Dura semana, a la carrera y tras la reunión de los resultados, me quedo después
del desgaste de adrenalina con las pilas al mínimo, pero no puedo dejar escapar
la oferta turística, con una guía de primera empadronada desde hace más de una década
en Singapur.
Me recoge en el hotel. El calor con la humedad a media tarde es aplastante, aquí el coche es un lujo superfluo, funcionan de maravilla el transporte colectivo. Asi que comenzamos la escapada conociendo los distintos tipos de transporte. El autobús, con aire acondicionado, funciona muy bien de Orchard destino a Chinatown, y como me deja una tarjeta de transporte local, ni idea de los precios, pero por lo que entiendo, es de las pocas cosas que hay baratas en este país y de muy buen nivel.
La primera parada es en Little India, puestos con teles, personas riendo
mientras ven lo que me imagino que es la telenovela del momento y alegría por
la vida. La explosión de color en el Sri Mariamman Temple, monumento nacional
de hace un par de siglos, parece que no le pueden entrar más colores. Curioso
el rito que están realizando en el interior. Ni idea pero rebosa
felicidad. Dan ganas de visitar la India.
En un par de calles, paseando y sin necesidad de pasaporte, se ve que hemos cambiado de nación. Nada más llegar al barrio chino, me doy cuenta de que no se parece a lo que tenia en mente. Por lo menos, no me llevan por callejones, tiendas de falsificaciones, ni se ven los restos de comida tirados por todas partes. Son edificios coloniales, bien mantenidos pintados con llamativos colores y todo extremadamente limpio.
Rodeados de moles de
apartamentos, junto a plazas donde se vive: mayores bailando rítmicamente,
otros ejercitando la mente ante tableros de damas chinas, y algunos ojos
cansados mirando cansinos a los pocos turistas, bajo el sol de justicia, disparando
con sus teléfonos moviles. Pero hasta que no entro en uno de los grandes
almacenes, en los que se vende de todo, no consigo recordar los aromas de
aquellos años pasados en China, con los puestos de comida, hacienda cola por
las más variopintas delicatesen que en otras realidades acabarían seguro en la
basura. Curioso el restaurante que tiene su nombre en perfecto chino y debajo: “The
Yellow Chair Restaurant”. Está claro que no pueden quitar las sillas de plástico
amarillas y que es la forma fácil para poder quedar en algún bar, porque es el
que está lleno.
No puedo dejar sin escribir en esta entrada que me enseñan el local más
barato del mundo que consiguió durante tres años una estrella Michelin, pero
que ahora está en decadencia. Si vuelvo, me gustaría probarlo. “Liao Fan Hawker
Chan”.
En cuanto al tercer destino, el barrio árabe en metro, muy limpio, rápido y
organizado. Como curiosidad los mensajes continuos en tres idiomas, las máquinas
para secar los paraguas en las entradas de las estaciones y los carteles de las
prohibiciones fumar, comer, beber… y meter·”durianes”, la fruta del olor insoportable.
Nada más ver la mezquita, con su cúpula dorada, un ruido ensordecedor, dos
F-16 a la velocidad del rayo, persiguiéndose a poca altura, rompen la paz del
turista.
¡Que susto! Pero, qué hacen dos cazas de combate sobrevolando los cielos de
Singapur- Mi cara lo dice todo, me traslado a Polonia donde estaban entrenando
al ejército ucraniano. Me tranquiliza Victoria, diciéndome que están ensayando
para la celebración del día la independencia de Malasia, en 1965, y que lo
hacen los sábados de junio y julio al atardecer, ya que la fiesta es en agosto. Se
lo toman con mucha anticipación, se nota que tienen dinero suficiente para rellenar
el depósito de combustible.
El calor, aunque va bajando con las horas, sigue siendo importante. Hay que
hidratarse, así que este no es el mejor barrio, por lo que cambiamos un par de
calles donde está la juventud tomando cañas, dándose prisa antes de que se
termine la happy hour, hay que adaptarse a todo. Los precios son altos.
La experiencia turística de diez. Una gran guía. Gracias Victoria.
La recomendación gastronómica, para nuestros bolsillos el japonés: el Fire
Ramen & Izakaya by Menbaka , en 176 Orchard Rd, #01-53 / 54 / 55 / 56 The Centrepoint Food Street.
Se llama así, no porque sea una sopa picante, que también, sino porque si no
andas con cuidado te quedas sin flequillo, a la hora de preparártela.
Aunque la recomendación es, sin dudarlo, en la isla de Sentosa. Una bonita experiencia en el Sofitel Luxury Hotel, donde los millonarios deben campar a sus anchas. Antes de la comida, hasta los pececillos te hagan la pedicura.
Un
espectacular bufet con “free flowing champagne”, y las “estaciones” de Bloody Marys,
de Gintonics, todo bien organizadito.
Menos mal que luego puedo pasear por la playa y tumbarme a recuperar fuerzas,
en uno de sus maravillosos jardines antes de tomar el avión de regreso para
casa.
Que bueno!! Lofiu numayos
ResponderEliminarTenemos que ir, Ce
Eliminarveo q sacas tiempo para cuidarte brthr!
ResponderEliminarRazón no te falta
EliminarRazón no te falta
EliminarHi Angel, un poco demasiado para poco tiempo, es difícil disfrutar de lo importante, bueno al final llegamos al Nirvana y a soñar a la playa
ResponderEliminarDe visita por la vida!
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