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sábado, 19 de septiembre de 2015

Qinsong

Escapada dominical

Una vez dejado atrás los polígonos industriales de las marcas mas variopintas, el paisaje cambia rápidamente. Apenas quince minutos separan las grandes avenidas de los terrenos sin asfaltar, que me recuerdan a la selva boliviana, a la que de vez en cuando le salen cañas de bambú de gran diámetro.

Acabamos comiendo en un restaurante en mitad de una laguna artificial que utilizan como criadero. Me parece que la cadena alimenticia es un bucle cerrado. 


 
Los restos de nuestra comida sin disimulo es lanzada a los hambrientos sobrevivientes de la laguna.
Seguro que no es un sitio apto para estómagos no vacunados contra el cólera o similar, pero la ausencia de ruido, el oír llover y el relax merecen la pena.

A pesar de estos y otros datos higiénicos sin importancia, la gallina y el pescado al horno de leña, impresionantes. 



 

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