Siguiendo el
animado ambiente del mercadillo- no sé a quién se le pudo ocurrir ponerlo en
cuesta- nos perdemos media mañana curioseando entre los distintos puestos, pero
no llegamos a abrir el monedero hasta que llega la hora del aperitivo, a lo que
estamos más acostumbrados.
Siguiendo el
rastro de sangre, acabamos en el relicario del Real Monasterio de la
Encarnación en busca de la sangre de San Pantaleón. Una visita guiada que merece
la pena, para ver los retratos de los fundadores y personas reales, los
claustros y el conjunto del convento de clausura.
Como recomendación
gastronómica y sin que sirva de precedente, la empanada del vegetariano Il
Piccolino della Farfalla ( Huertas, 6 cerca de Santa Ana) .
Aunque para el tema de la decoración , me quedo con "Bella Napoli" en el que la pizza y el trato son inmejorables, en la calle Cava Baja.
Además la pizza es de horno de leña que tiene su importancia
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