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domingo, 14 de agosto de 2022

Burros en Omán

Largas noches escuchando el mar.  El viento silbando entre las palmeras y yo, luchando con los fantasmas, mientras realizo la cata completa de almohadas en la cama del lujoso hotel. No hay quien pegue ojo. Mal tiempo, mejor dicho, mala época para estar en Duqm.



Como cambian las playas con el mal tiempo y la poca visibilidad. Un rebaño de asnos salvajes se sorprende al verme, saliendo al trote. Por un momento, me había sentido un privilegiado delante de una manada de Oryx. El burro soy yo, pero quién sabe. Igual estaban tan desorientados como yo. No me lso imaginaba tan ágiles en estos abruptos terrenos, ni tan organizados. Todos a una. 

Cientos de pequeños peces globos varados en la playa. Por si acaso, solo los toco con las botas. Ligeros, como balones de playa. Algo ha debido pasarles, porque solo hay cadáveres de esa familia. O los jóvenes son más sensibles a los cambios de temperatura del agua que otras especies o algún vertido que les ha impactado de lleno.



Mucho curro, y mal repartido, para poco tiempo.  Se invita al burro a la boda, pero para cargarle de leña. Esto comienza a repetirse. Bastante tienen los que están aquí, como para quejarme.

Mierda, se ha ido la luz. Toda la zona a oscuras y no salta ningún generador de respaldo. ¡Menuda castaña de lujoso hotel!!!. Ni las luces de emergencia. 

Caos en los pasillos. Pocas risas y alguna blasfemia que no entiendo. Como para salir. 

En fin.

Seguro que habrá viajes mejores y mejor organizados. Mañana con suerte, si la tormenta amaina, me esperan escalas interminables hasta llegar a casa. Con ganas de retomar las interrumpidas vacaciones veraniegas.

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