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martes, 15 de noviembre de 2022

Plaza de Acho (1766)

Departamento de Piura, Perú.

Mi cuerpo me dice lo contrario, pero al descender por la escalerilla, la luz cegadora me recuerda que aún es de día. Las millas, aunque sean en cómodos aviones, van pesando cada vez más en la mochila. Está claro que el cansancio es acumulativo, como el ají de rocoto. Se nota el cambio de continente y yo sin gafas de sol.

Menos mal que por los efectos del viaje, había caído roto en el centro de la cama, porque Talara nos recibe con un temblor de 5.3, literalmente solo me acuna, despertándome desubicado, con extrañas sensaciones. 

Los ruidos en el exterior me devuelven a la realidad. Poco a poco, me voy situando. No hay daños colaterales. Solo se me ha caído la botella, derramando el agua por la mesilla. Solucionable. 

En el campamento, los ruidos son de las puertas y comentarios del personal saliendo de las habitaciones. Aunque debo hacerlo, me autoengaño. Pienso, agarrándome fuerte a la almohada, cinco minutos y salgo. Como cuando éramos pequeños y nos quedábamos en la cama, esperando el toque de corneta.  Como era de esperar, los minutos se convierten en horas:” tempus fugit”. Si hay replicas, yo no me entero.

Pequeña reprimenda a la mañana siguiente. Estaba muy cansado para conseguir salir de la cama y presentarme en el punto de encuentro. 

 Dura semana de trabajo, otra sesión cuesta arriba.

 


De regreso, parada en Lima. Es la “Feria del Señor de los Milagros”, por lo que tengo la suerte de palpar parte de la vida de la ciudad. Caos circulatorio, han cortado muchos accesos cerca del palacio presidencial. Es fácil darse cuenta de que la situación no es buena. Se prevén, según los taxistas que de esto saben un rato, cambios en el país. 

Centro histórico duro. Grandes contrastes, el distrito de Rimac, gris plomizo, con vistas al colorido cerro de San Cristóbal. Desde lejos se aprecia que es un mural bien organizado, dicen que se ve una cruz, aunque yo veo varias.

Los alrededores de la plaza están fuertemente controlados por policía a caballo, pertrechados con antidisturbios, dispuestos a proteger a lo más selecto del país. Los precios de las entradas lo atestiguan. De 2900 a 276 soles la más barata).

 


La plaza a su vez, vigilada por un indio con taparrabos, desde el mirador de Ingunza. Aunque la historia que me cuentan – que no coincide con las fechas de construcción-  que la torre se la mando construir el virrey para poder ver las corridas con su amante, por lo que está mal llamada, como la Torre de la Perricholi.

Plaza a rebosar, lleno hasta la bandera y algo más… Fiesta distinta, con orgullo, bailes, cuatro bandas de música, caballos y mucha comida. Sombreros, anticuchos y botas de vino. 

Emotivo cántico del himno nacional puestos en pie. Y gritos contra el presidente: Fuera Castillo, fuera. El mantra se repite a lo largo de la faena. Preguntando al padre experto, junto al hijo a mi lado, por si está el presidente en la plaza, me contesta con un rotundo: si aparece lo linchan.



A media faena, algún que otro combate de boxeo…El alcohol y la falta de sitio, son malas mezclas. Parece que alguna entrada esta falsificada. Grandes señoras sentadas en las escaleras.

 


Gran faena en la Plaza de Acho, seis orejas y los maestros salen en hombros por la puerta grande. El Juli dos orejas y Roca Rey cuajó una tarde para demostrar que es el primero del escalafón del toreo -tres orejas. El mejicano, Arturo Gilio tomando la alternativa, demasiado valiente para mi gusto, le toca esperar.

Como dato curioso, de los siete toros que venían desde España, solo tres llegaron vivos a su destino. Tambien les afectan las millas aéreas a estos ejemplares bravos, que por lo que parecen, no soportan bien, los cómodos aviones.

 

Como recomendación gastronómica, consigo esta vez sí, comerme la mascota de alguno, muy sabrosa la cobaya. En el Restaurante Panchita (Calle 2 de mayo 298, Miraflores). Una delicia y además según dicen con propiedades medicinales.  

 

Super cuy crocante de 850 gramos con picante de papas.


3 comentarios:

  1. tiene buena pinta el hamster!!!! 6 orejas en una corrida? como en fiestas de Bilbao en 4 años ji ji ji

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    1. Es que Matías es mucho Matías. Un presidente con criterio

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