Translate

lunes, 21 de noviembre de 2016

Capital Bávara


Múnich nos recibe con frio y lluvia. No nos desalentamos, por lo que nos armamos con prendas de abrigo para disfrutar de las amplias plazas, caros mercados y por supuesto de sus animadas cervecerías.
Es difícil resistirse. Menos mal que la escapada es de una única noche, sino tendríamos que pagar por sobrepeso en el avión de regreso. La cocina tradicional bávara, lo que se dice ligera no es, aunque me haga sentir como un globo aerostático.






De paseo por el Englischer Garten de Múnich, encontramos los “rápidos” del rio que lo atraviesan y a los jóvenes bañándose, pero ni rastro de los surfistas que buscábamos.








Se puede decir que simpáticos no han sido con nosotros. Por la calle mas de un golpe he recibido, al no estar rápido de reflejos para esquivar a las duras alemanas. Coches de lujo con tipos forrados haciendo rugir los motores.
En los restaurantes, los camareros impacientes y nada asertivos con nuestras dudas ante la selección de la comanda. Alguna camarera, incluso llegando a ser insolente, maleducada y demás calificativos por el estilo.


 



Después de leer lo indicado en la guía de viajes de la ciudad sobre las salchichas típicas de la zona, que han de ser “blancas como las rodillas de una moza y turgentes como sus pechos”, no había duda sobre el motivo por el cual el codillo o la pierna de cerdo pasan a segundo término.
Alejándonos de las aglomeraciones, la recomendación gastronómica es: Wirtshaus Ayingers en Platzl 1A.




Una delicia las salchichas Weißwurst -  blancas y turgentes-  (No tienen conservantes, por lo que hay que comérselas antes del mediodía), con la mostaza dulce y regado de cerveza Weißbier, de alta fermentación en la cual el 50% del cereal debe de ser trigo y el trato de la camarera exquisito. La única que nos sonríe en todo el viaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario