“Para llenar la mochila de los recuerdos, están estos días tan bonitos”.
Breve
paréntesis en la vida para saltarse todas las recomendaciones y disfrutar de la
familia. Alguno hasta llega a emocionarse, aunque sea en el estadio de San
Siro. Una pena que no haya partido este fin de semana.
Una ciudad con mucho encanto, aunque me la esperaba más moderna, diferente, más sofisticada y sudando moda por las cuatro esquinas, pero me parece que, en Semana Santa, los Milaneses escapan.
Impresionante salir de la estación del metro, en la Piazza del Duomo y toparte de lleno con la catedral. Es espectacular y pasear por sus tejados, además de por las vistas, merece mucho la pena, poder ver los pequeños detalles de las esculturas, las agujas y poder apreciar más de cerca, la virgen dorada, que protege a todo Milán desde lo más alto.
En
cuanto a la Galleria de Vittorio Emanuele II, una maravilla pasear por el
centro comercial, que es el más bonito que he visto, imaginándote como lo
construyeron, entremezclando la estructura de hierro y cristal. Por cierto, mejor
verla de noche, que hay menos gente
Grandes pateadas por la ciudad, un presupuesto en transporte público y algún tranvía de hace más de cien años, pero al final vamos hasta Bergamo, que por cierto me lo esperaba mucho más pequeño y con menos gente pero en fin, merece la pena aunque sea a la carrera. Yo creo que el ascenso a la Ciudad Alta - porque la cola del funicular era impensable- debe contar, como otra subida al monte.
Terminamos
“cayendo” en la parte baja de la ciudad donde Carlo, el gran aficionado al
ciclismo que nos ofrece una de las grandes comidas del viaje. Ristourante Dal
Carlo (Via S. Lazzaro, 8) siendo muy recomendable probar el plato típico
-Casoncelli alla bergamasca - pero lo que está espectacular es el plato de “Gnocchi
ai 4 formaggi in cialda di parmigiano e di nocciole”.
En
Navigli pagamos la “turistada “de tomar un pote junto a los canales. En todos
los bares hay ofertas de “apericena”, pero en nuestra terraza solo hay postureo
y camareros que tienen pinta de que a la noche tienen pluriempleo. Curioso el
ambiente de los canales y compensamos con la “Ostaria Delle Vigne”, donde
disfrutamos tranquilamente de un buen osobuco y una gran Cotolleta.
Para
la recomendación gastronómica, como habéis podido ver, si habéis llegado hasta aquí,
difícil elección, ya que en el viaje hemos tenido muy buena fortuna -siguiendo las
indicaciones precisas de auténticos milanenses- comiendo de maravilla.
La pizza en familia en la trattoria Rafaelo. Una gran comilona, por lo que casi no puedo dormir de todo lo que cenamos porque además de las pizzas, comenzamos por los fritos. Riquísimas las Fiori di zucca ripieni di ricotta e pepe.
Y
como curiosidad y de muy buen nivel, la cena en la antigua granja “Cascina
Cucaggna “ en Via Privata Cuccagna 2, con su “ravioli emiliani tondi alle cime
di rapa con salsa di fave, fave e polvere di pomodoro” , los “tagliatelle all'
uovo fatte in casa con ragù tradizionale bolognese” o el “stinco di agnello
brasato alle spezie con kefir, cous cous integrale alie verdure e foglie
dell'orto”. Y para rematar, y tapar el ultimo hueco: cannolo siciliano al
pistacchio.
Nos
va a costar digerir todo el viaje.
Os habrán facturado sobrepeso en el vuelo no????
ResponderEliminarMe troncho
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