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martes, 14 de marzo de 2023

Muscat : pasa la vida

 Lo que empezó mal, cancelándome el vuelo por los atrevidos vientos del sur, se fue enderezando poco a poco, terminando bien, ya que, debido a las malas conexiones aéreas, dispongo de una tarde, para poder recordar mis andanzas por Muscat.

 

¡Han pasado más de quince años! – Miedo me da.

 

Cuando intento subirme al coche para el recorrido turístico, moviendo la cabeza, Shafeek, lo tiene claro. Me dice que me he equivocado de auto, mientras me muestra una foto en su teléfono, buscándome por encima del hombro, a la persona que aparece en sus contactos de WhatsApp. Le explico que el paso del tiempo ha moldeado mis facciones y que ya no hay ni rastro del pipiolo de aquellos años. Un poco desconcertado, lo acepta y comenzamos la fugaz visita.  Sí es que, solo hay que verme con buenos ojos, aun mantengo las mismas ganas de disfrutar de lo bueno que me depara la vida,

 

La ciudad también ha cambiado. El recuerdo que tengo es de menos coches, más tranquila y menos turismo. Otra que se ha moldeado con los años. Aunque mantiene el mismo fondo. Sigue teniendo esa chispa, que le falta a los otros países del golfo. 



La primera parada, es la zona oficial de los palacios del Sultán, Al Alam Palace, donde recibe a los dirigentes internacionales. La "guardia" de la familia, muy amable, -sin retranca-, tienen la paciencia de explicarme porque no puedo pasar y por donde puedo pasear. Vamos, casi lo mismo que en el Palacio Real de Madrid.


La Bahía, está muy bien elegida, protegida por dos fuertes portugueses. Por lo remodelado que parece que están, pocas piedras quedarán de las originales, pero está hecho con gusto.

Muttrah souq 

De segundas, pero no menos importante, paseo por la ciudad antigua y perdiéndonos literalmente por las callejuelas del zoco de Muttrah. Recordando el colorido y el fuerte olor del sándalo quemándose, para mi gusto, demasiado fuerte.

Al pasar por una de las joyerías con sus antiguas maquinarias, donde moldean los medallones, no puedo resistirme y vuelvo a comprar algo de plata.

 

Mientras espero a que mi simpática compañera compre los recuerdos típicos para amigos y familiares, desde fuera de la tienda, me veo arrastrado entre risas, por un artista en el puesto contiguo, y termina – sin resistencia alguna por mi parte- liándome para disfrazarme de vendedor de alfombras, para darle un susto a la que supone que es mi pareja. Un gran artista.

Intentando salir del laberinto del fauno, se continúa riendo cada vez que paso por delante de su tienda. Siempre reconocemos las que creemos, las mismas plazoletas con sus techos de vidrios de colores, pero imposible recordar de donde veníamos. 

 



Y ya de noche, y ante el madrugón que se nos aproxima, última parada intentando colarnos, como no podría ser de otra manera aprovechando el rezo de la noche, pero esta vez – seguramente por ir acompañado-, no pasamos desapercibidos. Nos explican amablemente, en cada una de las puertas por las que lo intentamos, que solo está permitido el acceso para el culto, que no es horario de visitas a la Gran Mezquita Sultan Qaboos.

 

Por fuera es igual de impresionante que lo recordaba, incluso más. La noche, tiene su magia.

 

Al de pocas horas de mal dormir, en el aeropuerto internacional, cuando intentamos descansar, nos toca fumigación. Está claro que este no era el viaje para disfrutar de los aeropuertos. Por cierto, ya sé que también puedo ser alérgico a alguno de esos productos: increíbles las ganas de rascarme el paladar, pero eso es otra historia.

 

En cuanto a la recomendación gastronómica, lo tengo claro: los dulces prohibidos. Los ricos baklavas, esos sí que no han cambiado.

 

 

domingo, 5 de marzo de 2023

Escapada por Buenos Aires

Fíjate por donde, no hay mal que por bien no venga,  los vuelos nos obligan a cambiar de aires, de una zona a otra de la ciudad. Cambio de aeropuerto. Ya que la escala es de las dolorosas, con muchas horas de espera, optamos por parada técnica, con la maleta en mano, en el barrio de Recoleta. 

