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lunes, 17 de julio de 2017

Teruel


 

Volviendo del invierno de Biarritz hacia el clima cálido del mediterráneo de Benicàssim, un paseo por la ciudad de mis sueños de juventud. Claro que existe Teruel, y está bien arraigado en mi memoria. Una época – hace casi 20 años- de duros horarios de trabajo y de fiestas con los días cambiados. Conviviendo con dos aragoneses, los famosos Luigi y Pololo, compartiendo lo que se tenía, aprendiendo a sobreponerse a las adversidades económicas y sociales. Viendo nacer el movimiento de Teruel Existe (reclamando un helicóptero sanitario), que nosotros los reconvertimos por el “Teruel libre y con derecho a mar”.

Un paseo nostálgico por el centro mudéjar. Muchos recuerdos. El baño prometido en la fuente del torico al aprobar las oposiciones, el frio glaciar en mi cuarto sin armarios, o lo que dio de sí el billete de mil duros que nos encontramos al abrir el sofá cama con los cinco bilbaínos.

 
La memoria gustativa no me falla, se retiene y recuerda el pasado.  Impresionantes las albóndigas, se mantiene la tradición del puchero en la barra del Gregory (Paseo del Óvalo 6), un lujo que se debe bañar con un buen caldo de la tierra. Las madejas, tripas de cordero enrolladas en un ajo verde. Un manjar que yo solo he probado en estas tierras, crujientes por fuera y blandas por dentro.

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