Buscando que
se puede ver por la zona, consigo que antes de volver a Doha, nos desviemos
para ampliar un poco nuestra cultura turística: Una ciudad digerida por el
desierto, es ahora el mayor patrimonio arqueológico de Qatar y está a solo
media hora de la obra.
Cuando pido
referencias no parece que sea uno de los destinos preferidos. Es lo que tiene
estar centrado en el trabajo, que cuando paras, solo te apetece dejarte llevar
y descansar, pero ante la pereza, diligencia y porque no, un poco de
insistencia.
Al principio
un poco de desilusión, porque no encontramos como acceder y parece que no hay
mucho que ver. No siempre se acierta- pienso para mí, que después del desvió y
lo cansados que estamos no parece que haya sido una muy buena idea, pero
al ir a preguntar al fuerte que domina el área, nuestra suerte cambia.
Se está organizando la visita en un minibús para un pequeño grupo, -además gratis-. en el que va una arqueóloga holandesa. Por cierto, una decepción, no llevan ni látigo, ni sombrero de ala ancha. Me imagino que, si el guía la hubiese detectado antes, nos hubiera contado la mitad de berzas.
Están
destapando, muy poco a poco, lo que se supone fue la espléndida y muchas veces
asaltada metrópoli del golfo: Al Zubara.
El negocio de las perlas consiguió que, tras cada asalto y cada incendio,
volviera a renacer. Fue conquistada por kuwaitís, saudís, bahreiní, otomanos…y
por supuesto los ingleses. Hoy en día quedan vestigios de kilómetros de
murallas y fortificaciones que no sirvieron de mucho.
Un trabajo
titánico por la gran superficie y los pocos meses hábiles de trabajo, reconstruyendo,
y volviendo a levantar lo que se les cae entre temporada y temporada
arqueológica, el desierto no perdona.
Lo que más me llama la atención, es que una ciudad de más de diez mil personas, con palacios, grandes casas de mercaderes, mezquitas, fábrica de vidrio y las “madbassa”, unas prensas para obtener la esencia de los dátiles, se abasteciera con solo un pozo a 2 kilómetros de distancia, pero lo que primaba era el mar. Muestra de ello, el zoco, el centro neurálgico está pegado a la playa. Por los restos que han encontrado, dan una idea del alcance cosmopolita de la ciudad, porque han encontrado hasta cerámicas europeas, chinas y japonesas. Lo que significa que llegaban los mejores productos que en la época se podían conseguir, todo lo que el resto del mundo podía ofrecer, a cambio de las exquisitas perlas.
Lo que la hizo crecer, fue lo que la elimino del mapa. Al aparecer las perlas
artificiales en el mercado, dejó de ser rentable y fue poco a poco olvidada,
hasta su desaparición. Algún día, pasará lo mismo con nuestras plantas industriales.
Como no podía ser de otra forma, recomendación gastronómica:
A pesar del lujo, me quedo con uno de poco glamour: ABO SHARIHA, elegido sin
dudarlo por las iniciales. Buenísimo ,
un escándalo, el "falafel sándwiches" con hummus, por solo 5 QR en medio del moderno y turístico Souq Waquif.