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domingo, 2 de abril de 2023

Polonia Resistencia a la primavera

Al tener la suerte de viajar por carreteras secundarias, entre Ostrołęka y Plock, me cambia la percepción del país. Es la primera vez que lo hago de día, poco más de ciento cincuenta kilómetros, que tardamos casi tres horas en recorrerlos.

Polonia tiene que ser preciosa en otoño. A pesar de que el calendario diga que estamos en primavera, se resiste, aún está bastante gris, por no decir blanca. Sensaciones extrañas, hasta la nieve cuaja. Pequeñas poblaciones dispersas. Caminos como de otra época y poco señalizados. En un par de ocasiones, el taxi tiene que volver sobre sus pasos, al llegar a puntos sin salida. No me imaginaba que fuera tan llano y con tanto bosque.

Pero hay otra realidad y la tienen presente.  Los cazas sobrevolando la obra, es lo único que hace callar a los inmensos cuervos negros encapuchados, que están por todas partes. Según comentan, están entrenando a otros soldados, para no tener que defenderse. Tienen todo muy presente. Los bultos, cuando se quitan las prendas de abrigo, indican que están preparados. No niego que me da un poco de respeto, ver en el bufet del desayuno que más de uno bajan con el hierro sin disimulo.


Visitar el nuevo Muzeum Żołnierzy Wyklętych de Ostraleka , -el de los Soldados Malditos-, no es tan fácil como presupongo.  Soy el único visitante, y me cuesta hacerme entender, para que me vendan una entrada en la taquilla. Hasta dudo de que esté abierto, pero al final, un amable historiador - de jersey de lana y mirada despistada- aparece con las llaves y me pregunta en un buen inglés, de donde soy y si sé lo que voy a ver. Ante mi respuesta:  un museo, prefiere, por el mismo ridículo precio, darme un pequeño repaso de historia de Polonia, entre la poderosa Alemania y la inmensa Unión Soviética. Pero, me va a dejar solo, por lo que me da instrucciones claras, de cómo moverme por las distintas plantas.Conecta los sistemas, está todo muy informatizado, y me deja que disfrute a mis anchas, ante la historia. 

El que el museo esté integrado en la cárcel de principios del siglo XX, ayuda a centrarte. Se ha mantenido el piso inferior, celdas con mirillas, rejas, el pequeño y muy protegido patio de los presos -con un sencillo banco en el centro-, y un tétrico archivo. No me gustaría estar sentado delante de esa mesa. Muy bien invertidos los 10 PLN.



Como curiosidad, - la “forma” utilizada para desmantelar el ejército en 1945: la última orden del General de Brigada. La resistencia polaca, según cuenta el museo, estaba organizada por el servicio secreto, ya que no se fiaban, existiendo evidencia de la instrucción para que cada soldado sea su propio comandante, sin rangos.  La última emboscada de los "soldados malditos" fue en el año sesenta y tres. Pudieron sabotear campos de concentración y prisiones como la que visito en el museo.

En cuanto al Muzeum Mazowieckie de Plock, impresionante la fuerza de las esculturas de Boleslaw Biegas, algunas del mal y de la muerte, dan miedo. 



Pero siempre hay buenos momentos. Situación, salida del museo, problemas de comunicación. Solo se decir gracias –“llekulle”-  y lo demás, lo dejo a la mímica. Algo sencillo: Dame mi chamarra – señalándola, que me quiero ir a comer, gesto fácil e internacional, llevándome los dedos juntos a la boca, no recibe la respuesta esperada. Me pide la entrada al museo, me habla, no le entiendo. Silencio, nos miramos. Está claro para ella que no me puedo ir. Yo que a comer y ella que no. Al final, sale y me acompaña a otra puerta y no es la salida. No puedo escaparme sin recorrer las dos alas, con cuatro pisos por edificio. He sacado la entrada para el museo de historia y el de arte. Error, hay que verlo, ya que me están esperando en la puerta de cada sala.

En cuanto la recomendación gastronómica, las sopas. Son unos artistas, aunque tengas que dejar parte del segundo plato, no te saltes las sopas. Son exquisitas.



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