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lunes, 9 de mayo de 2022

Checan- en el antiguo Perú

Comienzo este viaje sabiendo un poco mejor que es lo que es importante, con el corazón un poco más encogido. Sensaciones contrapuestas, intentar explicarlo sencillamente, no es tan fácil. 

En pleno corazón de Barranco, no dudo en aprovechar la oportunidad que me brinda el Puente de los Suspiros y lo atravieso aguantando la respiración, ya que según cuentan, se cumplirá el deseo que pida. 


        ¡Compañero! Casi no llegas al final del viaje- . Le digo mientras se intenta recuperar, robando bocanadas al aire de Lima, junto a La Ermita de adobe.

Que viva el checan (amor en lengua muchik) y que espere tranquila la serpiente con su amiga, la araña, en el subsuelo. Como todos tenemos que ir, que nos reserven un buen sitio, pero que no tengan prisa, que aún nos queda mucha alegría que repartir y deseos por cumplir.

 

Aquí en Lima, se nota más actividad. Es el fin de semana del “día de la madre”.

De camino a la preciosa casona virreinal del Museo Larco, el taxista no puede contener la emoción y nos cuenta, en media hora, su vida. ¿Por qué a nosotros? El destino se ríe de nosotros. Cansados y escuchando tragedias. El parecido con el padre, que les abandono, le marco su infancia. Su madre lo aborrecía y se centraba en los cinco hermanos mayores. Nunca se sintió querido. Hasta la ingrata vendió sus tierras, para no tenerlo cerca. Nosotros, en el asiento de atrás, no sabemos dónde meternos. Continua de desdicha en desdicha. Y nosotros sin escapatoria. Afectado nos comparte que hoy, tras cincuenta años, su madre le había dado el primer beso que recuerda. En un momento, todo le había cambiado, estaba como en trance. 

Dando gracias por salir del taxi, bajamos acompañados de una retahíla de consejos no pedidos.

 ¡que vidas!

 

Bueno, al grano.

El museo merece la pena -aunque no esté en un buen barrio- tanto por su jardín, como por el contenido. Fácil de ver y de comprender, retazos de la impresionante historia del antiguo Perú. Lo importante era la agricultura y la fertilidad, bien mezclado con la muerte. Aunque a alguno lo que más le impresiono fue el bar, con la mayor variedad de piscos del Perú.

 


En la capital gastronómica del mundo, vale la pena pasear y disfrutar de los detalles. Me encantan los bares con solera, sin dudarlo: Una cerveza helada en El Cordano, en el centro.

Poder disfrutar de experiencias del pasado. El rey de la comunicación de la noche: Amado. ¡menudo repertorio! Me rio yo, del Spotify premium. Alegrándonos con su guitarra. No duda en recordarme entre canción y canción que él, en ese momento es parte de mi vida.

 


 En cuanto a la recomendación gastronómica, el Restaurante Panchita (Calle 2 de mayo 298, Miraflores), aunque fui buscando roedores, -el super cuy crocante se había acabado- terminé cenando sangrecita acompañada de yuca y una panceta crocante, que más bien era un cochinillo asado que quitaba el sentido.




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