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sábado, 30 de mayo de 2020

Menos tonterías y más libertades

Jodidas terrazas, yo soy hombre de barra,  bebo de pie. Los que me conocen saben que siempre rechazaba los taburetes y el estar más de diez minutos en un bar me incomoda. Ahora,  si no estás los treinta minutos que te corresponden, parece que estas desaprovechando.  Estúpidas normas.


Si pensásemos un poco, tiene todo tan poco sentido. Nos tienen agazapados, con el miedo a enfermarnos. No nos dejan ir a trabajar, no nos dejan abrazarnos, ni casi saludarnos  y eso que por la calle no nos reconocemos con las mascarillas y las gafas. Nos mienten y aún nos tenemos que sentir agradecidos. ¿Por qué tienen el derecho de seguir limitando nuestras libertades?  Discursos con frases de otras generaciones. Aunque como tantas veces he oído: Todo es un cuento.

Miedo a que llegue algún hijo con la cabeza baja, diciendo que ha sido beneficiado en el reparto de una de las múltiples multas por violar alguna de las normas. Ya se han superado el millón de multas.  Es lo que tiene seguir en un estado de alarma.

Se termina, o eso quiero creer. Todo tiene un final, hasta la locura del confinamiento. 
Adiós a las dos realidades en un mismo día. Todos locos y obedientes.  Enfrentándose el masificado paseo carcelario de las ocho de la tarde, contra  el Bilbao vacío en la charla de las diez de la mañana. Un privilegio que  también llega a su fin, conociendo poco a poco retales de mi historia en buena compañía.

A partir de esta primera pandemia, las terrazas y balcones serán requisitos en las futuras colmenas. No habrá quien compre un piso, sin su metro y medio de libertad.
Igual hasta sacan una normativa subvencionada,  como en las comunidades sin ascensores, para que los pisos sin libertad puedan tener una plataforma en voladizo donde dejarse llevar. ¿Lo viviremos?


Piraguas frente al Mercado de la Rivera 






Txapela a medio lado








martes, 12 de mayo de 2020

Se aproximan chaparrones


Por mucho que nos pese, es un sindiós. Está fase 0,5 que nos han puesto, nos lleva a situaciones caóticas, derivada de la acumulación espontánea y poco planificada, ante problemas complejos. 
Vamos que no hay quien entienda nada y eso que todo el mundo te lo explica.

Lo de ayer, daba pena. Ponen el caramelo en la boca: la apertura de los bares con terraza. Si lo piensas idílico, pero la realidad es otra. Personas con miedo y frió, mientras se toman una caña, incumpliendo cien y un normativas.  

Pobres taberneros, rodeados de municipales dando explicaciones y pobres policías, a los que acudían los chivatos – sí,  chivatos porque no tienen otro nombre- con información fresca indicándoles en qué bar había gente tomando potes, fuera de la terraza. Como si ellos no lo supieran, pero no dan abasto. 

                                

Como dice mi cuñada, lo hacen porque pueden. Seguramente porque prefieren ir despacio y no volver - como en el juego de la oca- a la casilla de salida. 
Al final, va a ser mejor no plantearte los motivos por lo que lo hacen, pero esperemos que en próximas cambios de fase hacia la anormalidad, den menos instrucciones, que el aguante se nos está acabando.


¡Miren al cielo! 

Es tiempo de gabardinas, no de terrazas.