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domingo, 17 de julio de 2022

Con Gertrudis en Cartagena

Clima duro, con tardes rotas por las tormentas eléctricas. 

No tiene que ser facil criarse por este lado del mundo. Como siempre, disfrutando y dando gracias a la vida por la suerte que he tenido  y  sobre todo, de nacer donde he nacido.  

Las colas impresionantes del aeropuerto internacional El Dorado no amedrentan a los foráneos del norte. Casi dos horas para pasar el control de pasaportes. No parece una buena forma de potenciar el turismo.



Encuentro Cartagena cambiada. Diferente a mis anteriores visitas. Una ciudad volcada hacia los americanos. Aún así, no pierde el encanto. Solo hay que esquivarlos. La arquitectura colonial del centro amurallado, las buganvillas atravesando libres las calles y pasear por el barrio extramuros de Getsemani con sus flores y pintadas en las paredes, te aleja de la marabunta de gringos que conquista la ciudad a toque de tour guiado.


Momento divertido en la plaza de Santo Domingo, con la gorda Gertrudis, que regaló Botero a la ciudad. Para mí, la esencia del Caribe. Es más que un símbolo de la ciudad.  Feliz, fuerte y orgullosa de como es. La pobre, tiene su hermoso culo y las tetas desgastadas, debido al mito de que sí se tocan se tendrá éxito en el matrimonio y si le agarras las posaderas, pues… no me he enterado muy bien, pero algo bueno pasa o que aseguras un pronto regreso a la ciudad.



En cuanto a la recomendación gastronómica: "Donde Olano", en la Calle Santo Domingo #33-81. 

Buen ambiente, relajado, sin malear.  Una mesa de bohemios, que por la confianza parecen asiduos, comiendo langosta, y nosotros. Comida espectacular y la persona que nos sirve, muy profesional. 

Los champiñones rellenos de ricotta, flotando en una crema de maíz, de premio y el robalo a la plancha, con arroz de coco y verduras, una delicia. Si puedo, vuelvo.

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