Desde mi
experiencia, los vuelos internos son siempre una incógnita y en África, un
quebradero de cabeza. Nunca sabes lo que te puedes esperar, por lo que siempre
intento que sean de día, para tener tiempo suficiente para poder reorganizar el
viaje sobre la marcha. Manías mías, pero estaremos de acuerdo que no es lo
mismo quedarte tirado aquí, que en Frankfurt.
No siempre se
puede cuadrar, para compaginar ocio y trabajo, así que está vez tengo
programado el vuelo a las nueve de la noche.
Después de un
largo día de viaje, llego satisfecho en mi último destino, en mitad del
desierto del Sahara. Son las once y cuarto de la noche -solo un cuarto de hora
de retraso- pero lo que no sabía que aún me quedaba un largo recorrido hasta
alcanzar la cama.
Parece que en
mi mismo avión hay gente importante.
Recibimiento a
lo grande. Aglomeración a la salida. Mujeres
bereberes con gritos estridentes y largos, hasta quedar sin aliento.
Me recuerdan a los irrintzis.
¿Los habremos exportado a esta zona del mundo o los pastores vascos se lo copiaron a ellas?
¿Los habremos exportado a esta zona del mundo o los pastores vascos se lo copiaron a ellas?
Los trámites
con los extranjeros que necesitamos escolta, se retrasan y se retrasan…
llegamos a las mil y mañana, madrugar para ir al campamento.
Control de Accesos: Lo mejor del sol, la sombra. |
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