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sábado, 19 de septiembre de 2015

Macao - visita relampago

La imagen que nos llega de casinos, fiestas glamurosas, no están acorde con nuestro cansancio. No vamos en busca de las Vegas de Oriente. Pasamos la frontera de Zhuhai a Macau, con poco entusiasmo, simplemente con ganas de hacer algo distinto y desintoxicarnos de la comida china en busca de los aromas portugueses.

El encanto de su centro histórico, en el que se fusionan las dos culturas (el empedrado portugués y los farolillos de los templos) te atrae rápidamente. Todo es muy fácil al estar escrito en portugués y chino. Incluso de vez en cuando aparece el tercer idioma del imperialismo británico.

Con un planito que nos dan en información turística cerca de las Portas do Cerco, nos dirigimos por entre las callejuelas paseando hasta el centro. Es un paseo agradable. No merece la pena tomar un taxi, y así aprovechas para pasar por el "Mercado Vermelho" y darte cuenta que sigues completamente en China.

Nos topamos con el Templo Lin Fung, que dispone del horno crematorio muy poco disimulado, pero es curioso ver a la gente practicante en su interior, aunque no llegamos a comprender que es lo que hacen tirando las piedras delante de las figuras.

Cuanto más te acercas a las ruinas de la catedral de San Pablo -solo le queda la fachada- aumenta el numero de turistas por sus calles, lo que resulta a todas luces agobiante. Será mejor visitarlo mas calmadamente cuando descansemos entre semana.

Buscando la comida portuguesa, debemos topar con los restaurantes más caros de la zona, porque tienen demasiados premios,... acordes con los precios de la carta.
 Al final optamos por una taberna portuguesa: Catedral Café. (12 Run de San Malo) . El buen ambiente lo llevamos nosotros, porque estaba vacío y lo llenamos. Era un circulo vicioso, las croquetas de bacalao pedían vino y el vino más croquetas. Nos subimos arriba, demasiado arriba, con los caldos- hasta que confundimos a las dos hermosas filipinas que regentan el local, con alegres portuguesas-  y lo notamos en la cuenta. Pero merece la pena. 
 

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