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viernes, 8 de febrero de 2013

Una noche en Trabzon


Una autentica prueba de obstáculos:
Superada la interminable cola del control de pasaportes.
Habiendo corrido los 2 km entre la terminal internacional y la domestica, con el cinturón entre los dientes y toda la ropa colgando.
Después de rogar para que me admitieran - entre Estambul y Ankara -una vez cerrada la puerta del embarque,
Tras soportar la mirada asesina de todos los pasajeros que sabían que yo era el culpable de su retraso y de romper a sudar nada más sentarme en el asiento,  notando como poco a poco se alejaba de mi la chiquilla que sufrió la desgracia de ser mi compañera de asiento, ….
Pensaba que lo más duro había pasado y que el último trayecto me llevaría a por el merecido descanso. Pero que equivocado estaba. Eso era solo el principio del viaje.
En el ultimo vuelo, entre Ankara y Erzurum, dieron por sentado que todo el pasaje era turco, por lo que todas las instrucciones de seguridad fueron en un idioma ininteligible, pero como normalmente no dicen nada nuevo, pues continúe a lo mio.  En el momento del aterrizaje, me di cuenta de lo errado que estaba.
Al sacar el tren de aterrizaje, todo parecía normal, pero de repente, cuando más tranquilo estas, ¡zas! Comienza el espectáculo. Sentí todas las tripas intentando salirse de la boca, solo recuerdo que cuando puedo, grito. Y me sorprendo gritando. Es colectivo.  Al segundo siguiente el avión comienza a tomar altura como si estuviera intentando batir el record guiness de salida a la estratosfera,  golpeado por el viento.  Hasta aquí, para los que estamos acostumbrados a los aterrizajes del norte, pues más o menos normal. Esperando las palabras tranquilizadoras del capitán. Se abre el micrófono de la cabina y… çççç!  continúan sin saber que hay uno abordo que no se entera de nada.
La gente comienza a llevarse las manos a la cabeza, golpear los asientos, se ponen de pie en busca de las azafatas… Yo me temí lo peor, ó que no teníamos tren de aterrizaje ó que se yo las cosas que se te ocurren.  Dignamente intente comunicarme, al final, con mucho dibujo y mucho gesto era simplemente que nos llevaban a otro aeropuerto.
Al salir del avión, una amable azafata se sorprende de mi existencia. Me explica todo, pidiéndome disculpas, que por problemas climatológicos no se puede aterrizar.
Aunque parezca imposible, a las 2 de la mañana en el aeropuerto de Trabzon, no hablan Ingles. Gracias a un amable policía -al que se le tenía que dar muy bien el juego de películas- y una señora que sabia algo de ingles, me entere de las dos opciones:  una larga noche por delante en el aeropuerto de Trabzon (ciudad a la orilla del mar negro) o un dudoso viaje por carretera de unas 5 horas.
Tras elegir la opción aconsejada por la amable traductora amater, he logrado llegar a Erzurum, al día siguiente, sin maleta y sin coche de alquiler, pero como me dice Ama, lo importante es que estoy en tierra firme.  Bueno espero que se decidan pronto los de la maleta, porque no aguanto más y quiero marcharme a dormir un rato.

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