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miércoles, 12 de abril de 2023

Milan : moda más bien gastronómica

“Para llenar la mochila de los recuerdos, están estos días tan bonitos”.

Breve paréntesis en la vida para saltarse todas las recomendaciones y disfrutar de la familia. Alguno hasta llega a emocionarse, aunque sea en el estadio de San Siro. Una pena que no haya partido este fin de semana.

Una ciudad con mucho encanto, aunque me la esperaba más moderna, diferente, más sofisticada y sudando moda por las cuatro esquinas, pero me parece que, en Semana Santa, los Milaneses escapan.

Impresionante salir de la estación del metro, en la Piazza del Duomo y toparte de lleno con la catedral. Es espectacular y pasear por sus tejados, además de por las vistas, merece mucho la pena, poder ver los pequeños detalles de las esculturas, las agujas y poder apreciar más de cerca, la virgen dorada, que protege a todo Milán desde lo más alto.



En cuanto a la Galleria de Vittorio Emanuele II, una maravilla pasear por el centro comercial, que es el más bonito que he visto, imaginándote como lo construyeron, entremezclando la estructura de hierro y cristal. Por cierto, mejor verla de noche, que hay menos gente



Grandes pateadas por la ciudad, un presupuesto en transporte público y algún tranvía de hace más de cien años, pero al final vamos hasta Bergamo, que por cierto me lo esperaba mucho más pequeño y con menos gente pero en fin, merece la pena aunque sea a la carrera. Yo creo que el ascenso a la Ciudad Alta - porque la cola del funicular era impensable- debe contar, como otra subida al monte.

Terminamos “cayendo” en la parte baja de la ciudad donde Carlo, el gran aficionado al ciclismo que nos ofrece una de las grandes comidas del viaje. Ristourante Dal Carlo (Via S. Lazzaro, 8) siendo muy recomendable probar el plato típico -Casoncelli alla bergamasca - pero lo que está espectacular es el plato de “Gnocchi ai 4 formaggi in cialda di parmigiano e di nocciole”.

 

En Navigli pagamos la “turistada “de tomar un pote junto a los canales. En todos los bares hay ofertas de “apericena”, pero en nuestra terraza solo hay postureo y camareros que tienen pinta de que a la noche tienen pluriempleo. Curioso el ambiente de los canales y compensamos con la “Ostaria Delle Vigne”, donde disfrutamos tranquilamente de un buen osobuco y una gran Cotolleta.

 Otra parte muy interesante de la ciudad fue el paseo por el Castelo Sforzesco, que te lleva a la época medieval, hasta con su puente levadizo. Buenos momentos de disfrute y alguna que otra risa recordando que el tiramisú de nuestro restaurante – “La Rava e La Fava”- es un postre reconocido a nivel mundial. Si es que cada uno entiende lo que quiere y cualquier excusa es buena para tomar un postre.

Para la recomendación gastronómica, como habéis podido ver, si habéis llegado hasta aquí, difícil elección, ya que en el viaje hemos tenido muy buena fortuna -siguiendo las indicaciones precisas de auténticos milanenses- comiendo de maravilla.

La pizza en familia en la trattoria Rafaelo. Una gran comilona, por lo que casi no puedo dormir de todo lo que cenamos porque además de las pizzas, comenzamos por los fritos. Riquísimas las Fiori di zucca ripieni di ricotta e pepe.

Y como curiosidad y de muy buen nivel, la cena en la antigua granja “Cascina Cucaggna “ en Via Privata Cuccagna 2, con su “ravioli emiliani tondi alle cime di rapa con salsa di fave, fave e polvere di pomodoro” , los “tagliatelle all' uovo fatte in casa con ragù tradizionale bolognese” o el “stinco di agnello brasato alle spezie con kefir, cous cous integrale alie verdure e foglie dell'orto”. Y para rematar, y tapar el ultimo hueco: cannolo siciliano al pistacchio.



Nos va a costar digerir todo el viaje.

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