Translate

sábado, 14 de enero de 2023

Pattaya - una de verdades

A un par de horas en coche de Bangkok, primer contacto con Tailandia, y para decir la primera verdad, espero que no sea el último. Me ha tocado conocer, la ciudad con la fama de ser el centro del turismo sexual de Tailandia. Tiene que existir mucho más bonitas. Una mezcla de Benidorm, repleto de centros de masajes y prostíbulos. 

No sé cómo serán las barras de los garitos del “walking Street” pero, desde fuera y a la hora que la recorro, verdaderamente, no es comparable a andar por el barrio rojo de Amsterdam. En Europa es mucho más explícito.

Aunque lo que más me llama la atención, con respecto a mis múltiples viajes y que no me he llegado a acostumbrar es el de los Kathoey. Según me cuentan, lo integrados que están en la vida normal de la ciudad, se debe a que la religión budista siempre ha sido mucho mas relajado con estos temas y los ha tolerado.

Realmente, el que te esté atendiendo una mujer de bandera, en una tienda y que al comenzar a hablar contigo, no se corresponda la voz con el cuerpo, me descolocaba un poco. De verdad, que la primera vez, pensaba que me estaba hablando el dueño en lugar de la tendera. Aunque también, estoy seguro, que ellas lo hacían a propósito, para ver la cara de tonto que se me quedaba. El famoso tercer sexo o las ladyboys.  



Semana agotadora. Demasiados talleres que visitar. Mucho trabajo y poco tiempo, para el cambio de hora. El clima muy húmedo y caluroso no ayuda. Asi que agotado, durmiendo poco y mal, y eso que dicen que es una buena época para venir. Aunque como siempre, consigo unas horas para el disfrute.

La visita al Santuario de la Verdad, muy curioso. Un moderno templo, de hace menos de cincuenta años, que aún se continúa construyendo, siguiendo las técnicas antiguas de los carpinteros, aunque no creo que sea verdad todo lo que pone en el panfleto. Es una gozada ver la facilidad con la que tallan las piezas de madera. En principio el guía te enseña algo sobre las siete verdades de la vida, que deben estar talladas por el templo, pero no hay quien entienda nada y el calor es sofocante, pero merece la pena.



En cuanto a la comida,  lo tengo claro: Pad thai (tallarines salteados) y Tom yum (sopas picantes), pero donde más he disfrutado ha sido comiendo en los pueblos cercanos a los talleres de las obras y en los “food court”, unos patios con mesas en el centro, rodeados de puestos de comida, donde eliges lo que quieres. 


Mucho mejor que en hoteles y restaurantes para los turistas, pero como siempre, no todos tienen los estomagos a prueba de bacterias. Otra verdad como un templo.

2 comentarios: