En mi vida he visto unas cuantas carreteras extrañas, pero estas parecen salidas de una película de carretas del lejano Oeste, y de una no muy buena, además. He notado cada uno de los múltiples baches de la carretera en mis acolchadas caderas. Estoy destrozado. Esperemos que lleguen las nieves y las heladas compacten los huecos del asfalto.
Es insufrible. El recorrido no llegará a los 50 kilómetros, pero se tarda más de 90 minutos en recorrerlos, a no ser que te toque un tren de mercancías kilométrico y que después de 5 minutos de ver pasar vagones, decide pararse y cortar la vía indefinidamente, como ahora.
Está noche más que acostarme me voy a derrumbar sobre la cama. Pero...¿por qué nadie se inmuta?
Recomendación gastronómica: todo en perfecto Ruso, menos el cartel de la entrada.
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