Translate

domingo, 24 de febrero de 2013

Comuna de Mejillones

Otro transoceánico superado, con huelga de Iberia incluida, con destino a Chile. Las turbulencias sobre el Atlántico, activan en mí una palanca de miedo irracional. No es al accidente, más bien creo que es a caerme al agua. Lo que me obliga a agarrarme con fuerza a lo primero que encuentre. Algún día, si no consigo superarlo, arrancaré el reposabrazos y me acercaré a la azafata con cara de culpabilidad.


Estoy escribiendo desde la Comuna de Mejillones, en el desierto de Atacama, un pueblo de pescadores- antigua salida al mar Boliviana- impulsado económicamente primero por el guano, luego por la pesca y ahora por un gran tejido industrial que ha decido localizarse en el área, por su cercanía a las minas de mineral.


La estampa en los cruces sin barrera, son ferrocarriles cargados con acido en un sentido y  en el otro vagones cargados con planchas de cobre.

En los años 80 había tres industrias para elaborar harinas de pescado, “se agotó” el recurso por lo que se desmantelaron dos de las fabricas.En la actualidad, quedan los barcos destruyendose lentamente al sol, esperando que vuelva a ser rentable la actividad.




El tiempo primaveral y las aguas del océano pacifico animan al baño. Tengo demasiado reciente el encuentro con el lobo marino en estas playas, cuando batí mi plusmarca en estilo libre - sálvese quien pueda- en la que ni el mismísimo Michael  Phelps me hubiera dado el alto. Así que  opto por refrescarme en el hotel.


Una recomendación culinaria,  en el restaurante del hotel Alto del Sol, probar los medallones de congrio en tempura acompañados de mazorcas de maíz y finas hierbas. Un lujo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Aní, Turquia. Antigua ciudad medieval

Unas cinco horas de coche, para recorrer los casi 400km que nos separaran de Ani, la capital del Reino de Armenia, que está en ruinas pero caminando por sus restos se respira su esplendor, a principios del siglo XI vivían mas de 100.000 personas. Frontera entre Turquía y Armenia es curioso ver las torres de los militares por encima de tanta cultura.

Como no podría ser de otra manera, está construida en un lugar estratégico. En lo alto de una colina nevada,protegida  por una murallas naturales, entre dos valles agrestes  y el tajo del rio Akhuriany , reforzados por lo que debieron ser unas imponentes murallas, que no fueron para defenderla de los turcos, mongoles, georgianos que la reconquistaron  en repetidas ocasiones. Al final parece que su destrucción fue debida a un terremoto en el siglo XIV.

Iglesia de San Gregorio- estructura circular


Desde la ventana de la mezquita se aprecia el puente medieval que salvaba el río, que hace hoy de barrera entre los dos países.Esperemos que la UNESCO registre la ciudad como patrimonio de la humanidad, el conjunto, es una gozada. Y hoy en día no se ve el turismo por esta zona militarizada.



 La mayoría de los edificios que se mantienen son religiosos, catedrales, iglesias mezquitas, … se intuyen las casas camufladas entre la nieve, lo que con el viento y la temperatura alrededor de los -10ºC, hace que el paseo de 3 horas sea exigente

Caminando entre las ruinas de Aní, hacia la primera mezquita turca selyúcida en Anatolia



En el interior de la Catedral de Aní

La iglesia que conserva más frescos es la de San Gregory, de 1215 , que fue pagada por un comerciante de la época. Con un poco de calma, la imagen de los santos son de estudio.
Con estas barbas no creo que le dejen entrar en el Paraíso y mucho menos en el Vaticano

La mayoría de las iglesias tienen las paredes encaladas, y por las fechas de las pintadas no son recientes, así que como en otros tantos lugares, habrá grandes sorpresas al retirar la cal que protege las pinturas originales.


Debido a las condiciones climáticas y a lo poco preparados que estábamos para andar por la nieve, salimos congelados y pensando en un sopita caliente, pero está vez - además de no encontrar nada en las cercanías- no hemos acertado. Asi que la recomendación es llevarse el bocata con el termo.


Ganaderos en la frontera


viernes, 8 de febrero de 2013

Una noche en Trabzon


Una autentica prueba de obstáculos:
Superada la interminable cola del control de pasaportes.
Habiendo corrido los 2 km entre la terminal internacional y la domestica, con el cinturón entre los dientes y toda la ropa colgando.
Después de rogar para que me admitieran - entre Estambul y Ankara -una vez cerrada la puerta del embarque,
Tras soportar la mirada asesina de todos los pasajeros que sabían que yo era el culpable de su retraso y de romper a sudar nada más sentarme en el asiento,  notando como poco a poco se alejaba de mi la chiquilla que sufrió la desgracia de ser mi compañera de asiento, ….
Pensaba que lo más duro había pasado y que el último trayecto me llevaría a por el merecido descanso. Pero que equivocado estaba. Eso era solo el principio del viaje.
En el ultimo vuelo, entre Ankara y Erzurum, dieron por sentado que todo el pasaje era turco, por lo que todas las instrucciones de seguridad fueron en un idioma ininteligible, pero como normalmente no dicen nada nuevo, pues continúe a lo mio.  En el momento del aterrizaje, me di cuenta de lo errado que estaba.
Al sacar el tren de aterrizaje, todo parecía normal, pero de repente, cuando más tranquilo estas, ¡zas! Comienza el espectáculo. Sentí todas las tripas intentando salirse de la boca, solo recuerdo que cuando puedo, grito. Y me sorprendo gritando. Es colectivo.  Al segundo siguiente el avión comienza a tomar altura como si estuviera intentando batir el record guiness de salida a la estratosfera,  golpeado por el viento.  Hasta aquí, para los que estamos acostumbrados a los aterrizajes del norte, pues más o menos normal. Esperando las palabras tranquilizadoras del capitán. Se abre el micrófono de la cabina y… çççç!  continúan sin saber que hay uno abordo que no se entera de nada.
La gente comienza a llevarse las manos a la cabeza, golpear los asientos, se ponen de pie en busca de las azafatas… Yo me temí lo peor, ó que no teníamos tren de aterrizaje ó que se yo las cosas que se te ocurren.  Dignamente intente comunicarme, al final, con mucho dibujo y mucho gesto era simplemente que nos llevaban a otro aeropuerto.
Al salir del avión, una amable azafata se sorprende de mi existencia. Me explica todo, pidiéndome disculpas, que por problemas climatológicos no se puede aterrizar.
Aunque parezca imposible, a las 2 de la mañana en el aeropuerto de Trabzon, no hablan Ingles. Gracias a un amable policía -al que se le tenía que dar muy bien el juego de películas- y una señora que sabia algo de ingles, me entere de las dos opciones:  una larga noche por delante en el aeropuerto de Trabzon (ciudad a la orilla del mar negro) o un dudoso viaje por carretera de unas 5 horas.
Tras elegir la opción aconsejada por la amable traductora amater, he logrado llegar a Erzurum, al día siguiente, sin maleta y sin coche de alquiler, pero como me dice Ama, lo importante es que estoy en tierra firme.  Bueno espero que se decidan pronto los de la maleta, porque no aguanto más y quiero marcharme a dormir un rato.