Translate

martes, 13 de noviembre de 2018

Abu Dabi- historias de ascensores

Siempre un corto, pero incomodo viaje.
Desde pequeños nos han enseñado las normas básicas de convivencia en los ascensores, ya sea en los de casa, donde las reglas eran claras: esperar al vecino que le has visto sacando las llaves del portal, aguantar la puerta, saludar y nunca dar la espalda, con una sonrisa; como en los grandes edificios, donde la norma era ponerse de frente a la puerta, a la mayor distancia posible y sin mantener contacto visual (mirando al número de planta, al suelo o incluso al móvil) para respetar el espacio de cada uno.

A pesar de ello, las situaciones incomodas en esta máquina infernal, se repiten en más de una ocasión. Está vez me encontraba en la zona noble de un hotelazo en Abu Dhabi, esperando al ascensor para bajar a desayunar. Muchos pisos. En frente, mirando a la botonera, un guiri con pintas y yo. La típica situación incómoda de ascensor entre desconocidos. Cruce de miradas. Al final, parece que no hay más remedio que entablar una conversación. Como el chico andaba totalmente equipado con todo el “merchandaising” del equipo de Nueva Zelanda, con su hoja de helecho por todas partes, pues me lanzo al vacío. A lo loco. Muchos pisos para hablar sobre mi gran experiencia de rugby, demasiados. Termino contándole que tenía billetes para Dublín para ver a su equipo, los famosos “All Blacks”, pero que al final mi hermana no había sacado entradas porque eran muy caras. Usaríamos el dinero para el tercer tiempo y bla, bla, bla. Realmente no era muy hablador, dijo algo de la visera, pero no tenía mucho sentido para mí, pero sonreía educadamente.
Al llegar a destino, había unos quince con la misma equipación y por el revuelo parecían famosos, pero cuerpos morroscos de rugb, no tenían. Desayunando, me percato que era la selección de críquet de Nueva Zelanda, que son los “black caps”, aunque se parecen, no son los “all black”.
 Me parece que no le hizo mucha gracia la confusión. El críquet es un deporte mayoritario, por la fuerza que tiene la población de la india en este lado del mundo y para mi, otro gran desconocido.

Pero como todo, el tener un pie en cada sitio del mundo, tiene su lado bueno. Es una gozada, cuando se acuerdan de uno, y te envían “un momento” cotidiano o cuando estás agotado y suena la campanita del teléfono siendo un mensaje sin que sea una respuesta a uno previo mío. Pero hay otros que te gustaría que la tecnología avance un poco más y que la realidad de compartir “video llamadas” sea algo tan arcaico como un telegrama. Algún día, llegará la tele transportación, primero virtual y luego ya veremos. Estoy seguro, llegará. Con la cantidad de gente que estamos lejos de nuestros seres queridos y lo que estaríamos dispuestos a dar por estar junto a vosotros, en locotidiano, cuando estas acatarrada para darte ánimos o cuando estáis todos juntos, alrededor de la mesa de la cocina disfrutando de la cena o al recibir las fotos del cumpleaños del hermano a seis mil kilómetros de distancia. Estoy seguro que hay mercado para este invento.
Por ahora me conformo con el ritual de contar los días que faltan para vernos, y las trampas que nos hacemos. Con ganas de saborear los reencuentros, esperando el abrazo de segundos en la puerta de casa como inicio de la bienvenida y el preámbulo de la rápida despedida. Es lo que tenemos los que no sabemos deshacer del todo la maleta y tener un pie en cada mundo.

Recomendación gastronómica – Mutton paya, manitas de cordero. Una delicia. No ha perdido la buena mano, el cocinero del campamento. Un lujo

3 comentarios:

  1. Me troncho con las normas de protocolo del ascensor, pero que yo recuerde, para subir al 8 había que protegerse ciertas partes. De eso no hablas ...

    Campeón,
    hay que seguir currando y meter divisas del extranjero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parto con lo del ascensor ....

      Buenas risas encerrados en tu casa

      Eliminar
  2. Animo!
    Seguro que hay días mejores y no necesitas la tele transporte

    ResponderEliminar