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lunes, 15 de abril de 2013

Bolivia- Una de licuado

Pilotos confiando en la reparación
El piloto del avión 2477 para demostrar la confianza que tenía en el buen trabajo del mecánico, que le reparo por segunda vez la turbina, fue tan convincente que hizo que yo me montará en el tercer intento despegue, desoyendo las recomendaciones -a miles de km- de mi abogada.
Simple pero efectivo. El mecánico y su caja de herramientas volaban con nosotros. Eso si que es un certificado de garantía del taller mecánico y confianza en el trabajo realizado.
Una vez aterrizado- en la escala- la turbina, no consiguió el cuarto intento y tuvieron que cambiarnos de avión para llegar al destino: Yacuiba.
El domingo, después de una misa maratoniana, he vuelto -pero está de vez de incognito- al mercado campesino a por más papas- la ojosa cochabambina- para poder hacernos unas tortillas.
Mercado Campesino- sección cárnica

Es un lugar que me encanta, es todo un espectáculo, con la capacidad de sorprenderte en cada puesto. La forma de vender la mercancía desde el buhonero vendiendo el colutorio mágico que quita el color verde de las hojas de coca con demostración en vivo, hasta las frutas, quesos y todo tipo de carne.
Siguiendo todos los consejos de los médicos – se podría definir como una ruleta rusa – en cuanto pautas alimenticias en el extranjero, me he tomado un vitaminado en uno de los puestos de comida.
¿Qué es lo peor que me puede pasar?

Por los que lo tomaban- parecía que habían pasado una mala noche- me imagino que será el “Bloody Mary” afrutado. Baten papaya, frutilla, manzana, plátano, avena, espinacas, cervecina, leche y un huevo crudo. Luego le añaden un licuado de remolacha y zanahoria.  Una bomba. La pajita se queda de pie, por si sola. Y hasta que no te terminas lo que queda en la batidora, te siguen sirviendo. Por ahora, y después de 5 horas, sin efectos secundarios.

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