Camuflado esta vez, de típico turista -con visera con propaganda, pero orgulloso de lo disfrutado en la bodega mendocina-, recorriendo las calles supervigiladas por cámaras de seguridad. Según dicen, el barrio de la Recoleta, es la zona tranquila burguesa. Al menor incidente, aparecen coordinados, de la nada, un puñado de policías.

Parada y fonda en el restaurante “Rodi Bar”, (Vicente Lopez 1900). Local familiar repleto de fotos de personas famosas del barrio, con una larga carta - por lo que el amable camarero tiene que  decidir otra vez por mí.  Mientras, en la tele, retrasmiten un partido donde me sorprende, el uso incontrolado de bengalas dentro del campo, entre los aficionados. Los locales, van entrando poco a poco para reservar cena, partido a la noche del "Boca". Tienen buenas vibraciones.  

De mientras, escapada al cementerio de la Recoleta, un buen ejemplo de los tres -o más- tipos de cambio de plata. Los que son de Buenos Aires, entrada gratis, los que trabajan o son estudiantes en Argentina, pueden pagar en metálico y los extranjeros, solo con tarjeta de crédito ($2030). Me lo han intentado explicar, pero es difícil, mejor dicho, misión imposible. Un mismo billete, que según quien sea el que lo tiene, le cuesta más o menos conseguirlo, sin entrar al cambio no oficial, que es con lo que pueden sobrevivir la población, para aguantar el 100% de inflación del último año.

 

En la tumba de Liliana, lo que da suerte es tocar la nariz del perro,... no como en Munich 

El cementerio está organizado como una pequeña ciudad con sus plazas y calles, donde las casas son los mausoleos. Parece que no es la mejor hora para visitarlo, el sol golpea con ganas y hay previsión de lluvias, por eso igual, solo igual, no hay las colas y la gente que me esperaba.  Seguir el “juego de pistas” con un incompleto mapa, para localizar las tumbas recomendadas es interesante. Ver arte y lo que queda de personajes históricos, grandes protagonistas de la historia Argentina (Evita Perón, Adolfo Bioy Casares…) Hay que vivir cada día, luego solo somos ruinas. Se nota que algunas familias no están pasando por su mejor momento, ya que se les están cayendo los mausoleos por falta de mantenimiento. Después de insistir un poco- solo un poco- me muestran la tumba del coronel José de Olavarría que, según cuenta, salvo la vida al fundador de la próspera ciudad argentina y murió sin descendientes, donando todos sus bienes a la municipalidad, ya que al otro lado del charco, los familiares escribían el apellido con b (alta). La importancia de la b y la v. Siempre se lo he oído contar a la abuela.



Hacia el aeropuerto, visita guiada por el taxista, muy curioso la historia de cómo se salvó el Edificio del Ministerio de la Salud y de Desarrollo Social, cuando todo el resto de manzanas fueron derrumbadas para poder ampliar la avenida principal. En el edificio, además del curioso monumento a la corrupción – parece que el arquitecto estaba harto de las mordidas, se ven las dos caras distintas en los murales de Eva Perón, hacia la zona rica, hacia el norte,  con el micrófono, la Eva combativa y hacia el sur, la visión de la santa con el “mollete” la Eva de los humildes.

Hay que volver con calma, se me ha quedado en el tintero probar la famosa pizza fugattzzeta con cebolla y queso. Imperdonable.


El aeropuerto, desesperante. Calcular mas de una hora de colas para tramite comprobación pasaporte. 

Mendoza, fiesta de la vendimia

Será difícil superar mi primer contacto con la región de Cuyo.



La planta industrial donde tengo que desplazarme está “embebida” dentro de un marco incomparable, la cadena andina con el cerro Aconcagua como telón de fondo, los árboles - defendiendo en paralelo la carretera-, las inmensas superficies de vides rebosantes de racimos de uvas, que identifican claramente cuál es el motor y desentonando, como no podría ser de otra forma, la “destilería”.

Según dicen orgullosos, llueve menos que en el Sahara. Es el terreno más austral del continente donde se asentaron los Incas, consiguieron realizar un sistema hídrico para controlar- lo que pensaban eran-  las aguas infinitas del deshielo de la cordillera, desarrollando una cultura sobre la importancia del agua, generando un ecosistema diferenciado, un vergel en mitad del desierto, que se aprecia mejor – como casi todo- al tomar distancia desde el avión.

