Se puede decir que he pasado decenas de veces a lo largo de mi vida por este país, viendo como evolucionaba a través de los cambios en sus aeropuertos, pero es la primera vez que salgo de la zona de tránsitos.
Si tuviera
que definirlo, una locura.
Estoy seguro
de que mi percepción, está influenciada por el caos previo al mundial de futbol
y que una vez que el ganador levante la copa, volverán a la normalidad y adiós a
la permisividad en las “fans zones” tomando copas.
Prisas por
terminar, organizar y lavar la cara. Grandes cortes de carretera, atascos, normas
de movilidad para no entorpecer y ocultar. Lo importante es dar una buena
imagen al mundo. Un millón de personas
pasará por este pequeño país, todo un reto.
Un despropósito o el monumento a la estupidez humana. Pero impresiona. Las vistas desde la habitación son suficientes para reflexionar -un poco- sobre el poder del gas en nuestros días. Los cataríes un pueblo nómada, bajo el reinado de los mongoles, empeñados en dejar con la boca abierta al mundo y lo van a conseguir, a costa de una inversión económica sin precedentes.
Desde el
metro, con sus vagones para hombres (standard), mujeres (family) sin contacto
visual -no sea que algún hombre se moleste y para los pudientes (gold &
diamons), en el que hay más trabajadores ayudándome a conseguir sacar el
billete (que no llega a medio €) que usuarios.
Parece que
están haciendo practicas conmigo, explicándome las tres líneas que tienen, para
que cuando lleguen las hordas con camisetas de las distintas selecciones, estén
preparados.
O el lujo de
“Katara High Street”, donde a diferencia de otras zonas, solo veo a “locals”
dejándose ver. Parece que son las terrazas de moda, donde se reúnen los más
pudientes, así que, por miedo a la cuenta, ni intento sentarme.
Inmensa avenida climatizada – rejillas en el suelo, por donde sale un agradable aire acondicionado-hasta llegar a la impresionante galería Lafayette. Así es, en plena calle. Yo nunca lo había visto, una buena forma para evitar la humedad asfixiante en el resto de las calles, aunque en otros lugares del planeta nos pidan controlar un grado el termostato. En fin, un despropósito. Y para que no se cansen, con coches de golf para llevarte de un local de moda a otro.
En cuanto a las escapadas tras el trabajo, una vuelta por Waqif Al Souq. El zoco, tan bonito y falso como un nacimiento navideño. Dividido por zonas según los que busques (halcones, alfombras, perlas,…) y preparado para el turismo. Si no has estado en uno de verdad, pues igual cuela.
Curioso las
obras de arte, como el gran pulgar dorado plantado en mitad del zoco. Hay
distintas esculturas repartidas por toda la ciudad. Aunque, me gustan más las
de los soldados en la pequeña playa del barrio de Katara.
Y lo que más
me ha gustado de esta breve escapada, ha sido el Museo Nacional de Qatar, con
la forma de una rosa del desierto. Interesante conocer que sus orígenes están
vinculados a los mongoles, pero lo que realmente merece la pena es el
envoltorio y disfrutar de los sonidos en las inmensas pantallas. ¡Que
tecnología!
En cuanto a la recomendación gastronómica en la zona de la Perla, donde viven la mayoría de los expatriados "de primera", me quedo con la terraza del restaurante libanés, “Debs W Remman” en la Plaza Andalucía, donde una amable camarera - la morena de ojos deslumbrantes - que con su buen castellano, se ríe cuando le pedimos una cerveza. Aun no hay tanta libertad, pero la parrilla es de muy buen nivel.
Curioso todo y sobre todo pienso en los bolsillos de la fifa.....pesarán no? A/C en la calle.....en fin....pobre mundo
ResponderEliminarLa pela es la pela
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