereza, me siento afortunado. Gracias a Dios, pertenezco al sitio de donde he partido, ya que volver para marcharse, es como no haber vuelto, por eso solo regresamos a casa los afortunados que sabemos cuál es el lugar al que pertenecemos y para eso, con unas horas es suficiente.

Me llevan a comer a La caleta Lenga. Es una playa llena de restaurantes en la Bahía de San Vicente, y me recomiendan el caldillo de congrio con huevo que tanto le gustaba a Neruda, calienta el cuerpo. Hasta le hizo una oda a esta gran sopa. Se lo merece.

De regreso de Concepcion, unas horas para redescubrir Santiago de Chile. Como va cambiando. Cincuenta años después, en la Plaza de la Ciudadanía, detrás de la Moneda, a buscar recuerdos que no se pueden olvidar del levantamiento militar del 11 de septiembre. 



En la mejilla de la estatua de Diego Portales. Bajo el ojo, un orificio que no la creó el escultor. Una bala perdida es lo que queda. Al ministro le trataron con saña y un tiro a quema ropa en la cara, en el mismo sitio que la escultura, es lo que le mató.  El resto de la batalla y todos los edificios se han restaurado.



El museo histórico nacional, en la plaza junto a la catedral, entramos a ver la exposición: "50 años después golpe en la memoria".  EL reclamo de memoria, verdad y justicia. Explicando cómo consiguió tener éxito y una vez sembrado, los medios para que permaneciera. ¿Algún día veremos algo similar a lo de Chile y Argentina?

Duro, salimos con el corazón en un puño, así que salimos a ver la vida, y donde mejor que al mercado. Te alegra el alma.

En cuanto a la recomendación gastronómica, un sitio de los auténticos. ¡Que envidia!  


La Piojera, una taberna con vida, enfrente del mercado, en las que se canta y se come. 

Nos tomamos el aperitivo recomendado, un terremoto amargo (vino blanco, helado de piña, sin granadina y con licor amargo) que según la tabernera cuando sales de la "chingana" - trás el terremoto y la replica-  es como si sintieras un autentico temblor en vivo.