El resultado, una ciudad muy amable, un diseño urbanístico con innumerables pequeñas plazas verdes, que rodean la Plaza de la Independencia , pero con un sistema peligroso y único de acequias dentro de toda la ciudad, en la que hace un siglo plantaron junto a las canalizaciones arboles de gran porte de hoja caduca, - frescas sombras en verano y dejando pasar el sol en invierno. Si eres ciego o vienes un poco perjudicado, recorrer unas cuantas manzanas entre las acequias mendocinas insalvables, puede suponer una carrera de obstáculos, pero todo no se puede tener.

Como no todo va a ser trabajo, gracias a A&H wine & beer specialist – como decía mi abuela, hay que tener amigos hasta en el infierno-, pudimos disfrutar de experiencias nada turísticas, en dos de las más de cuatro mil bodegas de Mendoza. Un trato especial, enfocada para gente del sector, con una lista de cata exigente.


La primera bodega, nada más aterrizar de Bilbao, sin aclimatar, con todo el desfase horario, lo que pudo ser un tormento, fue una delicia. Celina, una apasionada de la histórica “Bodega Benegas”, y Luciano nos hicieron aterrizar a la realidad que descubriríamos a lo largo de la semana. Y difícilmente olvidare mi primer asado argentino, en el txoko familiar, preparado por un gran especialista -Eduardo - al que no conseguimos sonsacar la receta de “tomates enteros” de su madre. Un lujo.

Y el último día, después de una semana intensa, tras terminar las obligaciones, a la carrera como siempre, visita a la nueva “Bodega Foster Lorca” conociendo al artista y enamorado de los vinos, Mauricio, un hombre interesante que vive a galope entre la Rivera Sacra (donde tiene la bodega Erregina Viarium) y Argentina. Nos deja en manos de Cecilia, que, con el poco tiempo que le hemos dejado, nos enseña las instalaciones y una gama de vinos espectacular. Aunque también sorprende las viandas que nos acerca Lucas- el camarero del pequeño restaurante que tienen en la bodega, no es mala opción para turistas, para poder continuar con las catas.

Lo que está claro es que me falta mucho. Aún no soy nada experto y me da mucha rabia tener que utilizar las escupideras.

¡Sacrilegio! – Pienso mientras me deshago tristemente del vino tras ilusionarnos en nariz y boca.

Por otro lado, cuanto más complejo es un vino y más hablan de él los expertos, no suele coincidir con mis gustos. Como resumen después de probar en torno a treinta caldos, con lo que único que me quedo aprendido para recordar, es que, si el tinto es de la región de Cuyo, mi primera opción debe ser lanzarme a por el Malbec. Os aseguro que tiene la fama bien merecida.

Casualidad -lo dudo-, coincidimos con la fiesta de la vendimia. La ciudad se transforma, aún más alegre si se puede. Cada departamento desfila en vistosas carrozas, por un recorrido por el centro de la ciudad, por lo que en esas calzadas están todos los restaurantes reservados desde hace semanas. Es la famosa cabalgata de la Vía Blanca, un espectáculo que enorgullece a toda la región. La ciudad brilla de noche y de día, mostrando a las autoridades de la ciudad, a los mendocinos y turistas, lo mejor de cada uno.



Por cierto, muy divertido los artilugios que se fabrican para la cabalgata, para poder hacerse con alguno de los regalos que lanzan a lo largo del recorrido… Aún les queda bastante para llegar a utilizar el método bilbaíno patentado del paraguas, para recoger los caramelos de nuestros Reyes Magos.

En cuanto a la recomendación gastronómica, después de comerme media vaca en una semana, lo tengo claro. El restaurante, el Asadito (Avenida Sarmiento 755) , y el corte : Ojo de bife con hueso ($4790). Elegir un buen tinto, fijándote en el lado derecho de la carta, y no pidas entrantes, son raciones generosas, en las que el peso de la carne es correcto, no mengua como en otros países.

Espectacular, David, un genio de los idiomas, a partir del segundo día, me hace sentir como en casa.  En las parrillas, unos magos, una delicia verlos trabajar, teniendo siempre a punto las brasas, gracias a una zona con un tiro de aire prodigioso.