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viernes, 18 de enero de 2019

Desierto del Sahara. Notando diferencias


Mañanas frescas, noches de doble manta y gorro en la cama que dan para pensar mucho, aumentar los nervios y hasta para desesperarse con todo lo que hay que hacer al día siguiente. Cubierto hasta las orejas, no hay quien pegue ojo. La dicotomía de siempre: ruido o frío.  

Atardeceres espectaculares. Lo mejor de esta época del año. Podía ser peor, pienso mientras se mes escapa una sonrisa mientras escribo. Siempre recordamos lo bueno. Memoria selectiva.  



Las cosas que son de verdad importantes: unas risas al final del día, en la babel internacional en la que se convierte la cola del saturado comedor, en el que nadie se entiende al cien por cien, pero que te haces comprender.
A pesar de que no te apetezca y que vaya con el signo internacional de que quiero estar solo (comer con un libro abierto), no hay forma de no participar, ya que los amigos Bereberes están celebrando otro año más el Yennayer. Los deseos de un buen y próspero 2968. Más amables, menos diferencias en el trato diario y en la cara. Una lástima que haya caído en esta época. Demasiado contrario, poco sensible y con ganas de terminar lo que debía estar acabado hace tiempo.

Da miedo como pasa de rápido. Aunque vamos muy lentos, todo va muy rápido y no nos damos ni cuenta. Hay que saber valorar y disfrutar de los buenos momentos, sobre todo en familia.  Ahora -mirando atrás- que lejos quedan las Navidades, con sus momentos de tristeza incluidos, pero arropado en casa.  Y no te digo nada de donde queda, la mágica noche de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. 

¡Que no nos falten!