Al ser gente de barra, encontramos nuestro sitio. Vacío , fresquito y en buena compañía con los hermanos Navarros, en la Venta "Udako Etxea"
La perfección en Ainhoa. Un hotel con encanto y con un restaurante de lujo. Rozando la perfección.
Argi Eder
En la zona del Baztan, disfrutamos como enanos buscando los restos
megalíticos, emulando al bueno de Plinio, que hace 2000 años ya se interesaba
por ellos en estas mismas montañas.
A la mayoría de ellos hay que ponerles
imaginación, porque son cúmulos con helechos encima. Menos mal que los
monumentos están identificados con una señal, para no pasárnoslos de
largo.
Saliendo desde el collado de Otsondo, bonitas y fáciles
excursiones. Haciendo cimas que siempre motiva e ilusiona. Muy bonitas
vistas, con montes sobre las nubes. Como curiosidad el Antsestegi tiene el buzón
-en forma de hacha- con el nombre mal indicado. Nadie es perfecto y es que hace
veinte años tampoco había tanto GPS ni tanta maquinita.
A la tarde repitiendo, como "gorilas en la
niebla", conseguimos con ayuda de la tecnología, -para que os hagáis una
idea de la pobre visibilidad- encontrar
los inmensos túneles excavados bajo la cima del Lizartzu.
Estás construcciones forman parte de la línea
defensiva del Pirineo de la segunda Guerra Mundial. Es curioso ver, que lo que
antes era importante defender, ahora ha quedado abandonado dejando como
testigos los numerosos bunkers y almacenes repartidos por todos los cordales
con pasos fronterizos. Ahora los temores están en otras fronteras y en otros
mares.
Mantenemos tradiciones. Si no recuerdo
mal, creo que fue en el 2014. Así que después de cinco años se puede decir que
ya están arraigados los lugares de culto gastronómico en nuestra familia. La
cena en el asador Ordoki en Arizkun y la comida en Amaiur. Aunque el bueno de
Felipe con sus magníficos talos solo recuerde a la rubia.
Yo como siempre, camuflado. Si es que paso
desapercibido en cualquier ambiente.
Buenos días, para el recuerdo. En buena
compañía, gracias a la excusa del reencuentro en el campamento.