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jueves, 9 de noviembre de 2017

Retrasos hacia Abu Dhabi


Estaba pensando en las cosas que me sacan de quicio: ultimamente son las prisas y en todo lo que hacemos por culpa de los retrasos.
 
No me acostumbro a llegar corriendo, pero peor  llevo el estar con el alma en vilo, elucubrando planes alternativos por llegar a perder un enlace de avión y liando a todo el mundo.
 
 Y en los últimos tres viajes, pleno. Esperemos que cambie la racha.


Esta vez ha sido la famosa niebla londinense lo que originó tremendos retrasos en el enlace de Madrid. Menos mal que voy conociendo poco a poco los privilegios de viajero frecuente y ganando inmunidad antes las protestas airadas contra mi persona, al creer que me cuelo por mi cara bonita.
Pero bueno, al final conseguí el objetivo, de entrar en el vuelo.  No sé lo que les debieron decir a las azafatas, pero fue un gran ejercicio de contención el tener que rechazar en innumerables ocasiones el champagne incluido en el billete de bussines, decantándome por el agua mineral. Al final todo bien y llegué a dormir a mi destino.

Tras el paso por el hotel, vuelta al desierto. Un gran ambiente en Abu Dhabi. Durante un rato disfruto del silencio. Algo así puede pasar en este asombroso lugar. La gran luna iluminando el campamento cinco estrellas donde estoy alojado, las sombras de los camellos y los platos de lujo que prepara el cocinero italiano, marcan la diferencia.
 

Llevo una temporada de maleta caliente, nada más llegar de un viaje de trabajo lo enlazo, con uno de placer. Menos mal que tengo ayuda para colocar todo en la que comienza a ser mi baqueteada maleta.

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